Italia, un experimento peligroso.
Juanlu Sánchez nos recuerda en su sección aldia@eldiario.es que Italia, empobrecida, harta, cansada, herida en el orgullo, sin referentes, se ha entregado a un experimento peligroso que le saca del bucle de gobiernos cocinados en los despachos y de tecnocracias liberales. Un experimento de ultraderecha. Y añade: “Todo el mundo habla de Giorgia Meloni, que será, si ningún milagro lo impide, primera ministra de un país fundador de la Unión Europea que se pasa ahora al eje de Hungría o Polonia. El candidato socialdemócrata ha dimitido como líder de su partido tras cosechar menos del 20% de los votos. El PP europeo asume que sus representantes en Italia, con apenas un 8% del voto, apoyarán a una primera ministra posfascista. En España, cada facción popular utiliza la noticia a su estilo. ‘Es un buen día para sacar conclusiones’, ha dicho Ayuso. ‘A mí no me gusta’, ha advertido Moreno Bonilla. ¿Y Feijóo? Él no ha dicho absolutamente nada”. La desconexión de las zonas suburbanas, el envejecimiento del electorado y la falta de mensaje de la izquierda más allá del miedo a la extrema derecha son algunas claves dadas por Mariangela Paone de Eldiario.es, enviada especial a Roma, que explican la victoria de Giorgia Meloni: “En 2018, en Tor Bella Monaca, ganó el Movimiento 5 Estrellas, cuyos militantes seguían pateando las calles la semana pasada, confiando en una 'remontada', en un lugar donde muchos cobran la renta de ciudadanía, la medida estrella de los 'grillini', que Meloni llama 'paguita' prometiendo que la sustituirá por ‘subsidios más justos’ y trabajo. Es la imagen de una Italia empobrecida, cansada y desilusionada, donde un parte sustancial de los votantes, más del 26%, según los resultados definitivos, ha decidido entregar el país a este nuevo experimento, para probar qué puede hacer Meloni, después de haber probado hace cuatro años con el M5S. Si no se entiende el contexto en el que se produce la victoria del partido ultra, no se explica por qué también se benefició de los votos de los decepcionados por la Liga, que a su vez en su momento de auge había absorbido votos en barrios obreros y ciudades industriales que habían sido caladeros tradicionales de la izquierda. Tampoco se entendería la remontada que efectivamente el M5S logró en el sur del país, ese mismo sur donde Salvini construyó el mensaje de la una Liga nacional, ya no solo defensora de los intereses del norte productivo del país. En Calabria llegó al 29,5% y en algunas zonas de Apulia —la región de origen de su líder Giuseppe Conte— hasta el 34%, la cifra que casi alcanzó a nivel nacional hace cuatro años, cuando se afirmó como primer partido con el 33% de los votos”.
Enrico Letta, secretario del Partido Democrático (PD), de centroizquierda, en clausura de su campaña electoral.No haber sabido hablar a los jóvenes fue uno de los errores del Partido Democrático que, precisamente, debe la presencia de su única sección en Tor Bella Monaca, a un grupo de jóvenes. “Creo que les toca a las nuevas generaciones construir el Partido Democrático del futuro”, dijo este lunes Enrico Letta, anunciando su intención de dejar el liderazgo del partido en cuanto se celebre el nuevo Congreso. No haber tenido más valentía a la hora de apostar por el relevo generacional es una de las críticas que circulaban estos días hacia la dirección del partido. Hay quien pide también un viraje más a la izquierda, empezando por los socios minoritarios de la coalición, Izquierda Italiana-Europa Verde que, superando la barrera del 3%, han obtenido un resultado mejor de lo esperado. Lo contrario de lo que pasó con el cartel del partido situado en la izquierda de la izquierda, Unión Popular, liderada por el exfiscal y exalcalde de Nápoles Luigi De Magistris, a quien habían apoyado Jean-Luc Melenchón y Pablo Iglesias y que se quedará fuera del Parlamento. Otra de las críticas al PD es haber centrado la campaña electoral en el miedo a la llegada de la ultraderecha en lugar de presentar su propia propuesta para un país necesitado de ilusión y de impulso. Letta, ex primer ministro, pasó de ser el gran traicionado del PD, no consiguió aglutinar a las otras fuerzas progresistas para derrotar a la derecha. Hace un año y medio, regresó de París donde fue decano de Asuntos Internacionales de la prestigiosa universidad Sciences Po. Reforzó una formación en crisis y dividida y aspiraba a frenar la derecha hegemonizada por los postfascistas de Georgia Meloni, quien encabezaba todas las encuestas con su partido Hermanos de Italia y podría convertirse en la primera mujer en llegar a la jefatura de gobierno. Para muchos observadores, las elecciones del 25 de septiembre eran también un plebiscito entre Letta y Meloni, entre dos visiones políticas, una, socialdemócrata europeísta, y, otra, ultraderechista nacionalista. Muchos entendieron que se podía acabar como la Hungría de Víctor Orbán, pero no lograron entender cuál era la alternativa que se proponía para evitarlo. Y compraron la propuesta de Giorgia Meloni, una mujer que llevaba tres décadas de militancia política, que ha sido ministra con Berlusconi pero que no había tomado el mando de una coalición. Era el último experimento de una larga serie.
