sábado, 16 de julio de 2022

Los vigilantes españoles del espacio ultraterrestre.

El Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial del Ejército del Aire proporciona información de los satélites y basura espacial.

El  astrofísico Jaime Nomen, director del Observatorio.

Los vigilantes (españoles) que detectan la basura espacial hacen de primeros “barrenderos espaciales”. Expertos de empresas espaciales visitan el nuevo observatorio de basura espacial Deimos Sky Survey, en Puertollano (Ciudad Real). A ello también se dedican los ingenieros españoles y astrofísicos desde radares como los de Morón o desde telescopios en Ciudad Real.

A 1.120 metros de altura sobre el nivel del mar, en la montaña de Niefla, a pocos kilómetros de Puertollano, tres cúpulas blancas protegen durante el día unos telescopios peculiares. Por la noche las cúpulas se abren y los telescopios automáticos empiezan a rastrear el cielo en busca de fragmentos de basura espacial, restos de satélites y de cohetes que giran descontrolados alrededor de la Tierra y que ponen en serio peligro la integridad de los artefactos en órbita operativos, ya sean equipos de observación de la Tierra, de telecomunicaciones, o científicos e incluso amenazan la Estación Espacial Internacional (ISS). De vez en cuando, alguno de estos objetos cae a la Tierra. Por esta razón buscan y rastrean desde aquí los asteroides que puedan ser peligrosos. “Con estos telescopios sacamos cada noche unos 20.000 registros del cielo”, señala Jaime Nomen, astrónomo y responsable del observatorio denominado Deimos Sky Survey.

“El objetivo es contribuir a la vigilancia del entorno espacial: observación de asteroides, satélites y basura espacial; mantenimiento de catálogos de objetos en órbita y evaluación de riesgos”, explica Miguel Belló-Mora, director de la empresa Elecnor Deimos con la perspectiva de formar parte del proyecto europeo que varios países, incluida España, han puesto en marcha para vigilancia del espacio. Solo en órbita baja, en torno a mil kilómetros de altura, hay ya unos 20.000 objetos de basura espacial de tamaño superior a un centímetro. Y en total, rondan los 500.000 fragmentos, según datos de la NASA, desde fragmentos minúsculos hasta satélites enteros que no funcionan o grandes trozos de cohetes. Y basta con que choquen dos de ellos para que se generan muchos más pedazos. Son los restos acumulados de seis décadas ya de actividades en el espacio.

“Es un problema muy real: necesitamos saber dónde está la basura espacial para poder mover los satélites operativos y evitar colisiones”, señala Gian Maria Pinna, de la ESA (Agencia Europea del Espacio), responsable en España del proyecto europeo de vigilancia espacial. Y es un problema frecuente: “Con todos nuestros satélites en órbita…. tenemos que realizar maniobras con un par de ellos cada semana para evitar colisiones con restos de basura”. “Y, en estos momentos, estamos en manos de la información que nos suministra EE UU, por lo que nuestro objetivo es tener un sistema independiente de vigilancia”.

Constantemente caen a la Tierra piezas espaciales. “Se producen entre 10 y 15 entradas al mes, pero la mayor parte no requieren atención porque se desintegran en la atmósfera”, explica Belló-Mora. “Y no se conoce ningún caso de daños personales provocados por la reentrada de objetos espaciales”, añade. Eso sí, alerta, no hay que olvidar el riesgo de los satélites con carga radiactiva que puso en órbita la antigua URSS, de los cuales quedan aún 40 dando vueltas a la Tierra. En 1978, uno de ellos, el Kosmos 954 cayó en Canadá y generó contaminación radiactiva. Además de los objetos artificiales, los sistemas de seguridad espacial, incluido el de Puertollano, se ocupan de los naturales, los denominados NEO (objetos cercanos a la Tierra), sobre todo asteroides. Hasta la fecha se han descubierto unos 14.000, de los que el 95% tienen un tamaño superior a un kilómetro de diámetro y no representan peligro en los próximos 100 años, explica Belló-Mora. “Pero hay unos 500.000 de tamaño entre 20 metros y un kilómetro con potencial de destrucción regional importante, llamados city killer [mata-ciudades] y ejemplo fue el meteorito que cayó en Chelyabinsk el 15 de febrero de 2013”.

Más de siete de cada diez españoles considera que la profesión de vigilante de seguridad no tiene el reconocimiento social adecuado (un 76%) y está poco valorada. Ambas percepciones han aumentado en el tiempo con respecto a la encuesta anterior. Y aumentó  el porcentaje de personas que piensa que los Vigilantes de Seguridad complementan adecuadamente las labores de la policía y la guardia civil. En cuanto a la protección jurídica, seis de cada diez encuestados (61%) asegura que la ley no protege lo suficiente a los Vigilantes de Seguridad en el desempeño de sus funciones y un porcentaje similar (59%) percibe que la ley ampara más a los presuntos delincuentes.

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