La reforma de pensiones españolas y el despertar del mundo árabe
Un principio de “gran acuerdo social” se cerraba en la madrugada del jueves pasado, después de iniciar una nueva reunión nocturna en la que las partes se comprometían a no levantase de la mesa sin un pacto social. Era el primero que lograba Zapatero en esta legislatura, tras el fracaso de los procesos anteriores. Las conversaciones se iniciaron el 18 de diciembre con una reunión secreta en la Mocloa. Y, tras 37 días de intensas negociaciones, Gobierno y sindicatos reformaban el sistema de pensiones. A la mañana siguiente, Zapatero, llamaba por teléfono al líder del PP, Mariano Rajoy, para informarle de los términos del “compromiso político” alcanzado. El Gobierno consideraba el respaldo social imprescindible para seguir con las impopulares medidas y los sindicatos no deseaban verse abocados a repetir la experiencia de la pasada huelga general. Así, llegaban el pacto deseado por ambos: Los trabajadores que hayann cotizado 38 años y medio podrán jubilarse a los 65 años sin penalización. Para el resto, se fijaba una horquilla entre los 63 y los 67 años que ligaría el número de años cotizados con la vida biológica que, mediante un sistema de penalizaciones e incentivos, permitiría al trabajador decidir si quería o no jubilarse. El viernes, el consejo de Ministros aprobaba el texto del anteproyecto de ley acordado sobre los principales ejes acordados. Zapatero invitaba a los secretarios generales de UGT y CCOO a comer con él y con la canciller alemana, en Moncloa, cuando Ángela Merkel le visitara para presidir, junto a Zapatero, la XXIIIª Cumbre hispano alemana. Llegaría acompañada de seis de sus ministros, por empresarios alemanes y por el presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos. Una vez concluidos los encuentros entre los dos Gobiernos, Zapatero ofrecería en Moncloa un almuerzo de trabajo a Merkel al que también se invitaba a empresarios de ambos países y a los líderes sindicales de los dos países.
Los secretarios generales de UGT y CCOO, Candido Méndez e Ignacio Fernandez Toxo, con Rodríguez Zapatero.
A una semana de esta visita en la que examinará el resultado de las medidas económicas puestas en marcha por el Gobierno, Zapatero daba un suspiro de satisfacción. Acababa de recibir un balón de oxígeno. Sabía que, en el acuerdo, todos ganaban y perdían algo, pero prefería pensar en lo ganado. El Ejecutivo había logrado la paz social a cuatro meses de las elecciones autonómicas y locales. Para él era un paso firme en el camino emprendido de las reformas. De paso, también los líderes sindicales tomaban oxígeno. Pensaban que habían evitado lo peor, otra huelga general. Aunque no todos pensasen como ellos. Ni IU ni ERC aceptaban de buen grado una reforma que se concretizara con un tijeretazo de más de un 20% a las pensiones. Y los empresarios, tras dos años arrinconados por el por el bochornoso espectáculo de su ex presidente, Gerardo Díaz Ferrán, volvían a pintar algo. Aunque otros líderes de izquierdas afirmaran que harían todo lo posible en el Parlamento y en la calle para que la edad legal de jubilación se mantuviera en los 65 años y en 15, el periodo de cálculo. Pese a todo, Cayo Lara no se atrevía a culpar a los sindicatos. “Respetamos el trabajo que llevan a cabo”, decía, responsabilizando “exclusivamente al Gobierno de estos recortes”. Y Joan Ridao, portavoz de ERC, advertía que su posición había sido “independiente” del acuerdo y que mantenía su posición favorable a “hacer converger la edad real de jubilación con la edad legal”.
Zapatero, con compromisos muy serios con Ángela Merkel.
