Paso histórico contra la tauromaquia… y “Tardes de soledad”.
Manifestación antitaurina, Madrid,
septiembre de 2023.La plataforma “No es mi
cultura” tiene algo más de tres meses para reunir 500.000 firmas y llevar a la
Cámara Baja una iniciativa que despoje a los festejos taurinos de su condición
de patrimonio cultural. La tauromaquia está blindada, desde 2013, por la Ley
para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural. La norma partió
de una legislativa popular (ILP) que, tras su paso por el Congreso, recibió el
apoyo suficiente como para terminar publicada en el BOE. Esa vez, los
partidarios de reforzar la tauromaquia lograron 650.000 firmas, la misma cifra
que se ha marcado ahora la plataforma “No es mi Cultura” para sacar hacia
adelante una ILP para tumbar la anterior. Por el momento, según Samuel Martínez, en el diario digital Público, ya
han obtenido 300.000 mil apoyos. “Lo que persigue la actual iniciativa es
precisamente que la tauromaquia deje de considerarse patrimonio cultural y,
así, que las distintas comunidades autónomas puedan decidir si prohibir las
corridas de toros, como hizo Catalunya en 2010, o cualquier otro espectáculo
taurino. Con la ley tal y como está en la actualidad, no podrían hacerlo. Según
Aïda Gascón, activista animalista y portavoz de la ILP, la norma es positiva y,
para el 19 de enero, fecha límite para entregar todas las firmas, se habrá
rebasado con creces el medio millón. En un principio, solo tenían de margen
hasta noviembre, pero una serie de demoras por parte de la Administración que
dificultaron que empezara el trabajo de recogida de apoyos habilitó a la
plataforma para solicitar una prórroga que le fue concedida. Los animalistas
ganaron, así, tres meses más”. Entre las
300.000 firmas que ya están en el saco figuran nombres de políticos/as como los
de Yolanda Díaz e Íñigo Errejón de Sumar; Irene Montero o Ione Belarra, de
Podemos; Rita Maestre, de Más Madrid; el de la exvicepresidenta primera de la
Generalitat Valenciana Mónica Oltra; la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau o
el otrora diputado y senador de comuns Joan Josep Nuet. También han otorgado ya
su apoyo figuras públicas del mundo de la cultura como la periodista y
escritora Rosa Montero; los actores Carlos Bardem, Asier Etxeandía y Cecilia
Gessa; el escritor Chechu García; los humoristas Facu Díaz, Arturo Valls, Ernesto
Sevilla y la Terremoto de Alcorcón; el sindicalista Pepe Álvarez; el rapero y
showman Arkano; los artistas y músicos Roberto Castresana, la Chica Sobresalto
(Maialen Gurbindo) o Izaskun Forcada; también varios miembros del grupo de
reggae Green Valley o el analista político Alán Barroso.
Aida Gascón, de Ánima Naturalis.Tanto Aida Gascón, como
el diputado de Sumar y miembro de Izquierda Unida (IU) Nahuel González, que
está apoyando a los promotores de la plataforma desde dentro del Congreso, saben
que la principal dificultad que va a encontrar la ILP cuando, eventualmente, se
reúnan todas las firmas necesarias y la Cámara Baja tenga que votar si la
admite o no a trámite, es el Partido Socialista (PSOE). Por supuesto, según
sigue explicando Samuel Martínez en Público, no cuentan ni con el Partido
Popular (PP) ni con Vox, pero sí esperan obtener la mayoría necesaria
arrastrando al PSOE, cuando menos, a que se admita a trámite la iniciativa.
Conscientes de que dentro de la formación socialista la tauromaquia altera
muchas sensibilidades en algunas regiones, la plataforma “No es mi cultura”
quiere presionar superando en firmas a la ILP contraria aprobada en 2013. Un
clamor popular tan claro, explica Gascón, debería impedir que el PSOE se
negase. Por otro lado, tanto ella, como Nahuel González ponen el acento en que
no debería ser tan difícil para los socialistas apoyar una iniciativa que “solo
busca que los distintos territorios puedan decidir si mantienen o no los
festejos taurinos”. Se refieren a que esta ILP en concreto no tiene por
objetivo prohibir los toros. De todos modos, ninguno de los dos esconde que el
camino que debe empezar a transitarse es el de inaugurar una nueva etapa en la
que se sienten unas bases sólidas para, más pronto que tarde, abrir un debate
profundo en España sobre la eliminación de la tauromaquia. Ambos opinan que la
prohibición de la tauromaquia es un capítulo posterior al de esta ILP, pero
que, en la actualidad, ya se dan las circunstancias óptimas para hablar de
ello: una mayor conciencia animalista por parte de muchos ciudadanos, el acceso
a la información y, sobre todo, los datos de asistencia a espectáculos
taurinos, que se mantienen en constante decrecimiento desde 2006, tal y como se
extrae de la edición de 2023 de la estadística anual de espectáculos taurinos,
dependiente del Ministerio de Cultura. En 2006, un 9,8% de los ciudadanos
declaraban asistir a corridas de toros u ostros festejos. En la temporada
2018-2019, justo antes de la pandemia, el porcentaje ya había descendido al 8%.
