miércoles, 20 de julio de 2022

La solución para que los supermercados dejen de especular con los precios: tan solo hace falta una medida.

 

Rubén Sánchez, secretario general de Facua, apunta a la solución para rebajar la especulación.

Compramos lo mismo en el supermercado más caro y en el más barato de Madrid: “No es inflación, es especulación”.

En plena subida de precios, los supermercados son uno de los establecimientos que más margen de beneficio están obteniendo. El pasado miércoles amanecíamos con la subida del 10,2% del IPC, alcanzando las dos décimas y convirtiéndose en el nivel más alto registrado desde abril de 1985. José Manuel Sánchez, de ElPlural.com comprobó al día siguiente lo mismo en el supermercado más caro y en el más barato de Madrid: “No es inflación, es especulación”.

En dos de los supermercados que más diferencias presentan en cuanto a precios de los productos (el supermercado más caro de la Comunidad de Madrid, Sánchez Romero de La Moraleja, y el más barato de la región, Alcampo City de Usera, junto a Madrid Río) decide comprar 1kg de sandía, 1kg de zanahoria, 1kg de tomate, 1kg de patata, 1kg de melocotón, 1kg de ciruela, 1kg de pollo, 1kg de jamón cocido, 1kg de queso, 1kg de huevos, 1kg de aceite, 1kg de leche, 1kg de arroz, 1kg de lubina y una barra de pan.  “Así, nos encontramos con la primera diferencia notable: mientras que en el supermercado ubicado en La Moraleja la compra total asciende a 96.20 euros, en el más barato solo llega a los 58.88 euros. Una diferencia del 63%”.

Sin embargo, los productores venden estos productos a un nivel muy inferior. Hasta un 1190% se llegan a inflar productos de la cesta de la compra básicos como el tomate, desde que son vendidos a los distribuidores hasta que llegan a los supermercados. Rubén Sánchez, secretario general de Facua, aboga por un doble etiquetado de los productos que informe a los consumidores del precio en origen y del que ven en el supermercado en aquellos alimentos que no sufren cambios y no son elaborados desde que abandonan el campo, como es el caso de la fruta y la verdura. “Está claro que, con la reciente aprobación que prohíbe la pequeña venta a pérdidas, se ha dado un gran paso, pero los agricultores que trabajan solos o en pequeñas agrupaciones tienen una enorme presión por parte de quienes les compran los productos”, indica. “La transparencia en ese sentido haría que los consumidores tuvieran información al respecto y conociera cómo se están machando a los agricultores y ganadero”, concluye Sánchez.


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