El cuento de la abuelita.
Así contaba el pasado
lunes Ignacio Escolar el cuento d la abuelita: “Érase una pobre abuelita
sexagenaria que presidía un partido madrileño incompatible con la corrupción. A
pesar de su alegría y su bondad, la abuelita tropezaba una y otra vez con
malvados políticos que se aprovechaban de ella y abusaban de su confianza para
robar. Bajo las faldas de esta sexagenaria de voz temblorosa, creció un
consejero de Deportes llamado Alberto López Viejo, que se llevó 5,5 millones de
euros en mordidas de la Gürtel. Y unos consejeros de Sanidad llamados Juan José
Güemes y Manuel Lamela, imputados por cohecho y prevaricación. Y un presidente
de la patronal como Gerardo Díaz Ferrán, hoy preso en Soto del Real. Y un
montón de alcaldes, concejales y diputados autonómicos que hicieron de la
Comunidad de Madrid un lodazal que la pobre abuelita se afanaba por limpiar. La
abuelita se llama Esperanza Aguirre y ayer volvió a tomar el pelo a los
ciudadanos con otro cuento increíble de tragar. A la pobre sexagenaria la han
vuelto a engañar, una vez más. Ha descubierto, ‘alucinando en colores’, que lo
que medio Madrid ya sabía sobre Francisco Granados era verdad: que su fiel
lugarteniente era un político corrupto, un chorizo, un ladrón que al parecer se
forró cobrando comisiones del 3% aquí y allá.
“Si hubiera tenido la
sospecha más mínima, habría actuado con prontitud’, dice ahora Esperanza
Aguirre. No puede ser más cínica. Descartado que Aguirre sea estúpida, sólo
queda pensar que no se quiso enterar. Francisco Granados es el mismo político
al que le quemaron un coche en su garaje que estaba a nombre de un constructor
de su pueblo, pero conducía su mujer. En lugar de sospechar, Aguirre llegó a
decir que era ‘un atentado político’. Granados es también el político que se
construía a su medida una enorme mansión del tamaño de un centro de salud y que
no parecía tener intención de pagar. Y es también el mismo político siniestro
que escogió a varios de los espías de la Gestapillo, esa agencia de mortadelos
pagada por la Comunidad de Madrid y que en parte estaba formada por guardias
civiles de Valdemoro, el pueblo del que Granados fue alcalde. El fétido olor de
la corrupción hace años que impregnaba todo lo que Granados tocaba. Lo sabíamos
varios periodistas, que publicamos muchas de estas historias. Lo sabía la
oposición, que le señalaban como gran conseguidor. Lo reconocían en privado
otros dirigentes del PP, que contaban que desde Génova le habían llamado la
atención. Lo sabía medio Madrid, menos Esperanza Aguirre. Ella no…
“Aguirre dice ahora que ‘no
va eludir su responsabilidad’. ¿Y cuál es esa responsabilidad? ‘Pedir disculpas’,
nada más. La abuelita retirada de la política que aún preside el PP de ‘Madrid
dice sentir ‘una profunda vergüenza’, pero no se plantea dimitir. También
seguirá trabajando para una empresa de cazatalentos; es evidente su buen ojo a
la hora de fichar. Hay que recordarlo: Esperanza Aguirre llegó a la presidencia
de la Comunidad de Madrid gracias al 'tamayazo'; fue el propio Francisco
Granados quien presidió la comisión de investigación parlamentaria para ‘aclarar’
ese caso de corrupción. Fue la candidata que pagó gran parte de su campaña
electoral a la Gürtel, por medio de ‘donativos’ de empresarios como Díaz Ferrán
y Arturo Fernández a Fundescam.
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