Casi dos puntos porcentuales en algo más de una década. Las siguientes estadísticas
son todavía más llamativas. En la temporada 2021-2022, solo un 1,9% declaró
haber ido a una fiesta taurina, aunque, al ser plena pospandemia, el descenso
tan drástico puede deberse a la situación compleja a nivel de asistencia a
eventos que atravesaba el país. En cualquier caso, las cifras globales son
claras. Cada vez menos gente acude a los toros. Con todo, en la plataforma “No
es mi cultura” son optimistas y esperan alcanzar esa cifra de 650.000 firmas.
No solo para superar las conseguidas por el sector taurino, sino porque siempre
se exigen más de 500.000 ―el mínimo para que una ILP pase el primer filtro del
Congreso― porque algunas suelen ser defectuosas. La plataforma cuenta con
equipos de recogida de apoyos hasta en cuarenta provincias y hasta 1.400
personas son fedatarias, es decir, están autorizadas para recoger firmas.
Además, tal y como apunta Gascón, también se pueden aportar de forma
electrónica.
Andrés Roca Rey llega al hotel tras una corrida de toros en 'Tardes de
soledad' Albert Serra, cineasta
catalán, en “Tarde de soledad” coloca su cámara en la plaza de toros y muestra
el sufrimiento y la agonía, pero también las bambalinas y la masculinidad de la
cuadrilla, en el filme más polémico. El
cine de Albert Serra hace sentir al espectador como si mirara a través de una
mirilla algo prohibido. Pero lo que encuentra al otro lado de la puerta no es
lo que el cine suele mostrar, sino lo que realmente rehúye. En la muerte de
Luis XIV, uno asistía a la descomposición de un monarca (y la monarquía) que
apenas podía moverse y que iba viendo cómo se acababa su tiempo mientras su
cuerpo se consumía. “Javier Zurro así lo advierte
en Eldiario.es: “Ahora el cineasta obliga de nuevo a observar
por una mirilla para descubrir el mundo de los toros como nunca se había
mostrado. Y lo hace en una película que ha noqueado al Festival de Cine de San
Sebastián y que lo dejará convaleciente durante unas jornadas. Serra ha rodado durante
cinco años un documental sobre la tauromaquia y lo ha presentado a concurso en
el Zinemaldia, donde era, de lejos, la película más esperada de la competición.
La única película ante la que todo el mundo llegaba virgen. Hasta ese momento,
no se habían visto imágenes, y más allá del comité de selección nadie sabía lo
que había dentro. El festival recuperó el misterio y la excitación que deberían
reinar siempre en un pase. Solo por eso, ‘Tardes de soledad’ es, de lejos, el
evento del certamen. Su estreno se produce en el año en el que se ha eliminado
el Premio Nacional de Tauromaquia y con una manifestación convocada por la
presencia del filme en el festival. Lo que ha logrado Albert Serra es colocar
su cámara a una distancia tan cercana al mundo de los toros que es imposible
escapar a ella. Y cuando uno coloca la lupa sobre algo, la verdad sale a la
luz. Durante décadas, el dominio de la realización televisiva dominante ha
generado un imaginario edulcorado y blanco… La cámara se ha centrado en el
folclore, en el disfrute, en la gente y, sobre todo, en el torero. Albert Serra
adopta una distancia como cineasta ―no posiciona su
cámara para decir al espectador lo que debe pensar―, pero, al buscar
constantemente cada detalle de lo que ocurre en la plaza, acaba creando un
relato despiadado de la violencia que se produce en la plaza. El lenguaje
cinematográfico destroza al televisivo y desvela la realidad. Como si una
corrida de toros se tratara, el filme sigue a la gran estrella del toreo Andrés
Roca Rey en su enfrentamiento con cinco toros, pero también en sus trayectos de
ida y vuelta a la faena”.