Sin la fuerza de las centrales sindicales en la calle, la oposición de la izquierda parlamentaria se veía restringida a sus escasos votos en el Congreso y el Senado, insuficientes para detener el proyecto del Ejecutivo. Y, antes de levantarse definitivamente de la mesa que compartía con los sindicatos, Zapatero lograba la culminación de la reforma. Pretendía desactivar tanto al PP como a la izquierda, pero asumía personalmente el descontento social que también podía generar. Ahora, le quedaba el visto bueno de Merkel, su beneplácito y el de los prestamistas alemanes y franceses, nuestros principales acreedores, de los que seguía dependiendo. Ella era la dirigente europea que más había insistido en reclamar reformas a los países con déficit excesivo, en particular a España, pero confiaba recibir su aprobación. Aunque no faltasen los que insistían en que el sistema público de pensiones español no necesitaba una reforma. Porque la Seguridad Social, en su conjunto, había registrado, en los once primeros meses de 2010, un superávit de once mil millones de euros, el 1,05% del Producto Interior. Pero los cerebros de la operación confiabn en que todo se andaría a buen ritmo y a su debido tiempo.
Pintadas en la madrileña calle de Atocha tras los altercados ocurridos después de finalizar la manifestación convocada el viernes por sindicatos, para protestar por la reforma de las pensiones.
Al día siguiente, se celebra, en pleno centro madrileña, una manifestación “unitaria contra el pensionazo”, convocada por varias organizaciones sociales, que termina con disturbios y enfrentamientos, la impedir la Policía que se concentrase frente al Congreso. Hay varias detenciones y ocho policías nacionales son atendidos por lesiones de carácter leve sufridas en los disturbios. E intervienen los bomberos para sofocar el fuego declarado en tres contenedores.
Manifestación en Bilbao contra el “pensionazo”.
Pero es en Euskadi, Navarra, Galicia y Catalunya, en donde más arrecian las críticas. El mismo el jueves se lleva a cabo una jornada de huelga general contra la reforma de las pensiones. En el País Vasco y Navarra, estaba convocada por ELA, LAB, STEE-EILAS, EHNE e Hiru, que representan a la mayoría sindical. Se suman después ESK y CNT y la izquierda abertzale, EA, Aralar y Alternativa. Son decenas de miles de personas las que participan en las manifestaciones que piden a los partidos vascos y al PNV un “no radical” a la reforma de Madrid. Según su balance, el paro es del 61,3% de la industria vasca. La patronal Confebask estima que sólo lo secunda el 17%. En el sector público, los sindicatos contabilizan un apoyo del 80% en enseñanza y del 55% en la administración. Según el Gobierno vasco, el respaldo en ambos casos rondó el 22%. En Navarra, los mismos sindicatos convocantes indican que el apoyo ha sido “amplio” en el sector público, mientras que el Gobierno foral lo limita al 8,9%. En el sector privado, según las centrales, la incidencia es “muy alto”; CEN, la patronal Navarra, apunta que, en Sakana, la comarca más movilizada, el respaldo llega al 36%. En Galicia, la jornada convocada por CIG tiene un seguimiento desigual. Mientras el sindicato se declara “satisfecho” por la respuesta ciudadana, la Xunta cifra en un 4,1% el seguimiento en sus organismos. En los astilleros de Vigo, no se registra actividad y, en A Coruña, la acción de los piquetes impide abrir la estación de autobuses. CIG denuncia “el papel de contrapiquete de la policía”. En Catalunya, la huelga, convocada por CGT, ACTUB y Plataforma Sindical, tiene un escaso seguimiento en el transporte público. Mientras los convocantes cifran el respaldo de los conductores de autobús en un 40%, Transports Metropolitans redujo esa cifra al 25%. Entre 2.000 y 3.000 personas acuden a la manifestación convocada por la tarde. El incidente más destacable se produce por la mañana. Unos 40 manifestantes forzan la puerta de una oficina del PSC. Estas protestas casco-gallego-catalanas deslucen la jornada madrileña en que el Gobierno logra un pacto con UGT y CCOO sobre las pensiones.
Adolfo Muñoz “Txiki” declara en Público. “Se paga con impuestos la Casa Real, pero no las pensiones”.
