19 de marzo. Sonrisa mefistofélica.
Leo los comentarios que hace Gianfranco Girotti en “L'Osservatore Romano”, periódico oficial de la Iglesia. Recuerda monseñor que la vieja lista de pecados, elaborada por el Papa Gregorio Magno en el siglo VI y popularizada por Dante Alighieri en “La Divina Comedia”, no basta para describir los tiempos modernos. Y cita los pecados capitales en estos tiempos de la globalización. “Uno no ofende a Dios sólo al robar, blasfemar o desear la mujer del prójimo –asegura Girotti, responsable de la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sece, quien se ocupa de la confesión y de las indulgencias plenarias–. También se ofende cuando contaminamos el medio ambiente, participamos en experimentos científicos dudosos y en la manipulación genética, incluidos embriones, cuando acumulamos excesivas riquezas, consumimos o traficamos drogas y provocamos pobreza, injusticia y desigualdad social". Según él, los nuevos pecados sociales, como tomar anticonceptivos o investigar con células madre, así como la terapia genética, entran dentro de este nuevo grupo de pecados sociales y deben añadirse a los ya “clásicos mandamientos de la Santa Madre Iglesia”.
Si los siete pecados capitales originales tienen una dimensión fundamentalmente individualista, los nuevos, según este obispo franciscano, tienen, además, una fuerte repercusión social. Sus declaraciones son conocidas días después de que el alto prelado lanzara, durante un seminario, una alarma sobre otro tema: el número cada vez menor de fieles que confiesan sus pecados. Según sus cifras, casi el 60% de los mismos no concurre a los confesionarios. ¿Acudirán ahora que ha ampliado la lista de pecados y que el Papa ha confirmado la existencia del averno?
Porque, a la vista de los condenados habituales que ya llenan las calderas de Botero, ni siquiera los más ricos e influyentes se salvarían de la condenación eterna. De acuerdo con el ranking de super millonarios publicado a principios de marzo por la revista Forbes, se puede anticipar que inversionistas como Warren E. Buffet, uno de los inversionistas estadounidenses mejor conocidos a la vez que exitosos del mundo actual, quien se opone al principio de transferir grandes fortunas de una generación a otra; Carlos Slim, el mexicano más rico del mundo o Bill Gates, el norteamericano cofundador de Microsoft, y otros muchos se dirigen, según las insinuaciones de Girotti, de cabeza al Infierno, sin que su filantropismo les salve de la caída. Igualmente, de acuerdo con sus teorías, habría que incluir a todos los científicos dedicados a la manipulación genética, a los grandes contaminadores del planeta, y a los chinos, que tampoco se salvan de las llamas. Todos ellos, seguros candidatos al fuego eterno. De manera que ese lugar, garantizado por la sonrisa mefistofélica y confirmado por la Iglesia, se podría llenar en unos años y hasta habría que estudiar su ampliación.
Si los siete pecados capitales originales tienen una dimensión fundamentalmente individualista, los nuevos, según este obispo franciscano, tienen, además, una fuerte repercusión social. Sus declaraciones son conocidas días después de que el alto prelado lanzara, durante un seminario, una alarma sobre otro tema: el número cada vez menor de fieles que confiesan sus pecados. Según sus cifras, casi el 60% de los mismos no concurre a los confesionarios. ¿Acudirán ahora que ha ampliado la lista de pecados y que el Papa ha confirmado la existencia del averno?
Porque, a la vista de los condenados habituales que ya llenan las calderas de Botero, ni siquiera los más ricos e influyentes se salvarían de la condenación eterna. De acuerdo con el ranking de super millonarios publicado a principios de marzo por la revista Forbes, se puede anticipar que inversionistas como Warren E. Buffet, uno de los inversionistas estadounidenses mejor conocidos a la vez que exitosos del mundo actual, quien se opone al principio de transferir grandes fortunas de una generación a otra; Carlos Slim, el mexicano más rico del mundo o Bill Gates, el norteamericano cofundador de Microsoft, y otros muchos se dirigen, según las insinuaciones de Girotti, de cabeza al Infierno, sin que su filantropismo les salve de la caída. Igualmente, de acuerdo con sus teorías, habría que incluir a todos los científicos dedicados a la manipulación genética, a los grandes contaminadores del planeta, y a los chinos, que tampoco se salvan de las llamas. Todos ellos, seguros candidatos al fuego eterno. De manera que ese lugar, garantizado por la sonrisa mefistofélica y confirmado por la Iglesia, se podría llenar en unos años y hasta habría que estudiar su ampliación.
Así son las enseñanzas y dogmas de la fe cristiana, al contrario de otros hechos y acciones un tanto molestos de los que se guarda un prudencial silencio. Nada dicen ni nada opinan los entendidos en el Vaticano sobre la especulación del dinero en manos de prelados y jefes de la Iglesia. En este y otros casos, el arzobispo Girotti, experto en asuntos sociales, ignora o simula que sus colegas, Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, así como Francisco Gil, arzobispo de Burgos, hayan estado invirtiendo en los últimos años fondos de la Iglesia en compañías farmacéuticas como Pfizer, una multinacional que tiene como producto estrella la Viagra, así como un anticonceptivo inyectable con mucho éxito en Estados Unidos. Sin duda resulta más prudente para él no airearlas demasiado.
1 comentario:
La crisis también afecta a la curia. La nueva relación de pecados supone el intento de paliacíón económica amortizando en cash mediante "bulas." El mensaje no es otro que garantizarse la salvación librándose de las llamas, aún pecando todo lo que se quiera. Se puede experimentar, contaminar, enriquecerse,y promover guerras, pero si se paga, y colocas la equis en la casilla correspondiente de la declaración de la renta, dios te perdona, mediante la absolución intermediadora del cura de tu distrito. Gran cantidad de ventajistas del regimen de Franco, (no puedo imaginar pecadores más evidentes que estos) pretendieron salvar su alma, estipulando la donación de alguna propiedad inmobiliaria (generalmente en el centro de las grandes ciudades) a alguna congregación o orden mariana, tras el fin del régimen de inquilinato explotador con que sustentaron sus vidas. Estos tipos del Vaticano están pidiendo descaradamente, y para ello amplian la oferta. Nada nuevo.
chiflos.
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