Giorgia Meloni, la mujer que ha llevado a la ultraderecha al triunfo en Italia.El domingo 25, Italia afrontó las elecciones parlamentarias que convirtieron a la posfascista Giorgia Meloni en la primera mujer en llegar al poder al frente de un gobierno de ultraderecha por primera vez desde 1945. Pero, ¿quién es Giorgia Meloni? La pregunta resuena en Italia y en el extranjero desde hace semanas, desde que, tras la caída del Gobierno de Draghi, su partido, Hermanos de Italia, se afianzaba como la ganadora de las elecciones. ¿Es la mujer del discurso incendiario en el mitin de Marbella de Vox o la líder de una derecha europea y atlantista que s presentó a las entrevistas en televisión? ¿Es la secretaria de un partido que considera a los nostálgicos del fascismo los “tontos útiles de la izquierda”, como dijo en alguna ocasión, o la que se desgañita gritando en un mitin que sueña “con una nación en la que las personas que han tenido que bajar la cabeza durante muchos años, fingiendo que la pensaban de otra manera para que no les echaran, puedan decir lo que piensan y no perder su trabajo por esto”? ¿Es la “mujer más peligrosa de Europa”, como decía la última portada del semanal alemán Stern, o la política que promete mantener la unidad europea sobre las sanciones a Putin? La campaña electoral, corta y al mismo tiempo larguísima, ha sido para ella un juego de equilibro para no decepcionar a la militancia, pero también para evitar tropiezos cuando el viento soplaba a favor. Una labor que Meloni empezó en realidad hace mucho tiempo, mucho antes de que se produjera la caída del Gobierno de Draghi y el adelanto electoral que la ha llevado al triunfo. Hace un poco más de un año, esta mujer que ahora tiene 45 años publicó su propia biografía para contar “en primera persona quién soy, qué es lo que creo y cómo he llegado hasta aquí”. El libro se titula Io sono Giorgia, aquel “yo soy Giorgia” con el que arrancaba la frase “yo soy Giorgia, soy una mujer, soy una madre, soy cristiana” que Meloni gritó en un mitin de 2019 y al que dos disyoqueis pusieron música con el intento de mofarse de ella, convirtiéndola en cambio en un éxito bailado en las discotecas de toda Italia. En la forma en la que está construida esta biografía hay muchas claves del éxito del 'fenómeno Meloni', aunque sea un fenómeno cultivado en 30 años de actividad política. “Dicen que damos miedo. ¿A quién le damos miedo? ¿Os doy miedo?”, dijo el pasado jueves en el cierre de la campaña electoral en Roma, el primero donde ella era la líder y los gregarios de la coalición, el papel que le había tocado hasta ahora, eran otros.