Javier Zurro advierte: “Sí,
muestra el miedo a la muerte del torero, pero nunca antes se había visto así el
sufrimiento del toro. Oímos su respiración. Oímos sus bufidos, porque aquí está
el gran hallazgo de ‘Tardes de soledad’. Escuchamos todo. Estamos obligados a
ver lo que no queremos ver, pero Serra también nos hace escuchar lo que siempre
se nos había privado. Con ello, acaba rompiendo otro tópico de los taurinos, el
supuesto gran respeto del torero por el toro. Aquí, Roca Rey y su cuadrilla
insultan a los toros (‘vete con tu puta madre’), y ensalzan sus genitales
humanos constantemente (‘Olé tus huevos’). Todo son huevos, cojones y gritos
ensalzando su masculinidad (‘Es un superhombre’). Hay varios detalles
importantes en las decisiones respecto a las corridas que realiza Albert Serra.
Una, que el filme comience con la única imagen de un toro fuera de la plaza; y
la segunda que ninguna corrida le otorgue al torero el privilegio de que él sea
la última imagen, sino que es el toro arrastrado con cuerdas sin ninguna
dulzura, con crueldad. Serra desnuda los ritos del toreo, quizás sin
pretenderlo, solo mostrándolos con la distancia del documental. La presencia
constante de la religión, la épica recargada e impostada de las frases vacías
que dicen, y hasta la forma de ponerse el traje de luces. Una de las imágenes
más potentes (y eso que hay unas cuantas) de este documental es la que muestra
al torero colocando su paquete, con un rosario y unas medias rosas. Un atuendo
que desprende un homoerotismo que contrasta con la masculinidad tóxica y
sudorosa de la plaza. Justo después, el torero necesita una persona que le
embuta en su traje. Lo hace levantándole a pulso. La misma persona que luego se
enfrentará a la muerte cinco minutos antes no es capaz de vestirse solo. Si las
partes en el ruedo son violentas y salvajes, casi hacen más daño las que
muestran la intimidad de los toreros. Serra coloca una cámara en su furgoneta.
Allí se ve el rostro impasible de Roca Rey, el gran misterio del filme, pero
sobre todo se escucha lo que dice esa cuadrilla pelota que aumenta el ego de su
jefe. Son frases vacías que creen profundas. ‘Te envidian los mediocres’, se
escucha decir cuando él no está contento con su faena. Quizás lo más importante
de todo es la propia existencia del cine de Serra, un cine no domesticado,
fuera de toda norma y que hace que nos planteemos cosas, que dudemos hasta de
nuestra sombra. Serra nos lanza a la cara sus imágenes y somos nosotros los que
las recogemos y decodificamos sin ayuda ni asideros. Algo inusual en el cine
actual. Lo que el cineasta muestra ocurre de forma pública en una plaza, aunque
no se quiera mirar. Quizás colocar una cámara dentro es la mejor forma de ser
realmente conscientes de todo lo que hay. No debemos tener miedo a mirar por la
mirilla incómoda de Serra, al revés. Puede que lo que haya al otro lado sea,
incluso sin que él sea consciente, uno de los retratos antitaurinos más
potentes posibles”.
Albert Serra defiende su documental: “Hay una fascinación en entender el
motivo que hay detrás”Mirian San Martín
presiente en Vozpópuli que quizás para el espectador la sorpresa ha sido no
solo tener acceso a un primerísimo primer plano de la muerte (y con ello, a la
sangre, al miedo o a la pena, en cada caso), sino tener un acceso privilegiado
a los comentarios no solo de Roca Rey, sino del resto de la cuadrilla, gracias
a unos micrófonos inalámbricos sin los cuales “no existiría gran parte de la
película”. La vida y la muerte se representa en todas las corridas y, en esta
película, se registraron imágenes y sonidos de un total de 14 festejos durante
dos años, en plazas como la Maestranza de Sevilla, Las Ventas, Bilbao o
Santander. Pero ¿por qué un joven se juega la vida en la plaza? “No lo sé ―responde
Serra―. Hoy en día, en que todo es comunicación, todo son opiniones. Un acto de
estas características tiene algo que recuerda que a veces es necesario, es
arriesgado. Miras la guerra en Ucrania y ves que, si quieren ganar, solo hay
una manera, que es luchando en el campo de batalla, no con discursos. De una
manera simbólica, en la película hay un momento en el que alguien afirma que ‘la
vida no vale nada’. Hay que arriesgarla para hacer algo, la conservación no te
lleva a ningún sitio, responde. Y, al salir del cine, había quien aún se
preguntaba si esta película era taurina o antitaurina”. Albert Serra no
escatima en sangre, punzadas, banderillas blancas teñidas de sangre, tampoco en
golpes arriesgados, simulacros de cornada y otros momentos peligrosos, y, al
contraste entre la gloria del matador convertido en una especie de héroe griego
y el remate de la muerte en segundo plano. El público se incorpora, coloca los
codos en las piernas, las manos en la barbilla, se muestra incómodo o
deslumbrado, pero nadie quita los ojos de la pantalla.
