viernes, 15 de julio de 2022

Los técnicos de las Baleares temen por la desaparición de lagartijas y de burros.

 

Lagartija pitiusa (Podarcis pityusensis), única en el mundo, se encuentra amenazada por el crecimiento de la población de este otro reptil

Las lagartijas y las serpientes, estas últimas introducidas artificialmente en la isla.

Ejemplar de asnos de Baleares, en vías de extinción.

La proliferación de culebras, introducidas artificialmente en la isla de Ibiza, amenaza a las lagartijas autóctonas, que podrían desaparecer en 2030. Desde hace seis años, se han cazado 15.000 ofidios, pero expertos y activistas reclaman al Govern más medios para reducir la población de esta especie invasora. Pablo Sierra del Sol así lo expone en ElDiario.es: “El arcón está lleno de serpientes. Las decenas de culebras han acabado en este congelador después de pasar meses o años reptando sobre la tierra de Eivissa. Su libertad terminó al entrar en una de las 2.000 trampas que el Consorci de Recuperació de Fauna de Balears (Cofib) ha colocado en la isla”.

Son serpientes que se enviarán a Barcelona, València o Salamanca, explica Víctor Colomar, el coordinador pitiuso de este organismo, dependiente de la Conselleria de Medi Ambient, mientras cierra la tapa del congelador, para que las universidades que están colaborando con el Govern sigan estudiando sus hábitos y características: edad, peso, longitud, alimentación. La dieta de estos reptiles está formada principalmente por lagartijas “En ese lapso seis años– se han capturado unas 15.000 culebras. Unas serpientes que ya habían desembarcado mucho antes de que las instituciones tomaran medidas. En 2003 ya se registraron avistamientos, incluso, saliendo de entre las raíces de los olivos que adornan los jardines de villas y casas de lujo”.

“En el Govern, la administración competente, nos decían que no había nada que hacer. Hubo un poco de pasividad. Le dimos muchas vueltas y, en 2014, encontramos la manera burocrática de poner en marcha un proyecto piloto de control de ofidios. Duró dos años. Ahí conecté con esta historia y con José Manuel Pleguezuelos, catedrático de la Universidad de Granada, que nos asesoró. Decidí hacer mi tesis sobre esta especie invasora y sus efectos, supervisada por él”. Para financiar el trabajo del Cofib se contrató más personal y consiguieron más vehículos, despertando “entre la sociedad ibicenca la conciencia de que teníamos un problema”.

 “La gente de mi edad explica Sebastián Candela un periodista jubilado que creció jugando entre lagartijas– les parece imposible incluso dentro de la ciudad. A muchos les parece imposible que este animal pueda desaparecer. Siempre ha estado ahí y ha habido muchas. Quizás por eso, no le hacíamos ningún caso. Fotografiándolas, me ha fascinado su comportamiento, la complejidad de sus escamas y, sobre todo, la manera que tienen de mirar a la cámara”. Hoy, Candela sabe que “Las culebras no solamente se las comen, aprovechando que su presa nunca ha tenido un gran depredador y, por norma, es demasiado confiada; también se refugian en uno de los hábitats preferidos de la lagartija: los recovecos que se forman en los muros de pedra seca”.

En las islas Baleares sólo quedan 190 ejemplares reproductores del asno balear, que procede del asno salvaje de Somalia. Según cuenta María García de la Fuente, en la primera mitad del siglo XX, el asno balear sufrió un fuerte declive que casi lo lleva a su desaparición. Sus principales funciones eran labores agrícolas, carga en zonas montañosas, tiro de carros ligeros y producción mular. Pero con la llegada de tractores y la despoblación de núcleos rurales, la población de asno balear empezó a descender de forma brusca. “En 2002 se creó el Libro Genealógico del asno de raza mallorquina, un paso muy positivo para la consolidación de la cría en pureza de estos animales. Y en 2006 se cambió la denominación de asno mallorquín por la de asno balear, para así poder acoger en el Libro Genealógico los animales de todo el archipiélago con un nombre de raza común, más acorde con la realidad geográfica. En total, solo quedan 190 asnos baleares reproductores, de los cuales 170 son hembras y 20 machos. El censo máximo fueron 287 ejemplares reproductores en 2017. Hay muchos criadores que lo tienen como animal de compañía, porque es muy inteligente y sociable. En el programa de recuperación de la raza se contemplan actividades como la equinoterapia, ya que el burro resulta muy apto para trabajar con personas con algún problema o capacidades diversas. El asno balear está perfectamente adaptado a las zonas de bosque y monte bajo, donde colabora en su conservación y mantenimiento. En la definición de la raza destacan como animales muy rústicos, nobles, de temperamento sanguíneo y nervioso y de gran fortaleza física”.

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