lunes, 14 de julio de 2008

14 de julio. Las campanadas que impiden dormir.


No se trata de un cuento kafkiano sino de algo real, sucedido en Palma de Mallorca. A finales de noviembre del 2007, una vecina presentaba una denuncia porque las campanadas del reloj Cort, ubicado en la fachada del Ayuntamiento, le molestaban. Pedía que dicho reloj siguiera tocando las horas y los cuartos, pero que, a partir de la medianoche, lo hiciera más bajito, para que los vecinos pudieran dormir sin sobresaltos y de un tirón.

Siete meses más tarde, la Policía Local recibía un oficio firmado por una funcionaria del Área delegada de Salud de Cort, en el que se solicitaba a los agentes que investigasen quién era el responsable de este reloj, construido por Pere Figuera en 1860 y renovado un siglo después. Sólo así se podía abrir un expediente que terminara en sanción. Pero, a juzgar por los trámites efectuados, los responsables municipales no parecían saberlo con seguridad.

Se dice que la Patrulla Verde de la Policía Local acudirá “en breve” a la Plaza de Cort con sus sonómetros de precisión y comprobará si las campanadas del reloj emiten más decibelios de lo aconsejable para que los ciudadanos puedan dormir sin sobresaltos. Aunque, de confirmarse la denuncia, se ignora quién es el responsable de tan puntuales como inoportunas y nocivas campanadas. Porque, evidentemente, no es lo mismo oírlas la noche del fin de año o en una verbena de fiestas patronales en la que los ciudadanos del centro no pueden dormir hasta altas horas de la madrugada, que el aguantarlas día y noche, semana tras semana, año tras año, destrozando y marcando toda una vida.

Y si la queja cuaja, apañados están los/as delegados/as de Salud de turno. Me imagino a todos los ciudadanos que, hartos de pagar impuestos, deciden exigir que se cumplan a rajatabla todos sus derechos, comenzando por el del silencio de la madrugada. "El ruido –explican los expertos– actúa sobre los sistemas nerviosos central y autónomo. Cuando sobrepasa determinados límites produce sordera y efectos patológicos en ambos sistemas, tanto instantáneos como diferidos. A niveles mucho menores, produce malestar y dificultad o impide la atención, la comunicación, la concentración, el descanso y el sueño”. Motivos más que suficientes para entender los estados crónicos de nerviosismo y estrés de más de uno o lo que puede llevar a trastornos psicofísicos, enfermedades cardiovasculares y alteraciones del sistema nervioso.

Evidentemente, en los años de historia del reloj de Cort, no se ha registrado más que esta curiosa denuncia que puede terminar con el sonido inocente de sus horas nocturnas. Unas horas que podrían ser las causantes de tantos males, de accidentes laborales, de conductas antisociales y dios sabe de qué otros males que andan sueltos por las calles palmesanas.

No es este un hecho aislado. También en San Sebastián de la Gomera, las campanadas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, suenan cada hora, aunque esta vez es por orden del párroco. Hace unos 40 años, existía en la torre de la Iglesia un reloj que daba las señales horarias todos los días, pero, cuando el edificio fue declarado monumento nacional, torre y reloj fueron retirados y las campanadas horarias dejaron de tocar, hasta que, hace unos meses, volvieron a sonar. La decisión del cura ha hecho que un vecino de la parroquia, para protestar ante las molestias ocasionadas por las campanadas, sobre todo en horas de descanso, haga sonar la música rock a elevado volumen durante los fines de semana, cubriendo el sonido de las campanadas.

1 comentario:

Daniel Hermosel Murcia dijo...

Yo viví un tiempo junto a un campanario y sé lo que es que no te dejen conciliar el sueño los golpes secos del badajo. Tecnológicamente no cuesta casi nada poner un temporizador que acalle las campanas a partir de las once o las doce de la noche. Hoy en día no es crucial que el reloj de la iglesia no de la hora, la verdad.