El periodista y escritor, Francisco González Ledesma, muerto en 2015, se
preguntaba si las corridas de toros tienen algo de “arte” o, simplemente, son
tortura y muerte a un animal.“Perdonen si empiezo con
una confidencia personal: yo, que soy contrario a los toros, entiendo de toros.
Durante años, cuando me recogieron en Zaragoza durante la posguerra, traté casi
diariamente con don Celestino Martín, que era el empresario de la plaza. Eso me
permitió conocer a los grandes de la época: Jaime Noain, El Estudiante,
Rafaelillo, Nicanor Villalta. Me permitió conocer también, a mi pesar, el mundo
del toro: las palizas con sacos de arena al animal prisionero para
quebrantarlo, los largos ayunos sustituidos poco antes de la fiesta por una
comida excesiva para que el toro se sintiera cansado, la técnica de hacerle dar
con la capa varias vueltas al ruedo para agotarlo... Si algún lector va a la
plaza, le ruego observe el agotamiento del animal y cómo respira. Y eso antes
de empezar. Vi las puyas, las tuve en la
mano, las sentí. El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso
debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios. ¿Quién es capaz de
decir que eso no destroza? ¿Quién es capaz de decir que eso no causa dolor?
Pero, claro, el torero, es decir, el artista necesita protegerse. La pica le
rompe al toro los músculos del cuello, y a partir de entonces el animal no
puede girar la cabeza y sólo logra embestir de frente. Así el famoso sabe por
dónde van a pasar los cuernos y arrimarse después como un héroe, manchándose
con la sangre del lomo del animal a mayor gloria de su valentía y su arte. Me
di cuenta, en mi ingenuidad de muchacho (los ingenuos ven la verdad), de que el
toro era el único inocente que había en la plaza, que sólo buscaba una salida
al ruedo del suplicio, tanto que a veces, en su desesperación, se lanzaba al
tendido. Lo vi sufrir estocadas y estocadas, porque casi nunca se le mata a la
primera, y ha quedado en mi memoria un pobre toro gimiendo en el centro de la
plaza, con el estoque a medio clavar, pidiendo una piedad inútil. ¡El animal
estaba pidiendo piedad...! Eso ha quedado en la memoria secreta que todos
tenemos, mi memoria del llanto... Gente docta me dice: te equivocas. Esto es
una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la tradición de
quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante
toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas
tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores
humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la cual además
pagamos? Perdonen a este viejo
periodista que aún sabe mirar a los ojos de un animal y no ha perdido la
memoria del llanto”.
Otros comentarios,
imágenes, fotos y fotomontajes.
Pues eso, para decir si
algo es bueno para otro.... tienes que probarlo.No contenta con las más
de 40.000 víctimas, la mayoría civiles, aniquilados en Gaza, ahora Israel
empieza a bombardear Líbano y, en apenas día y medio, masacró a casi 500
personas, herido a miles y desplazado a casi 100.000. La protección de EEUU al
gobierno de Netanayhu le ha dado alas a la hora de pasarse por el forro toda
norma y resolución internacional ¿Hasta cuándo? Alega que está
respondiendo a los ataques de Hizbulá y que ha ido acumulando hasta que ha
dicho “basta”, un dato: los ataques israelíes han multiplicado por cinco los
lanzados por Hizbulá entre el 7 de octubre y el inicio de la actual ofensiva
contra el grupo chií libanés.