El secretario general de ELA, Adolfo Muñoz, Txiki, explica por qué su sindicato y otras centrales han decidido convocar la tercera huelga general, en año y medio, en el País Vasco y Navarra. La razón oficial es la reforma de las pensiones; pero sostiene que, en realidad, el problema real que existe es el reparto de la riqueza. “Estamos ante un ataque organizado –declara Txiki a Guillermo Malaina, en una entrevista en “Público”–, el mayor de los últimos 35 años, para empobrecer al conjunto de la sociedad… Nosotros planteamos una reforma fiscal que persiga el fraude y elimine las bonificaciones inútiles a las empresas para contratar, pues no suponen ni un empleo más. Otras medidas son la subida de cotizaciones y, en contra del Pacto de Toledo, la financiación de las pensiones con impuestos… No nos explican por qué se pueden financiar con impuestos el Ejército, la Policía, la Casa Real, los partidos políticos... y no las pensiones. Tampoco explican que en el Estado español se gasta en pensiones el 8% del PIB. Italia, un 14%. Eso es lo que habría que discutir. Porque si la cuestión es no superar el 8% del PIB, ¿quién se lleva la riqueza?... Casi toda la clase política forma el partido único, el PSOE-PP-CiU-PNV-UPN, que está de acuerdo en que sólo se puede abordar esto con la reducción del raquítico gasto social. Ponen al pie de los caballos los derechos laborales y sociales. Es la corrupción ideológica hecha por la socialdemocracia en Europa”. Al comentario de que el Gobierno vasco de Patxi López dice que esta huelga es para desgastarle, Txiki contesta: “Parece mentira que gente que se llama socialista diga esas cosas. Votamos para que quienes gobiernan gobiernen y no hagan los recados del capital”.
“Nos visita Angela Merkel la próxima semana –escribe Juan Carlos Escudier, director adjunto de “El Confidencial”, en el artículo “Merkel viene a pasar revista a los emigrante españoles”– y la recibimos en posición de saludo y en perfecto estado de revista. Viaja la canciller a tomarnos la lección, y muy injusta tendría que ser para que Zapatero, que con los idiomas no podrá, pero reformando y firmando pactos sociales es una máquina, no consiga un sobresaliente y el diploma acreditativo de alumno destacado. Conociendo a la alemana, haría bien el presidente en no sacar la cubertería de plata en el almuerzo de celebración, no fuera a pensar la invitada que seguimos viviendo por encima de nuestras posibilidades y atando los perros con longaniza, presumiblemente de Fráncfort… Contra la tentación de contemplar a Merkel como la versión con falda del siempre bienvenido mister Marshall, bastaría con recordar su responsabilidad directa en la extensión de la crisis del euro, de la que Alemania por el momento no ha hecho otra cosa que beneficiarse. Demoró conscientemente el rescate a Grecia, contribuyó a desatar la tormenta sobre Irlanda y ha logrado imponer a sus socios una austeridad fiscal próxima al rigor mortis”…
“Así que, después de hacernos la puñeta –continua Juan Carlos–, llega Merkel a España, dispuesta a ofrecer trabajo a nuestros jóvenes más altos, más guapos y mejor formados, especialmente ingenieros, porque a orillas del Rin escasea la mano de obra cualificada, no como aquí que la tenemos en abundancia y además centralizada en el INEM. El negocio es redondo. Acogerá a unos cuantos miles de posgrados cuya formación le ha salido gratis, les salvará del mileurismo o del paro y tendremos que agradecer a nuestra benefactora el detalle. No hay que engañarse. Alemania nunca nos ha regalado nada. El medio millón de emigrantes españoles que acogió hasta los años 70 se ganó las salchichas, y si sus fondos estructurales nos ayudaron a crecer fue para que comprásemos sus coches y sus frigoríficos de dos puertas. Merkel no viene a salvarnos; si acaso, a perdonarnos la vida”.
Protestas contra Mubarak.
Y mientras en España se producen acuerdos sobre pensiones, en el mundo árabe, como Egipto, Siria, Jordania y Arabia, se agravan las protestas a favor de la democracia. Rabat toma medidas para evitar el contagio. Pero los jóvenes del Magreb vocean y se manifiestan, llenos de indignación, contra unos regímenes corruptos y dictatoriales. En Teherán, miles de manifestantes exigen el fin del régimen de Saleh. Y en varias ciudades del mundo musulmán hay manifestaciones de apoyo al pueblo egipcio y en contra del régimen de Mubarak, como la de la foto, en Estambul, donde cientos de turcos salieron a la calle para unirse a la exigencia de democracia en El Cairo. Treinta años de régimen dictatorial en Egipto se ven desbordados por una oleada de protestas populares que, ni la brutalidad policial, que ha provocado al menos 74 de muertos y más de mil heridos, ni los tanques sacados a la calla ni el apagón de Internet han logrado acallarlas.
