viernes, 28 de octubre de 2022

Reflexiones de Ángeles Caso, periodista y escritora asturiana.

 

Angeles Caso no quiere nada o casi nada.

Nacida en Gijón, el 16 de julio de 1959, Ángeles Caso es una escritora, traductora, periodista, editora, política y feminista española que, en su adolescencia, estudió idiomas (habla inglés, francés, italiano y portugués), música y danza. Se licenció en Geografía e Historia, especialidad Historia del arte, y tuvo la oportunidad de presentar el programa “Panorama regional” en su Asturias natal, encaminando sus primeros pasos hacia el periodismo. Durante 1985 y 1986, presentó el Telediario de TVE y el programa de entrevistas “La tarde”. A los 35 años, da un giro en su vida y se aleja del periodismo, sin dejarlo nunca del todo, para iniciar su carrera literaria.

En 2001 ganó el premio Fernando Lara de novela con “Un largo silencio”. En 1994, fue finalista del Premio Planeta con “El peso de las sombras”, galardón que finalmente ganó el 15 de octubre de 2009 por su novela “Contra el viento”. Alterna la narrativa con ensayos históricos en los que presta especial atención a la Edad Moderna y la visión de la mujer a lo largo de la Historia. También es autora del guion de la película “Deseo” (2002), de Gerardo Vera.

“En este momento de mi vida —ha escrito recientemente Ángeles Caso—, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila. También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una persona amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piense que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo”.

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