La plataforma “No es mi
cultura” tiene algo más de tres meses para reunir 500.000 firmas y llevar a la
Cámara Baja una iniciativa que despoje a los festejos taurinos de su condición
de patrimonio cultural. La tauromaquia está blindada, desde 2013, por la Ley
para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural. La norma partió
de una legislativa popular (ILP) que, tras su paso por el Congreso, recibió el
apoyo suficiente como para terminar publicada en el BOE. Esa vez, los
partidarios de reforzar la tauromaquia lograron 650.000 firmas, la misma cifra
que se ha marcado ahora la plataforma “No es mi Cultura” para sacar hacia
adelante una ILP para tumbar la anterior. Por el momento, según Samuel Martínez, en el diario digital Público, ya
han obtenido 300.000 mil apoyos. “Lo que persigue la actual iniciativa es
precisamente que la tauromaquia deje de considerarse patrimonio cultural y,
así, que las distintas comunidades autónomas puedan decidir si prohibir las
corridas de toros, como hizo Catalunya en 2010, o cualquier otro espectáculo
taurino. Con la ley tal y como está en la actualidad, no podrían hacerlo. Según
Aïda Gascón, activista animalista y portavoz de la ILP, la norma es positiva y,
para el 19 de enero, fecha límite para entregar todas las firmas, se habrá
rebasado con creces el medio millón. En un principio, solo tenían de margen
hasta noviembre, pero una serie de demoras por parte de la Administración que
dificultaron que empezara el trabajo de recogida de apoyos habilitó a la
plataforma para solicitar una prórroga que le fue concedida. Los animalistas
ganaron, así, tres meses más”. Entre las
300.000 firmas que ya están en el saco figuran nombres de políticos/as como los
de Yolanda Díaz e Íñigo Errejón de Sumar; Irene Montero o Ione Belarra, de
Podemos; Rita Maestre, de Más Madrid; el de la exvicepresidenta primera de la
Generalitat Valenciana Mónica Oltra; la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau o
el otrora diputado y senador de comuns Joan Josep Nuet. También han otorgado ya
su apoyo figuras públicas del mundo de la cultura como la periodista y
escritora Rosa Montero; los actores Carlos Bardem, Asier Etxeandía y Cecilia
Gessa; el escritor Chechu García; los humoristas Facu Díaz, Arturo Valls, Ernesto
Sevilla y la Terremoto de Alcorcón; el sindicalista Pepe Álvarez; el rapero y
showman Arkano; los artistas y músicos Roberto Castresana, la Chica Sobresalto
(Maialen Gurbindo) o Izaskun Forcada; también varios miembros del grupo de
reggae Green Valley o el analista político Alán Barroso.
Aida Gascón, de Ánima Naturalis.
Tanto Aida Gascón, como el diputado de Sumar y miembro de Izquierda Unida (IU) Nahuel González, que está apoyando a los promotores de la plataforma desde dentro del Congreso, saben que la principal dificultad que va a encontrar la ILP cuando, eventualmente, se reúnan todas las firmas necesarias y la Cámara Baja tenga que votar si la admite o no a trámite, es el Partido Socialista (PSOE). Por supuesto, según sigue explicando Samuel Martínez en Público, no cuentan ni con el Partido Popular (PP) ni con Vox, pero sí esperan obtener la mayoría necesaria arrastrando al PSOE, cuando menos, a que se admita a trámite la iniciativa. Conscientes de que dentro de la formación socialista la tauromaquia altera muchas sensibilidades en algunas regiones, la plataforma “No es mi cultura” quiere presionar superando en firmas a la ILP contraria aprobada en 2013. Un clamor popular tan claro, explica Gascón, debería impedir que el PSOE se negase. Por otro lado, tanto ella, como Nahuel González ponen el acento en que no debería ser tan difícil para los socialistas apoyar una iniciativa que “solo busca que los distintos territorios puedan decidir si mantienen o no los festejos taurinos”. Se refieren a que esta ILP en concreto no tiene por objetivo prohibir los toros. De todos modos, ninguno de los dos esconde que el camino que debe empezar a transitarse es el de inaugurar una nueva etapa en la que se sienten unas bases sólidas para, más pronto que tarde, abrir un debate profundo en España sobre la eliminación de la tauromaquia. Ambos opinan que la prohibición de la tauromaquia es un capítulo posterior al de esta ILP, pero que, en la actualidad, ya se dan las circunstancias óptimas para hablar de ello: una mayor conciencia animalista por parte de muchos ciudadanos, el acceso a la información y, sobre todo, los datos de asistencia a espectáculos taurinos, que se mantienen en constante decrecimiento desde 2006, tal y como se extrae de la edición de 2023 de la estadística anual de espectáculos taurinos, dependiente del Ministerio de Cultura. En 2006, un 9,8% de los ciudadanos declaraban asistir a corridas de toros u ostros festejos. En la temporada 2018-2019, justo antes de la pandemia, el porcentaje ya había descendido al 8%. Casi dos puntos porcentuales en algo más de una década. Las siguientes estadísticas son todavía más llamativas. En la temporada 2021-2022, solo un 1,9% declaró haber ido a una fiesta taurina, aunque, al ser plena pospandemia, el descenso tan drástico puede deberse a la situación compleja a nivel de asistencia a eventos que atravesaba el país. En cualquier caso, las cifras globales son claras. Cada vez menos gente acude a los toros. Con todo, en la plataforma “No es mi cultura” son optimistas y esperan alcanzar esa cifra de 650.000 firmas. No solo para superar las conseguidas por el sector taurino, sino porque siempre se exigen más de 500.000 ―el mínimo para que una ILP pase el primer filtro del Congreso― porque algunas suelen ser defectuosas. La plataforma cuenta con equipos de recogida de apoyos hasta en cuarenta provincias y hasta 1.400 personas son fedatarias, es decir, están autorizadas para recoger firmas. Además, tal y como apunta Gascón, también se pueden aportar de forma electrónica.