¿Qué pasará con la ciudadanía italiana tras el triunfo de la ultraderechista Giorgia Meloni?“Un largo recorrido —recuerda en ElDiario.es Mariangela Paone, enviada especial a Roma (Italia) — que empezó en 1992, cuando una quinceañera Meloni tocó a la puerta de la sección juvenil del Movimento Sociale Italiano, el partido fundado tras la II Guerra Mundial por los que habían sido hasta el final secuaces de Mussolini. Aquel local, en el número 8 de vía Guendalina Borghese, es ahora una sede de Hermanos de Italia, en la Garbatella —en Roma, donde nació en 1977— el barrio de izquierdas donde Giorgia Meloni se crio. ‘Allí encontré a mi segunda familia. Ciertamente más numerosa que la de origen’, cuenta en el libro, que arranca con el recuerdo de las llamas que envolvieron su casa que ella y su hermana incendiaron por accidente mientras jugaban. Capítulo tras capítulo, los detalles más íntimos de su vida se entrelazan con la defensa del ideario de su partido. Y así, el abandono sufrido por parte de su padre que, cuando ella era aún una niña, se subió a un barco rumbo a Canarias y nunca volvió, se convierte en una de las razones que la empuja a rechazar la adopción para las parejas homosexuales o las personas solas. O el relato de la decisión de su madre de no abortar, como se había planteado cuando se quedó embarazada de ella, abre la explicación sobre su visión de la actual ley de aborto en Italia. Meloni ha repetido en más de una ocasión que no quiere modificar esa norma sino aplicar la parte que habla de “prevención”. Pero, es obvia la realidad de un país donde el derecho a abortar se ve comprometido porque dos ginecólogos de cada tres se declara objetor de conciencia y, en regiones como Las Marcas, gobernada precisamente por Hermanos de Italia, se ha restringido el plazo para la suministración de la píldora abortiva RU-486. A los veranos pasados en Canarias, obligada junto a la hermana a compartir unas semanas con su progenitor, atribuye su familiaridad con el español, el idioma en el que se expresó durante el discurso del mitin de Vox en Marbella del pasado junio al que todos se han referido en estos meses para desmontar su imagen de moderación. En español, inglés y francés, habló en un vídeo al comienzo de la campaña para decir que el fascismo era cosa del pasado y que estaba ‘lista’ para gobernar, ‘le guste o no a la izquierda’. ‘Pronti’, listos, ha sido el lema de la campaña. Ella se viene preparando toda la vida y no lo niega. ‘Quien la recuerda en sus años juveniles, cuando lideraba las protestas contra la reforma educativa promovida por el gobierno democristiano de le época, disputándole a la izquierda el monopolio de la contestación, habla de ella como de una chica decidida y lista”.
“Dios, patria y familia”, para la líder del partido de extrema derecha italiano Hermanos de Italia.Cuando Meloni entró en el partido, la sección juvenil del MSI se llamaba "Frente de la Juventud", luego pasó a denominarse Acción Jóvenes, cuando Gianfranco Fini a mediados de los noventa transformó el partido en Alianza Nacional, llamando al fascismo “mal absoluto” y entrando así en el primer Gobierno de Silvio Berlusconi. En agosto, un sitio francés recuperó y publicó el vídeo de una Meloni, por aquel entonces de 19 años, que decía que Mussolini había sido “un buen político”, y que no había habido otros como él en los últimos 50 años. El símbolo del Frente de la Juventud era una mano que sujetaba una antorcha con el tricolor de la bandera italiana y con, pequeñas modificaciones, es prácticamente el mismo de la sección juvenil de Hermanos de Italia, en cuyo logotipo sigue apareciendo la misma llama verde, blanca y roja que había en el símbolo del MSI. Así como “Dios, patria y familia” sigue siendo un eslogan que la líder de Hermanos de Italia defiende y reivindica. “Los nostálgicos del fascismo son los tontos útiles de la izquierda”, reitera sin embargo Meloni. Lo hizo en una entrevista al Corriere della Sera hace un año cuando una investigación periodística sacó a la luz las relaciones de un destacado miembro del partido con grupos radicales neofascistas. Y lo ha vuelto a repetir, con otras palabras, en una campaña electoral donde un candidato de su partido ha sido expulsado en Sicilia por celebrar a Hitler en las redes sociales y otro destacado miembro de la formación, hermano del dirigente Ignacio La Russa, hizo el saludo romano en el funeral de un militante y se justificó diciendo que era la voluntad del difunto. En 2008, cuando AN se había ya fundido con Forza Italia y Berlusconi ganó las elecciones con el Pueblo de la Libertad, ella entró como ministra de la Juventud en un Gobierno necesitado de caras nuevas. No era una cartera muy importante, pero le dio visibilidad. Y ella siguió estudiando. Fueron los años de la Gran Recesión, de la prima de riesgo desbocada y de una experiencia de Gobierno que acaba con Berlusconi fuera y un Ejecutivo técnico liderado por el excomisario europeo Mario Monti. Es allí cuando Meloni decidió que había que emprender un nuevo camino o, según se mire, retomar el viejo. Junto a otros compañeros, funda una nueva formación cuyo nombre son las primeras tres palabras del himno nacional: Hermanos de Italia. En las últimas elecciones generales, en 2018, superó por poco el 4 por ciento. Luego llegaron las europeas de 2019, con un 6,4 por ciento. Un año después estaba ya presidiendo el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, al que también pertenecen Vox, el polaco Ley y Justicia, los conservadores británicos o el partido extremista sueco Demócratas Suecos. Estos son sus aliados internacionales, entre los que Vox tiene un lugar especial, el “partido hermano gemelo” de Fdi, lo define Meloni, quien en una entrevista a EFE dijo que desea que su triunfo en Italia abra el camino para sus aliados en España. A esta red de relaciones internacionales hay que añadir el húngaro Victor Orban que, en 2019, fue el invitado especial de Atreju, la manifestación política del partido que se celebra cada año y por la que han pasado políticos de todos los colores. “En tantos años fue el momento más emocionante”, dijo Meloni.
