Los técnicos de las Baleares temen por la desaparición de lagartijas y de burros.
La proliferación de
culebras, introducidas artificialmente en la isla de Ibiza, amenaza a las
lagartijas autóctonas, que podrían desaparecer en 2030. Desde hace seis años,
se han cazado 15.000 ofidios, pero expertos y activistas reclaman al Govern más
medios para reducir la población de esta especie invasora. Pablo Sierra del Sol
así lo expone en ElDiario.es: “El arcón está lleno de serpientes. Las decenas
de culebras han acabado en este congelador después de pasar meses o años
reptando sobre la tierra de Eivissa. Su libertad terminó al entrar en una de
las 2.000 trampas que el Consorci de Recuperació de Fauna de Balears (Cofib) ha
colocado en la isla”.
Son serpientes que se
enviarán a Barcelona, València o Salamanca, explica Víctor Colomar, el
coordinador pitiuso de este organismo, dependiente de la Conselleria de Medi
Ambient, mientras cierra la tapa del congelador, para que las universidades que
están colaborando con el Govern sigan estudiando sus hábitos y características:
edad, peso, longitud, alimentación. La dieta de estos reptiles está formada
principalmente por lagartijas “En ese lapso –seis
años– se han capturado unas 15.000 culebras. Unas serpientes que ya habían
desembarcado mucho antes de que las instituciones tomaran medidas. En 2003 ya
se registraron avistamientos, incluso, saliendo de entre las raíces de los
olivos que adornan los jardines de villas y casas de lujo”.
“En el Govern, la
administración competente, nos decían que no había nada que hacer. Hubo un poco
de pasividad. Le dimos muchas vueltas y, en 2014, encontramos la manera
burocrática de poner en marcha un proyecto piloto de control de ofidios. Duró
dos años. Ahí conecté con esta historia y con José Manuel Pleguezuelos,
catedrático de la Universidad de Granada, que nos asesoró. Decidí hacer mi
tesis sobre esta especie invasora y sus efectos, supervisada por él”. Para
financiar el trabajo del Cofib se contrató más personal y consiguieron más
vehículos, despertando “entre la sociedad ibicenca la conciencia de que
teníamos un problema”.
“La gente de mi edad –explica
Sebastián Candela un periodista jubilado que creció jugando entre lagartijas– les
parece imposible incluso dentro de la ciudad. A muchos les parece imposible que
este animal pueda desaparecer. Siempre ha estado ahí y ha habido muchas. Quizás
por eso, no le hacíamos ningún caso. Fotografiándolas, me ha fascinado su
comportamiento, la complejidad de sus escamas y, sobre todo, la manera que
tienen de mirar a la cámara”. Hoy, Candela sabe que “Las culebras no solamente
se las comen, aprovechando que su presa nunca ha tenido un gran depredador y,
por norma, es demasiado confiada; también se refugian en uno de los hábitats
preferidos de la lagartija: los recovecos que se forman en los muros de pedra
seca”.
En las islas Baleares
sólo quedan 190 ejemplares reproductores del asno balear, que procede del asno
salvaje de Somalia. Según cuenta María García de la Fuente, en la primera mitad
del siglo XX, el asno balear sufrió un fuerte declive que casi lo lleva a su
desaparición. Sus principales funciones eran labores agrícolas, carga en zonas
montañosas, tiro de carros ligeros y producción mular. Pero con la llegada de
tractores y la despoblación de núcleos rurales, la población de asno balear
empezó a descender de forma brusca. “En 2002 se creó el Libro Genealógico del
asno de raza mallorquina, un paso muy positivo para la consolidación de la cría
en pureza de estos animales. Y en 2006 se cambió la denominación de asno
mallorquín por la de asno balear, para así poder acoger en el Libro Genealógico
los animales de todo el archipiélago con un nombre de raza común, más acorde
con la realidad geográfica. En total, solo quedan 190 asnos baleares
reproductores, de los cuales 170 son hembras y 20 machos. El censo máximo
fueron 287 ejemplares reproductores en 2017. Hay muchos criadores que lo tienen
como animal de compañía, porque es muy inteligente y sociable. En el programa
de recuperación de la raza se contemplan actividades como la equinoterapia, ya
que el burro resulta muy apto para trabajar con personas con algún problema o
capacidades diversas. El asno balear está perfectamente adaptado a las zonas de
bosque y monte bajo, donde colabora en su conservación y mantenimiento. En la
definición de la raza destacan como animales muy rústicos, nobles, de
temperamento sanguíneo y nervioso y de gran fortaleza física”.
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