Andrés Roca Rey llega al hotel tras una corrida de toros en 'Tardes de soledad'
Albert Serra, cineasta catalán, en “Tarde de soledad” coloca su cámara en la plaza de toros y muestra el sufrimiento y la agonía, pero también las bambalinas y la masculinidad de la cuadrilla, en el filme más polémico. El cine de Albert Serra hace sentir al espectador como si mirara a través de una mirilla algo prohibido. Pero lo que encuentra al otro lado de la puerta no es lo que el cine suele mostrar, sino lo que realmente rehúye. En la muerte de Luis XIV, uno asistía a la descomposición de un monarca (y la monarquía) que apenas podía moverse y que iba viendo cómo se acababa su tiempo mientras su cuerpo se consumía. “Javier Zurro así lo advierte en Eldiario.es: “Ahora el cineasta obliga de nuevo a observar por una mirilla para descubrir el mundo de los toros como nunca se había mostrado. Y lo hace en una película que ha noqueado al Festival de Cine de San Sebastián y que lo dejará convaleciente durante unas jornadas. Serra ha rodado durante cinco años un documental sobre la tauromaquia y lo ha presentado a concurso en el Zinemaldia, donde era, de lejos, la película más esperada de la competición. La única película ante la que todo el mundo llegaba virgen. Hasta ese momento, no se habían visto imágenes, y más allá del comité de selección nadie sabía lo que había dentro. El festival recuperó el misterio y la excitación que deberían reinar siempre en un pase. Solo por eso, ‘Tardes de soledad’ es, de lejos, el evento del certamen. Su estreno se produce en el año en el que se ha eliminado el Premio Nacional de Tauromaquia y con una manifestación convocada por la presencia del filme en el festival. Lo que ha logrado Albert Serra es colocar su cámara a una distancia tan cercana al mundo de los toros que es imposible escapar a ella. Y cuando uno coloca la lupa sobre algo, la verdad sale a la luz. Durante décadas, el dominio de la realización televisiva dominante ha generado un imaginario edulcorado y blanco… La cámara se ha centrado en el folclore, en el disfrute, en la gente y, sobre todo, en el torero. Albert Serra adopta una distancia como cineasta ―no posiciona su cámara para decir al espectador lo que debe pensar―, pero, al buscar constantemente cada detalle de lo que ocurre en la plaza, acaba creando un relato despiadado de la violencia que se produce en la plaza. El lenguaje cinematográfico destroza al televisivo y desvela la realidad. Como si una corrida de toros se tratara, el filme sigue a la gran estrella del toreo Andrés Roca Rey en su enfrentamiento con cinco toros, pero también en sus trayectos de ida y vuelta a la faena”.
Javier Zurro advierte: “Sí, muestra el miedo a la muerte del torero, pero nunca antes se había visto así el sufrimiento del toro. Oímos su respiración. Oímos sus bufidos, porque aquí está el gran hallazgo de ‘Tardes de soledad’. Escuchamos todo. Estamos obligados a ver lo que no queremos ver, pero Serra también nos hace escuchar lo que siempre se nos había privado. Con ello, acaba rompiendo otro tópico de los taurinos, el supuesto gran respeto del torero por el toro. Aquí, Roca Rey y su cuadrilla insultan a los toros (‘vete con tu puta madre’), y ensalzan sus genitales humanos constantemente (‘Olé tus huevos’). Todo son huevos, cojones y gritos ensalzando su masculinidad (‘Es un superhombre’). Hay varios detalles importantes en las decisiones respecto a las corridas que realiza Albert Serra. Una, que el filme comience con la única imagen de un toro fuera de la plaza; y la segunda que ninguna corrida le otorgue al torero el privilegio de que él sea la última imagen, sino que es el toro arrastrado con cuerdas sin ninguna dulzura, con crueldad. Serra desnuda los ritos del toreo, quizás sin pretenderlo, solo mostrándolos con la distancia del documental. La presencia constante de la religión, la épica recargada e impostada de las frases vacías que dicen, y hasta la forma de ponerse el traje de luces. Una de las imágenes más potentes (y eso que hay unas cuantas) de este documental es la que muestra al torero colocando su paquete, con un rosario y unas medias rosas. Un atuendo que desprende un homoerotismo que contrasta con la masculinidad tóxica y sudorosa de la plaza. Justo después, el torero necesita una persona que le embuta en su traje. Lo hace levantándole a pulso. La misma persona que luego se enfrentará a la muerte cinco minutos antes no es capaz de vestirse solo. Si las partes en el ruedo son violentas y salvajes, casi hacen más daño las que muestran la intimidad de los toreros. Serra coloca una cámara en su furgoneta. Allí se ve el rostro impasible de Roca Rey, el gran misterio del filme, pero sobre todo se escucha lo que dice esa cuadrilla pelota que aumenta el ego de su jefe. Son frases vacías que creen profundas. ‘Te envidian los mediocres’, se escucha decir cuando él no está contento con su faena. Quizás lo más importante de todo es la propia existencia del cine de Serra, un cine no domesticado, fuera de toda norma y que hace que nos planteemos cosas, que dudemos hasta de nuestra sombra. Serra nos lanza a la cara sus imágenes y somos nosotros los que las recogemos y decodificamos sin ayuda ni asideros. Algo inusual en el cine actual. Lo que el cineasta muestra ocurre de forma pública en una plaza, aunque no se quiera mirar. Quizás colocar una cámara dentro es la mejor forma de ser realmente conscientes de todo lo que hay. No debemos tener miedo a mirar por la mirilla incómoda de Serra, al revés. Puede que lo que haya al otro lado sea, incluso sin que él sea consciente, uno de los retratos antitaurinos más potentes posibles”.