Giorgia Meloni, la mujer que ha llevado a la ultraderecha al triunfo en Italia.Meloni menciona a menudo a Tolkien así como a escritores como Gilbert Keith Chesterton con su famosa frase “llegará el día en el que tendremos que desenvainar las espadas para demostrar que en verano la hierba es verde”. Pero también cita canciones de artistas identificados con la izquierda italiana como las de Francesco Guccini o Francesco de Gregori. Hay quien la ha criticado por haber sembrado su biografía de citas que parecen sacadas a beneficios de Instagram, y que quedarían bien en las redes sociales de cualquiera. Pero, entre una cita de Víctor Hugo y una de Pasolini, en las páginas donde se habla de inmigración y de bloqueo naval en el Mediterráneo, la crítica a la globalización y al multiculturalismo desliza hacia las teorías de sustitución étnica tan populares en la extrema derecha en este y en el otro lado del Atlántico. Meloni habla de su adolescencia de chica obesa, que sufrió acoso por eso y que de ello sacó partido. “Me puse a régimen y perdí 10 kilos en tres meses”, escribe. “Aprendí que los enemigos son útiles”. Rodeada en el partido por un grupo de fieles que atravesó junto a ella la historia de la derecha posfascista —como su mano derecha, Francesco Lollobrigida, que es también el marido de su hermana— ha ido construyendo el éxito del partido del que es “el” presidente. Así, declinado al masculino, es como aparece en las notas de la formación: el presidente y no la presidente. Meloni siempre ha dicho que “no es feminista” y que no le gustan las cuotas rosas porque “las mujeres no son un panda en vía de extinción”. Ahora, se prepara para ser la primera mujer en sentarse en Palazzo Chigi, donde ha llegado, manteniéndose en la oposición durante los últimos cuatro años, en los que ha visto cómo se desinflaba el fenómeno Salvini y cómo su partido crecía. Muchos la han votado para “probar otra cosa más, tras haberlo visto todo”. La campaña electoral ha acabado, las urnas han llevado a ella y a su partido el triunfo que esperaban y “el día después” será el momento de ver quién es realmente Giorgia Meloni. “Si consiguiera limar estos defectos —escribe en su biografía, refiriéndose también al tono de sus intervenciones en los mítines— seguramente mi imagen se beneficiaría. Pero, ¿sería verdaderamente yo? En el fondo, creo que un personaje público no pueda mentir. En el largo plazo no puedes esconder quién eres, para bien y para mal. Y tampoco es justo hacerlo. La gente tiene que creer en ti por lo que realmente eres, no lo que finjas ser. Y, de todas formas, el bluf, antes o después, siempre acaba descubriéndose. He visto a muchos políticos ‘construidos’, que tienen una cara y un alma en público y luego se deforman en cuanto se apagan los focos. Pero nunca han durado”.
