30 de marzo. Formoso sigue defendiendo lo que considera suyo
Más tarde, me incorporé en la delegación de Zeta en Palma de Mallorca en la que trabajé a pleno rendimiento. Hasta que sufrí las consecuencias del cambio ocasionado tras el 23-F. Recuerdo que, en el verano del ochenta y cinco, el entonces subdirector de “Interviú”, Pedro Palacios, me pidió algo insólito: que hiciera de chófer de Cela y le acompañara en sus entrevistas a gente importante que veraneaba en la isla. El periodismo de investigación y de denuncia había cedido el paso al de laxitud y de nombres famosos. Y comprobé algunas facetas del académico, precavido y con cierto respeto por la velocidad. Cela tenía fama de ser un señor sin pelos en la lengua, al que nadie osaba contradecirle. Lo que él decía iba a misa. Aunque su decisión de no rebajarse en premios literarios en los que aseguraba no creer, fue cediendo hasta participar en alguno de los más comerciales.
Pero volvamos al tema de la novela de Carmen Formoso, “Carmen, Carmela, Carmiña”, que ya había casi olvidado. La acusación de plagio sobre “La Cruz de San Andrés”, obra de Camilo José Cela con la que ganara el Planeta en el año 1996, había llevado a sus más próximos a una defensa a capa y espada de su nombre. El consejero delegado del Grupo Planeta, José Manuel Lara, descartó la existencia del delito con estas palabras: “No se me ocurre pensar ni cómo es posible que un autor de la altura de Cela plagiara a una escritora desconocida. Sería una chapuza utilizar una de las novelas presentadas al premio para que se la apropiara otro escritor”.
Carmen Balcells hace una rotunda defensa de la Editorial Planeta: ”Como otras editoriales que tienen premio –escribió la agente literaria de Cela–, Planeta estimula a los escritores a que se presenten, y lo hace para que ganen. Es totalmente inverosímil que esta editorial tomase un manuscrito presentado al premio para entregárselo a otro autor para que lo copiara y premiarlo en la misma convocatoria. Cela no necesita, y la duda ofende, plagiar a nadie; y porfa, no juzguen a los escritores por su comunismo, su fascismo, por su hermosura o por su gordura, Aténganse al pie de la letra”. Refiriéndose a Carmen Formoso, dijo: “Se trata de una escritora de 60.000 años, inédita, sospechosa de paranoia, que registra en la Propiedad Intelectual los cuentos que escribe para sus nietos”.
Mientras tanto, Jesús Díaz Formoso, el hijo y abogado de Carmen Formoso, insistía en que estaba “absolutamente convencido” de que la editorial había pasado la novela de su madre a Cela. “No es difícil de imaginar el enorme daño que esta autora ha tenido que sufrir –escribía en Internet, “2001 Punto Crítico.es”–, viendo cómo la mayor editorial del país se apropia de su primera novela larga y organiza una trama delictiva, cuyo resultado es la publicación de una novela en la cual han sido utilizados los elementos fundamentales de su obra, o lo que es igual, sus propias vivencias personales, la historia de su propia familia, los recuerdos novelados, además del producto de tres años de recopilación de la documentación utilizada en su obra”.
En 1998, Formoso denunciaba el presunto plagio ante el juzgado de A Coruña. Éste se inhibe y la querella pasa al Juzgado de Instrucción número 2 de Barcelona que, el 28 de junio del mismo año, decide no admitirla a trámite. Díaz Formoso interpone un recurso de reforma que también es desestimado y un recurso de apelación que es, al fin, admitido y pasa a la Audiencia Provincial. Ésta ordena que el Juzgado de Instrucción abra la investigación.
El embrollo lleva cinco largos años en litigo, hasta que, a principios de julio del 2006, muerto ya Camilo José Cela, se abre un nuevo capítulo. Camen Formoso, acoge la decisión del Tribunal Constitucional a favor de la nueva revisión judicial de la querella por presunto plagio. La Sala Primera del Tribunal Constitucional otorga el amparo a Carmen Formoso y reconoce sus derechos fundamentales a la tutela judicial efectiva, de defensa y a utilizar los medios de prueba pertinentes al declarar la nulidad de varias resoluciones judiciales por no darle respuesta en sucesivos recursos.
La revisión judicial se ha alargado tanto que “ya pensaba que no me darían la razón hasta que estuviera muerta”, comenta la escritora y artista. La situación por la que atravesó “fue tan desagradable” que considera que la noticia casi no se la “podía creer”. Al contrario, Jesús, el abogado e hijo de la escritora, precisa que ya lo esperaba. Y Marina Castaño, viuda de José Cela, ¿qué ha dicho de todo esto? La viuda de José Cela se ha encerrado en su mundo y se he negado a hacer el mínimo comentario.