Albert Serra defiende su documental: “Hay una fascinación en entender el motivo que hay detrás”
Mirian San Martín
presiente en Vozpópuli que quizás para el espectador la sorpresa ha sido no
solo tener acceso a un primerísimo primer plano de la muerte (y con ello, a la
sangre, al miedo o a la pena, en cada caso), sino tener un acceso privilegiado
a los comentarios no solo de Roca Rey, sino del resto de la cuadrilla, gracias
a unos micrófonos inalámbricos sin los cuales “no existiría gran parte de la
película”. La vida y la muerte se representa en todas las corridas y, en esta
película, se registraron imágenes y sonidos de un total de 14 festejos durante
dos años, en plazas como la Maestranza de Sevilla, Las Ventas, Bilbao o
Santander. Pero ¿por qué un joven se juega la vida en la plaza? “No lo sé ―responde
Serra―. Hoy en día, en que todo es comunicación, todo son opiniones. Un acto de
estas características tiene algo que recuerda que a veces es necesario, es
arriesgado. Miras la guerra en Ucrania y ves que, si quieren ganar, solo hay
una manera, que es luchando en el campo de batalla, no con discursos. De una
manera simbólica, en la película hay un momento en el que alguien afirma que ‘la
vida no vale nada’. Hay que arriesgarla para hacer algo, la conservación no te
lleva a ningún sitio, responde. Y, al salir del cine, había quien aún se
preguntaba si esta película era taurina o antitaurina”. Albert Serra no
escatima en sangre, punzadas, banderillas blancas teñidas de sangre, tampoco en
golpes arriesgados, simulacros de cornada y otros momentos peligrosos, y, al
contraste entre la gloria del matador convertido en una especie de héroe griego
y el remate de la muerte en segundo plano. El público se incorpora, coloca los
codos en las piernas, las manos en la barbilla, se muestra incómodo o
deslumbrado, pero nadie quita los ojos de la pantalla.
El periodista y escritor, Francisco González Ledesma, muerto en 2015, se preguntaba si las corridas de toros tienen algo de “arte” o, simplemente, son tortura y muerte a un animal.
“Perdonen si empiezo con
una confidencia personal: yo, que soy contrario a los toros, entiendo de toros.
Durante años, cuando me recogieron en Zaragoza durante la posguerra, traté casi
diariamente con don Celestino Martín, que era el empresario de la plaza. Eso me
permitió conocer a los grandes de la época: Jaime Noain, El Estudiante,
Rafaelillo, Nicanor Villalta. Me permitió conocer también, a mi pesar, el mundo
del toro: las palizas con sacos de arena al animal prisionero para
quebrantarlo, los largos ayunos sustituidos poco antes de la fiesta por una
comida excesiva para que el toro se sintiera cansado, la técnica de hacerle dar
con la capa varias vueltas al ruedo para agotarlo... Si algún lector va a la
plaza, le ruego observe el agotamiento del animal y cómo respira. Y eso antes
de empezar. Vi las puyas, las tuve en la
mano, las sentí. El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso
debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios. ¿Quién es capaz de
decir que eso no destroza? ¿Quién es capaz de decir que eso no causa dolor?