Guerra en Europa y fascismo en Italia.“Ponerse melancólico —escribe Aníbal Malvar en Público— es sencillo cuando hay guerra en Europa y fascismo en Italia. No puedo dejar de relacionar ambos acontecimientos. Sucedió hace un siglo con la llegada de Mussolini al poder en 1922. La guerra de los Balcanes entre 1991 y 2001 tenía componentes étnicos y religiosos que hacían imposible no compararlos con los genocidios nazi-fascistas o la deshumanización criminal estalinista. Desde aquella guerra yugoslava, el neofascismo que no quiere ocultar su nombre fue medrando en toda Europa, hasta instalarse hace unos días en la cuna de nuestra civilización. En la Roma de Séneca y Cicerón hoy impera el pensamiento de Giorgia Meloni. Ya he escrito alguna vez que, en los últimos años, los científicos han ido percibiendo una desescalada progresiva del cociente intelectual de las nuevas generaciones (no solo las del PP). Somos más tontos, más manipulables, más fascistas a pesar de que vivimos con un acceso a la información que ninguno de nuestros antepasados soñó nunca gozar. Hoy mismo, el pueblo europeo no sabe si la destrucción del gasoducto báltico es cosa de la OTAN o de Putin. Volodimir Zelenski es considerado un héroe resistente contemporáneo por buena parte de la opinión pública, a pesar de que no se cansa de posar con símbolos nazis incluso en fotos oficiales. No exigimos saber, y eso nos va a matar con más implacabilidad que cualquier asteroide. A veces parece que la OTAN —o sea, EEUU— nos ha ido montando desde hace varios años esta guerra con Rusia para destruir toda posibilidad de una Europa más unida y libre. Que Putin, financiador del neofascismo europeo, está también encantado con el olor a sangre en la civilización más avanzada del planeta, no es un secreto para nadie. Que como corolario a esta guerra nos salga de ella un fuerte renacimiento neofascista, no parece tampoco preocupar a nuestros aliados del otro lado del Atlántico. Ellos nos trajeron la crisis de 2008 —nuestro 1929 prebélico—; después, la pandemia frenó la recuperación; superado el coronavirus, consideraron oportuno azuzarnos hacia una guerra evitable…Ya digo que voy perdiendo el sabio don de la frivolidad. Como mucho, me puedo reír con San Chin Choon, el de las mascarillas de Almeida, hasta que reparo en el hecho de que bajo su advocación nos han engañado los oligarcas de siempre, los vividores de la opulencia, los eternos impunes de rancia estirpe…”.
Elecciones italianas, vuelve el fascismo.Carnecruda, en un artículo titulado “Elecciones Italia: vuelve el fascismo” explica: “El fascismo llega al poder en Italia un siglo después. La seguidora de Mussolini, Giorgia Meloni, ha ganado las elecciones italianas con la coalición de ultraderecha que forma junto al extremista Salvini y al populista Berlusconi. Los amigos de Putin, Orban, Abascal y Le Pen formarán gobierno después de obtener la mayoría en el Parlamento y Senado. La internacional ultraderechista asesorada por Steve Bannon ha aplicado las mismas fórmulas que vienen dando éxito desde Trump: presentarse como alternativa al desencanto que provocan el sistema y la inestable clase política, aunque sus líderes sean un multimillonario, su viejo socio y su ex ministra de Juventud. Gana la antipolítica. ¿Quién es y de dónde viene Giorgia Meloni? ¿Qué es lo que propone para Italia y Europa? ¿Qué nos ha traído hasta aquí? ¿Qué retos tiene el futuro gobierno? ¿Cómo afectarán las elecciones a nivel global? Lo analizamos con las periodistas Irene L. Savio que está en Italia y está cubriendo las elecciones para El Periódico, con Mariangela Paone, que escribe para Eldiario.es, y con el historiador Steven Forti, autor de “Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla” y Jaime Bordel, coautor del libro “Salvini y Meloni: Los hijos del nuevo siglo italiano”.
