29 de febrero. Cada dos semanas se extingue una lengua en el mundo.
Con la extinción de lenguas indígenas se implanta la colonización y el racismo por parte no sólo de los blancos que buscan ante todo las riquezas materiales. Las multinacionales destruyen las tierras de los aborígenes australianos, en busca de uranio. Los buscadores de oro contaminan ríos y selvas amazonas. Las minas de carbón acaban con las tierras indígenas en Papúa Occidental. Los pueblos cuyas tierras contienen minerales, lo pierden todo a beneficio de las naciones ricas. Éstas se imponen fácilmente sobre los derechos de los indígenas. En México, los asesinos contratados por los narcotraficantes aterrorizan y asesinan a los Tarahumara. En Brasil, la policía militar tortura y mata a los makuxí. Los nambiquara son diezmados por una carretera financiada por el Banco Mundial. En Perú, las guerrillas maoístas asesinan a los Asháninka. Los Jumma, de Bangladesh, y los nuba, del Sudán, son masacrados por fuerzas gubernamentales. Las pruebas nucleares contaminan las tierras indígenas de Estados Unidos y Australia. Las compañías madereras saquean los bosques de todo el mundo sin que los beneficios de su producción lleguen a los indígenas. Los barabaig de Tanzania han perdido sus mejores pastos. Los bosques de los dayak, en Malasia, desaparecen por una tala indiscriminada. Los bhils de la India central son intimidados, golpeados y arrastrados fuera de sus casas para que la construcción de la enorme presa pueda construirse.
Survival recuerda que, cuando los primeros europeos llegaron a Brasil, hace 500 años, existían al menos cinco millones de indígenas. Cinco siglos de asesinatos, torturas, enfermedades y explotación asolaron la población nativa. Hoy, sobreviven sólo 350.000, mientras que cientos de tribus han desaparecido sin dejar rastro. Fue un exterminio silencioso y continuo, que prosigue aún en nuestros días. Líderes indígenas yanomami advirtieron que el proyecto de abrir tierra indígena a la minería podría “traer la muerte” a su pueblo, tal y como sucedió con los buscadores de oro en las décadas de 1980 y 1990. El pueblo indígena de los akuntsu, en el norte, fue contactado por primera vez por un equipo del Gobierno brasileño en 1995. Hoy, tan sólo sobreviven seis miembros. El resto fue masacrado por terratenientes que querían sus tierras. La lengua akuntsu, sin duda desaparecerá para siempre junto a este pueblo. Y como éste, un centenar de pueblos indígenas aislados en todo el mundo cuyas sus lenguas están entre las que corren un mayor peligro.
"Cada vez que un pueblo indígena se extingue y su lengua muere –sostiene Survival–, otro modo de vida y otra forma de entender el mundo desaparece para siempre. Incluso si ha sido estudiada con profundidad y grabada, una lengua sin personas que la hablen sirve de muy poco. Una lengua sólo puede vivir si su pueblo vive, y si queremos que los pueblos indígenas de hoy tengan un futuro, debemos respetar su derecho a escoger su propio modo de vida”. Según la UNESCO, las lenguas son vehículos de transmisión de los sistemas de valores y de las expresiones culturales, y constituyen un factor decisivo para la identidad de los grupos humanos y de las personas.
En el 2008, las Naciones Unidad han proclamado el “Año Internacional de las lenguas” y hoy Survival International denuncia que las lenguas indígenas desaparecen a un promedio de una cada dos semanas. Aún siendo un componente esencial del patrimonio viviente de la humanidad, como las define la organización cultural y educativa de la ONU, más de la mitad de las lenguas que existen están en peligro de extinción.