“Desnazificar a Putin”
David Torres, en este
artículo aparecido en Público, recuerda la mesa gigantesca en la que se sentó frente
a Macron hace unas semanas, antes de lanzar sus tropas sobre Ucrania. “En
realidad, para lo que Putin tenía que decir, Macron todavía estaba demasiado
cerca. Mucha suerte tuvo de que no lo sentaran en un patio del Kremlin o más
lejos todavía, en un pupitre a orillas del Volga. Ahora Putin quiere sentarse a
hablar con Zelenski en Minsk para negociar una salida a la guerra, lo cual,
después de los bombazos y los misiles, recuerda esos diálogos de vascos que
empiezan a hostias y prosiguen a patadas. Como ha demostrado en numerosas
ocasiones, para Putin hablar consiste en que él dice lo que le da la gana y su
interlocutor asiente. No hay más que ver el tartamudeo con que su jefe de
Inteligencia, hace sólo unos días, se tragó sus propias palabras en una reunión
del máximo nivel sobre la situación de Donetsk y Lugansk. ‘Habla, habla claro,
Serguéi’, le decía Putin al pobre hombre, que parecía un alumno aterrorizado en
medio de un examen y que aceptó la anexión a la Federación Rusa de las
repúblicas separatistas antes incluso de que tuvieran tiempo de separarse.
“En el comunicado de
madrugada con que dio inicio a las hostilidades hubo un término con el que
Putin justificó lo injustificable, más allá del coqueteo del país vecino con la
OTAN: se trata, según él, de “desnazificar” Ucrania, un término con el que
alude tanto a la violación de derechos humanos y las matanzas de civiles en el
Donbás como a la proliferación de grupos armados de ultraderecha en territorio
ucraniano. Sin embargo, pocos menos autorizados a hablar de derechos humanos y
a condenar matanzas de civiles, dentro y fuera del territorio ruso, que Putin,
quien además del larguísimo historial de periodistas, críticos y opositores
asesinados o encarcelados, de la invasión de Georgia en la guerra de Osetia del
Sur o del soporte militar con que ayudó a sofocar una revuelta popular en
Kazajistán este mismo enero, cuenta en su haber con el mayor genocidio de la historia
reciente: el que tuvo lugar en Chechenia bajo el silencio cómplice de toda la
comunidad internacional en medio de un conflicto bélico mucho más despiadado y
sanguinario que cualquier otro de los que han golpeado el mundo en los últimos
decenios, incluyendo Irak, Palestina, Siria, Sudán y Yemen, y exceptuando la
Segunda Guerra del Congo.
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