Luis Moreno, profesor Emérito de Investigación en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos, escribe en Público el artículo ‘Italia se afea’, en el que dice: “Como cabalmente apuntaba Antonio Scuratti en la entrevista realizada por Enric González (muy recomendable, por cierto, la lectura del libro Historias de Roma, redactado sobre sus experiencias como corresponsal en la Ciudad Eterna, hace ya algunos lustros): ‘Los italianos, a diferencia de los alemanes, nunca asumieron que habían sido fascistas. La historia de aquellos años se ha contado desde la óptica de los antifascistas, que fueron relativamente muy pocos. No tuvimos que reflexionar sobre el hecho de que la mayoría de los italianos habían sido fascistas, verdugos, no víctimas. Mussolini no solo fue el inventor del fascismo. Fue el inventor de lo que hoy llamamos populismo. El primer principio del populismo es la identificación total del líder con el pueblo’. Respecto de la Meloni podría aseverarse que Benito Mussolini no era un fascista totalitario en sus prolegómenos. Era ‘simplemente’ un agitador político pragmático que, tras su Marcha a Roma de 1922, se hizo con el poder del gobierno italiano con la aquiescencia de la monarquía de los Saboya y, años más tarde, impuso un régimen basado en el matonismo y el despotismo personalizado. Pero fue más que eso: se convirtió en un dictador totalitario. El país campeón de la vanidad y el esteticismo siempre pretende salir airoso, aun en situaciones política embarazosas como la presente y sin los higiénicos procesos de catarsis social. Cosa parecida también sucede en otros países europeos donde el nacionalismo (en este caso estatalista) prima sobre la vergüenza histórica. En Italia el 25 de abril, Día de la Liberación, se conmemora cada año el final de la Segunda Guerra Mundial y el final de la ocupación nazi. Avergonzados por su responsabilidad en el horror de aquella guerra, cada vez más y más se extiende subrepticiamente la creencia de que la ‘liberación’ fue asunto de la gloriosa resistencia antifascista, la cual contribuyó, y no poco, a la derrota nazi. Pero el hecho incontrovertible e insoslayable es que fueron las fuerzas aliadas, y muy especialmente, las tropas estadounidenses, como siempre nos recordó Norberto Bobbio, quienes liberaron efectivamente a Italia del nazismo y el fascismo. Recuérdese que la mayoría de los italianos (4,6 millones de los 7,6 de votantes) lo habían hecho por Mussolini en las elecciones de abril de 1924, posibilitando así su control posterior de todos los resortes del poder. Ahora la (post) fascista Meloni se ha hecho con una mayoría (minoritaria) dentro de una amplia coalición de derechas que incluye los partidos de Matteo Salvini y Silvio Berlusconi. El triunfo de las derechas en Italia tiene consecuencias para Europa en el fragor de la furia imperialista que Putin muestra en Ucrania. Los italianos nostálgicos del viejo mundo bipolar de la URSS junto a aquellos antiamericanos de la ‘radical chic’, olvidadizos de que fueron las tropas USA y aliadas las que liberaron a su país de la monstruosidad fascista, no parecen darse cuenta de que el objetivo estratégico de Putin es el de romper la UE. Italia es un Estado miembro fundamental en el proyecto de Europeización y de defensa de nuestros valores civilizatorios, heredero del mundo grecolatino, nuestro crisol axiológico de referencia. La victoria de la coalición de derechas en Italia son buenas noticias para Putin y malas para los europeístas”.
En 1922, el líder fascista Benito Mussolini tomaba el Gobierno de la mano de la Monarquía y sus partidos afines. Cien años después, la ultraderecha italiana volvía a conseguir una victoria en las elecciones del pasado domingo, en las que Georgia Meloni era la gran protagonista con su partido “Hermanos de Italia”, el más votado con más del 26% de los votos. La formación es una escisión del Movimiento Social Italiano, fundado por el reconocido fascista Giorgio Almirante. Si Meloni, finalmente, es nombrada como primera ministra de Italia, pronto la veremos fotografiada junto a otros líderes europeos como Emmanuel Macron u Olaf Scholf.
El diputado de ERC señala la fórmula tripolar que ha hecho ganar a la ultraderecha: “Fachas en la calle, guerra judicial y mentiras en la tele”. El representante de izquierdas indica que no es casual que la ciudadanía esté expuesta a “mentiras que coinciden con la agenda de la derecha y de la ultraderecha. Mentiras sobre delitos, sobre política, servicios, impuestos, inmigración; no es casual que la gente sepa más del Falcon y los viajes de Irene Montero que lo que pactaron durante años siete constructoras como si fueran un cártel”.
El humorista canario, Ignatius Farray, una de las mentes más locas y más cuerdas de la 'commedia' española, ha dejado una de sus clásicas reflexiones entre la ironía y la genialidad en forma de breve hilo: “Lo grave no es que se normalice la ultraderecha diciendo que hace políticas de centro, lo grave es que se nos venda el centro como la única izquierda posible… Y también es muy triste y preocupante que le tengamos que decir adiós a nuestra Belén Esteban porque a partir de hoy estará muy ocupada gobernando Italia”. El inventor del irónico cántico “¡fascismo del bueno!” también ha dejado unas palabras sobre los eufemismos de los últimos días: “Estamos a dos eufemismos más de que en los informativos se empiece a hablar de fascismo del bueno”.
