Borbonmanía.
“SOLAMENTE puede ser
calificado de vergonzoso el espectáculo proporcionado por la visita del rey
decrépito a España, para participar en unas regatas con su velero Bribón, que
las ganó, como era de esperar. Y no por la actitud del decrépito, que estuvo en
su borbónico papel habitual, sino por la que mostraron los medios de
comunicación social, que en este caso no fueron medios, sino enteros para la
promoción de la monarquía. Las cadenas de radio y televisión lo mismo que los
diarios digitales e impresos han estado continuamente informando sobre las
actividades del decrépito.
“Su presencia en Sanxenxo
y en la Zarzuela fue acogida por un grupito de servilones con banderas
borbónicas rojigualdas, no sabemos si espontáneos o contratados por la Casa
Irreal. Pero los que dominaban el escenario eran los periodistas con sus
cámaras. Era tan abrumadora su presencia que la infausta Elena, hija mayor del
decrépito, comentó asombrada: ‘Hay más periodistas que en mi boda”,
reconociendo que la circunstancia no era tan importante como para justificar
que se hubieran acreditado 180 periodistas pertenecientes a un centenar de
enteros de comunicación’. (…)
Arturo del Villar continúa
su artículo recordando: “Los republicanos se opusieron a la visita, organizando
manifestaciones tanto en Sanxenxo como en Madrid, con banderas tricolores y
pancartas contrarias a la monarquía. Tal como queda escrito podría entenderse
que hubo una presencia masiva de partidarios de la III República en ambas
localidades. La verdad obliga a evitar esa errónea interpretación: los
contrarios fueron tan escasos como los partidarios. Quedaría muy bonito
escribir que allí estuvieron representadas las dos españas, para que cada uno
imaginase la multitud que mejor se acomodara a su ideología, pero lo cierto es
que la visita del rey decrépito no movilizó a cantidades significativas de
vasallos ni a favor ni en contra. Que cada uno extraiga las conclusiones que
mejor le parezcan”.
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