Pero, claro, el torero, es decir, el artista necesita protegerse. La pica le
rompe al toro los músculos del cuello, y a partir de entonces el animal no
puede girar la cabeza y sólo logra embestir de frente. Así el famoso sabe por
dónde van a pasar los cuernos y arrimarse después como un héroe, manchándose
con la sangre del lomo del animal a mayor gloria de su valentía y su arte. Me
di cuenta, en mi ingenuidad de muchacho (los ingenuos ven la verdad), de que el
toro era el único inocente que había en la plaza, que sólo buscaba una salida
al ruedo del suplicio, tanto que a veces, en su desesperación, se lanzaba al
tendido. Lo vi sufrir estocadas y estocadas, porque casi nunca se le mata a la
primera, y ha quedado en mi memoria un pobre toro gimiendo en el centro de la
plaza, con el estoque a medio clavar, pidiendo una piedad inútil. ¡El animal
estaba pidiendo piedad...! Eso ha quedado en la memoria secreta que todos
tenemos, mi memoria del llanto... Gente docta me dice: te equivocas. Esto es
una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la tradición de
quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante
toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas
tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores
humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la cual además
pagamos? Perdonen a este viejo
periodista que aún sabe mirar a los ojos de un animal y no ha perdido la
memoria del llanto”.
Otros comentarios,
imágenes, fotos y fotomontajes.
No contenta con las más de 40.000 víctimas, la mayoría civiles, aniquilados en Gaza, ahora Israel empieza a bombardear Líbano y, en apenas día y medio, masacró a casi 500 personas, herido a miles y desplazado a casi 100.000. La protección de EEUU al gobierno de Netanayhu le ha dado alas a la hora de pasarse por el forro toda norma y resolución internacional ¿Hasta cuándo? Alega que está respondiendo a los ataques de Hizbulá y que ha ido acumulando hasta que ha dicho “basta”, un dato: los ataques israelíes han multiplicado por cinco los lanzados por Hizbulá entre el 7 de octubre y el inicio de la actual ofensiva contra el grupo chií libanés.
No sabemos si los que votaron a Alvise son más subnormales o aspirantes a golfos vividores cutres como él... O ambas.
Después del concepto de
Rajoy de fabricar máquinas, porque las máquinas no pueden fabricar otras
máquinas, llega ahora el de Feijóo, consistente en bajar la jornada laboral sin
bajar la jornada laboral. El Partido Popular, siempre innovando. Alberto Núñez
Feijóo se abrió el martes a estudiar con los agentes sociales la semana laboral
de cuatro días en ‘algunos sectores’. Pero, ojo, a través de jornadas de ‘9
horas o 9,5 horas’. En otras palabras, Feijóo está encarando la cada vez más
reclamada reducción de la jornada laboral, proponiendo trabajar lo mismo, pero
en menos días. Genio, titán, coloso. Hay que reconocer la inventiva que le
ponen para reírse de la gente. (Tremending)
Capturada por la
fotógrafa Nima Sarikhani, esta imagen nos muestra a un joven oso polar
durmiendo sobre un iceberg en el archipiélago noruego de Svalbard. La imagen fue
capturada después de pasar tres días navegando entre densa niebla frente al
archipiélago noruego de Svalbard, buscando avistamientos de osos polares.
Douglas Gurr, director del Museo de Historia Natural dice de ella: “Es un
recordatorio poderoso del vínculo esencial entre los animales y su hábitat, así
como una representación visual de los impactos devastadores del cambio
climático y la pérdida de hábitat”.
Las fauces de un leopardo agarran el cadáver de un babuino. El depredador ha captado a su presa y se dispone a llevarlo a sus cachorros. Es la ley del más fuerte. Sin embargo, un pequeño detalle llama la atención. Enganchado al cuerpo inerte de su madre, un bebé babuino, con el miedo en la mirada, se resiste a abandonarla. El propio Altuna explica en varias entrevista que la “dura” escena es un claro ejemplo de que la “vida silvestre suele ser cruel y maravillosa”. Para el pequeño babuino esa vez fue cruel.
El humor en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Eneko, Manel F., Vergara, Enrique, Miki y Duarte, J. M. Nieto, García Morán, Santygutiérrez, Oroz, Pinto & Chinto, Ricardo, J. Morgan…
Pep Roig, desde Mallorca:
Los vídeos de esta
semana:
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Tardes de soledad
'Tardes de soledad', de
Albert Serra: la crítica de la SER
«¿Por qué los TOROS? ¿Por qué no prohíben la GUERRA?» | Entrevista a ALBERT SERRA
El bon rotllo d'Esquerra
s'ha mort - Polònia
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Premio Donostia: "Cuando me fallen las ideas, seguiré haciendo
películas"