Emma Cohen y Fernán Gómez, un historial de amor y anarquía.
“Emma Cohen –escribe Pepe
Gutiérrez en LQSomos–, uno de los mayores mitos de su tiempo, se llamaba
Emmanuela Beltrán Rahola (Barcelona, 1946-2016), y fue uno de los referentes
más particulares de una generación, la mía. No en vano era de mi quinta y era
no menos airada. No tengo dudas de que supe de ella en la época de mi servicio
en la ciudad militar de Ceuta donde tenías que tener mucho cuidado porque si no
saludadas el himno a la bandera podía caer ‘un paquete’ porque te denunciaba
cualquiera. En aquella ciudad ocupada en la que los moros eran ciudadanos de
tercera –recuerdo que los echaban de los bares como en Dallas lo podían hacer
con los negros–, el grupo ‘hijos de La Pasionaria’ según el léxico de capellán
castrense, estábamos al tanto de todo lo que se movía en oposición al régimen.
“Leíamos la prensa diaria
entre líneas, pero sobre todo nos pasábamos la revista ‘Triunfo’ que está muy
pendiente de estas cosas, del teatro por supuesto. Supimos que el mejor Adolfo
Marsillach –había otro de actuaciones obligadas
para el cine del ‘Movimiento’–, no hacía más que darle dolores de cabeza a la
censura con sus adaptaciones de los clásicos –con la ayuda de en otra hora
franquista Enrique Llovet– como lo fue el Tartufo de Moliere, y que ahora
estaba representando nada más y nada menos que el Marat-Sade de Peter
Weiss…Sabíamos que la actriz que hacía el papel de la loca del Hospital de
Charenton que encarnaba a Carlota Corday, la célebre asesina de Marat, el amigo
del pueblo, se llamaba Emma Cohen…se comentaba que en el día del estreno se
había presentado el ministro de Cultura, un tal Sánchez Bella, y que en su
delirio, la loca de Charentón de Weiss se dirigió directamente a él para clamar
contra los burgueses corruptos, que el ministro como haría luego Gallardón jr,
se levantó y se marchó”.
(…)
“No fue hasta que comenzó
a vivir con Fernán Gómez su historial de amor y anarquía que Emma participar en
películas de otro nivel, tales como: Mambrú se fue a la guerra (1986), El viaje
a ninguna parte (1986) y El mar y el tiempo (1989). Una de ellas, ¡Bruja, más
que bruja!, se ha reestrenado hace pocos días, un poco antes que la Emma, que
siempre recordaremos en los años del esplendor en la yerba, ya se estaba
despidiendo de todos nosotros, que tanto envidiamos a Fernando con el que
compartió una militancia en la CNT sin la más mínima obediencia a cualquier
forma de dogma. Con sus manos enlazadas, Fernando aparecía junto con Emma
recibiendo todos los grandes premios del país incluyendo el de ‘Príncipe de
Asturias’ con el que su Majestad da brillo a la corona que el diablo se lleve.
“Como tantos otros
jóvenes de mi época contemplé sus películas malas porque salía ella, y disfruté
sus películas buenas porque eran de las nuestras. En una nota sobre su paso por
el Sindicato del Espectáculo de la CNT, alguien que cuando asistía la asamblea
se convertía in multitudinaria de afiliados que no pensaban entonces en la
revolución”.
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