Las promesas de “El Faraón” tampoco convencen a nadie. Ni siquiera el anuncio de reemplazar a su Gobierno, en un intento de aplacar la revuelta, ha conseguido calmar al pueblo. Pero, al contrario de Ben Alí, el presidente egipcio no se ha dejado amedrentar por las revueltas y ha insistido en la necesidad de mantener la seguridad bajo control. Pero, ¿hasta cuándo resistirá con la represión?
Unos manifestantes egipcios destrozan y queman los coches aparcados frente a la sede del Partido Nacional Demócrata (NDP). El humo del incendio se mezcla con el gas lacrimógeno que envuelve la ciudad. Las revueltas que prendieron en Túnez, donde todos los ex miembros del partido de Ben Alí son purgados, siguen en Egipto. El presidente Mubarak, rayando con el cinismo, tiene la cara de asegurar que está al lado de la libertad de cada ciudadano. Pero el anuncio de sus reformas no convence a los manifestantes, que continúan desafiando el toque de queda. Mohamed el Baradei, ex director del organismo internacional de la Energía Atómica y Premio Nobel de la Paz egipcio, volvía el jueves a El Cairo desde Austria y pedía al presidente Mubarak que abandonase el poder, proponiéndose él como alternativa. El Baradei afirmaba que el presidente egipcio “debe partir” y que el discurso pronunciado en el que no abordaba la renuncia que la población le pedía, había sido “prácticamente un insulto a la inteligencia de la gente y una verdadera provocación”. Las restantes imágenes presentan la explosión que envuelve el país en estos días.
Un egipcio lanza una piedra, su única arma, a la Policía, armada hasta los dientes, durante una protesta en El Cairo.
La Policía antidisturbios reprime, impotente, las concentraciones convocadas por las redes sociales.
El pueblo exige a gritos “cambio y libertad” e increpa: “¡Fuera Hosni Mubarak!”.
Durante las duras jornadas de protestas y enfrentamientos contra la Policía, los manifestantes reivindican la caída del Gobierno de Mubarak. Ben Curtis (AP)
Volvemos a España en donde ya circula por las librerías el último libro de Jaume Capdevila Cap “Kap”, editado por “Tempestad” que lleva un por título: “Si los curas y frailes supieran. Antología de caricatura anticlerical”. Un trabajo en la línea “Canya al Borbón” que recopila imágenes satíricas, esta vez sobre otra alternativa sensible. Dice así su contraportada:
“Desde que Caín aporreaba la cabeza de Abel con una quijada de burra, clericales y anticlericales se han peleado a rabiar, practicando –a su manera– aquello de ‘amarse los unos a los otros’. La historia del anticlericalismo y de la imagen satírica resultan prácticamente inseparables. La crítica a la jerarquía eclesiástica y a las contradicciones entre el elevado deber espiritual y el bajo el comportamiento terrenal de los hombres de la Iglesia se ha dibujado en libros y periódicos desde la creación de la imprenta. Esta antología de dibujos satíricos anticlericales pretende establecer un diálogo icónico en un terreno en el que desde hace dos mil años se practica un monólogo más bien serio y aburrido. No me digan que lo de la religión sería mucho más divertido con los curas y monjas subidos al coro cantando ‘¡Libertad, libertad, libertad!”
Erlich nos dibuja la reforma jubilatoria y Forges, Kimikels, Mayoyo y El roto, nos recuerdan en clave de humor la noticia de la semana.
Territorio Vergara nos deleita con: La negociación, Juntos, La convención, La banca gana y Adiós, caja; hola, banco.
Manel Fontdevila, con: ¡Hop!, ¡Hop!, ¡Hop!, Hace falta, Ley-Sinde, Punk y Euforia.
Y Pep Roig, con: Ajo y agua, Mirada al infinito, La vida es bella, Previsión de futuro presente y Una de miedos.
Tres vídeos para terminar.
Manifestaciones en Madrid y Barcelona contra la reforma de pensiones.
Impresionantes imágenes de una de las 'batallas' más duras de las protestas registradas el pasado viernes en Egipto. Miles de manifestantes se enfrentan a la policía para ocupar el céntrico puente '6 de octubre', en El Cairo.
Y para desengrasar, uno de Eugenio, el humor de tu vida.