La España que no encuentra camioneros ni camareros.
H. G. Barnés, I. P.
Chávarri y P. D. Almoguera firman en El Confidencial de hace unos dís un
reportaje sobre este tema. Nuria Portosa, administrativa de Ferrotrans, una
firma alicantina de transporte, con unos 40 años de antigüedad y en la
actualidad una flota de unos 60-70 camiones, tiene problemas para encontrar
transportistas. “Lo que hay es mucho sinvergüenza que no paga lo que toca.
Nosotros tenemos lista para entrar a trabajar”. Un hombre contesta al otro lado
del teléfono. No tiene mucho tiempo para responder a las preguntas planteadas.
Pero, desde luego, según asegura, en su empresa de transportes, una de las más
antiguas que operan en el puerto de Valencia, no hay problemas para encontrar
trabajadores. Coincide en el diagnóstico otra pequeña firma del sector,
Transportes López Gadea, con 13 conductores. “Todo depende de las condiciones
laborales” y ellos, “gracias a Dios”, están “cubiertos”.
“Pero las compañías
necesitan personal cualificado y, según defienden, no pueden delegar en
cualquiera, por la mercancía, por el cliente, por la peligrosidad inherente al
puesto… Según Portosa, desde hace tiempo, lo de contratar se ha convertido en
una especie de lotería. Los perfiles que llaman a las puertas de las compañías
son, a menudo, “problemáticos, y no te la puedes jugar”. “No hay mucho donde
elegir, y lo poco que se mueve el mercado, son gente, cómo lo diría, que no
tiene dónde poner el huevo”. El problema no es nuevo, las dificultades para
encontrar empleados comenzaron a raíz de la crisis económica de 2008. Entonces
se recortaron sueldos y no se han recuperado los salarios para una profesión
que te exige estar fuera de casa. “No está pagado”, zanja.
Mientras tanto, en
Andalucía… A sus 75 años, Manuel Villafaina no piensa en jubilarse. “Quiero
seguir al pie del cañón”, comenta. Propietario del restaurante Los Manueles de
Torremolinos desde 1968, ha sido testigo directo de la evolución del
tradicional chiringuito de playa. Negocios que hace años eran ‘chambaos’ a pie
de playa y que, en la actualidad, se cuelan en algunas de las mejores guías
gastronómicas. Una seña de identidad del litoral andaluz que se ha convertido
en un motor laboral del periodo estival, pero que comienza a mostrar síntomas
preocupantes por las dificultades que los empresarios están encontrando para
completar o ampliar sus plantillas con personal cualificado.
Villafaina conoce
perfectamente esta situación, no solo porque la está padeciendo, sino porque
desde su puesto como presidente de la Federación Andaluza de Empresarios de
Playas (Faeplayas) son muchos los propietarios de estos restaurantes que se lo
han trasladado. El principal problema, explica, es que no hay suficiente
personal formado para absorber la demanda de la hostelería en temporada alta y
por eso se buscan fórmulas alternativas. La principal es contar con “gente muy
joven”, “estudiantes con ganas de trabajar”, pero que “no saben coger una
bandeja o un plato, cómo montar una mesa o colocar los cubiertos”, por lo que
optan por elevar la contratación para suplir las carencias mientras aprenden
los mínimos resortes del oficio.
Eso en una provincia que
cuenta con reconocidas escuelas de hostelería —como
La Cónsula o La Fonda, tras superar sus problemas— y donde 96.382 parados del
sector servicios representan el 70% del total, según los datos publicados este
lunes por el Ministerio de Trabajo y Economía Social. Por eso la secretaria
general del sindicato de Servicios de CCOO en Málaga, Lola Villalba, duda de
que realmente no haya oferta de empleados. Es cierto que están surgiendo
opciones laborales más interesantes, pero “más que faltar gente, lo que se
echan de menos son condiciones dignas”, explica a El Confidencial.
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