Joan Baldoví solo ha
necesitado dos palabras para definir a la infanta Elena, tras salir a la luz un
vídeo en el que ésta mostraba su soberbia con una periodista. Indignada porque
se dirigiera a ella simplemente por su nombre de pila, la hija de Juan Carlos
estallaba contra una reportera de Telecinco. La situación despertó la ira del
portavoz de Compromís quien dedicó el lunes un contundente mensaje a la
infanta, a quien le recordaba que “la dignidad se la gana uno, no viene de
cuna. ¡¡Niñata malcriada!!”. De esta forma se refería el político valenciano a
la hermana de Felipe VI, quien había respondido con desprecio a la periodista.
Ser madrileño es
muchísimas cosas para la pressidenta Isabel Díaz Ayuso. Cada día que pasa, ella o quien le
escribe los discursos, encuentran una nueva forma de definir lo que es ser
madrileño: no encontrarte con tu ex por la calle, flipar con los atascos o
poder tomar cañas sin sentirte culpable mientras los sanitarios luchan a brazo
partido contra una pandemia mundial. “Ser madrileño —aseguró
ella— es una actitud ante la vida. Consiste fundamentalmente en que tu éxito
dependa de tu trabajo y no de las decisiones de otros”. Una introducción con la
que cualquiera que use Youtube pensará que la señora le va a vender
criptomonedas o un curso para hacerse rico en tres meses. A lo que el diputado
y ahora precandidato de Compromís a presidir la Generalitat Valenciana,
respondió con su propia definición: “Ser valenciano es una actitud ante la
vida. Consiste en tener que soportar las sandeces de una presidenta que recorta
en sanidad, educación y servicios sociales a las personas mayores, mientras da
contratos irregulares a su hermano y lee las tonterías que le han escrito otros”.
La
respuesta de Baldoví se hizo rápidamente viral, con más de 4.000 'me gusta'.
(Tremending)
De la mano de la presidenta Isabel Díaz Ayuso, Cristina Cifuentes volvió el pasado jueves a la Real Casa de Correos, en la sala desde la que anunciara su dimisión, para sumar en esta ocasión su retrato al de los expresidentes Leguina, Gallardón y Aguirre. El autor del retrato institucional fue el pintor Rafael Cidoncha. Pero muchos otros artistas lo han 'reinterpretado' a su manera en las redes. Por ejemplo, éste:
-Gracias por el cuadro,
Isa. Es muy bonito.
-Con que no te lo lleves a casa como las cremas, me conformo.
Mientras buceaba en el
mar de Siracusa, el buzo italiano, Enzo Maiorca, sintió que algo le golpeó por
la espalda. Se dio la vuelta y vio un delfín. Entendió que no estaba jugando,
sino expresando algo. El delfín se zambulló y Enzo lo siguió. A una profundidad
de 12 metros, atrapado en una red, había otro delfín. Después de lograr
liberarlo, cuando los dos delfines salieron a la superficie, emitieron un grito
casi humano (así lo describió Maiorca). Los delfines pueden mantenerse bajo el
agua hasta 10 minutos y luego ahogarse. El delfín cautivo era una hembra a
punto de dar a luz. El macho la rodeó, se paró frente a Enzo y tocó su mejilla
(como un beso), un gesto de gratitud. Enzo terminó su discurso con las
palabras: “Hasta que el hombre aprenda a respetar y comunicarse con el mundo
animal, nunca podrá conocer su verdadero papel en esta tierra”.
El humor en la prensa de esta semana: Ermengol, El Roto, Peridis, Eneko, Enrique, Vergara, Manel F, Indígoras y Pachi, Dominique Mutio, Malagón, Miki y Duarte, Riki Blanco…
El humor isleño de Pep Roig:
Los vídeos de esta semana:
¿Quién es la
ultraderechista Giorgia Meloni, primera mujer en gobernar Italia?
Triunfo rotundo de
Giorgia Meloni en Italia
Giorgia Meloni:
"Gobernaremos para unir a los italianos"
Giorgia Meloni, la
ultraderechista que gobernará Italia
Elecciones Italia: vuelve
el fascismo (CARNE CRUDA)
La Base #2x09 - Italia:
ganan los fascistas
Alerta tricolor: la
ultraderecha gobernará Italia
Polònia
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