Cerca de dos horas estuvo
hablando Pedro Sánchez el lunes pasado en el Congreso sin pronunciarse por los
problemas que tenemos en el Estado, siendo la cuestión territorial el tema más
polémico. Era hora de entrar de lleno en todos los problemas y de abrir un
proceso constituyente para responder a todas las nacionalidades y regiones.
Pero ¿por qué solo piensa en buscar fórmulas para mantenerse en el poder?, se
pregunta Juanma Moreno desde El Confidencial. “¿Por qué siempre, desde el más
puro pensamiento reaccionario y ultra conservador, se demonizan a los
nacionalistas, comunistas, ecologistas o regionalistas como a Bildu, ERC,
Compromís, PNV, PEDeCAT, MÉS, BNG, IU, Unidas Podemos, EQUO? ¿Acaso esta
democracia representativa está hecha para favorecer y garantizar el centralismo
histórico y estar sometida a sus intereses del poder económico del IBEX 35?”.
Primer intento del debate de investidura
Moreno, recordó que las iras y los demonios, que se habían intentado
encerrar entre las cuatro paredes de una sala de negociación, explotaron sobre
el escenario del Congreso. “De manera vívida —prosigue J. Moreno— , descarnada
y casi cruel. Aquello era la imagen de la pura desconfianza, la nítida estampa
de los resquemores pesados del pasado, de los recelos profundos y casi
genéticos a un Gobierno de coalición de uno —Pedro
Sánchez— y del pundonor herido y el sentimiento de humillación de otro —Pablo
Iglesias—. Aquello no era exactamente un debate de investidura con final
definido y cierto, y menos una caricia amable de dos líderes que pretenden ser
socios preferentes. Aquello sonaba más bien a preludio de ruptura. Pero la
política era muda, a veces en un instante, y ni uno ni otro, ni PSOE ni Unidas
Podemos, querían dar por muertas las conversaciones para la investidura del
presidente en funciones. Los dos partidos repitieron que tenían la ‘mano
tendida’, que, tras la enorme tempestad, aún había margen para el entendimiento,
algo más de 48 horas, que por ellos no quedaría. Pero costaba saber, a estas
alturas, si esas palabras formaban parte de la batalla del relato por si hubiera
nuevas elecciones el 10 de noviembre —esa amenaza se hizo de pronto más real— o
si se trataba de un compromiso verdadero. La montaña rusa en la que se
convirtió la negociación de socialistas y morados solo en la última semana, que
pasó de la voladura de puentes a los contactos y las reuniones en apenas cinco
días, hacía imposible prever qué podía ocurrir el jueves, cuando llegue la
segunda votación de investidura. Y el sabor que dejó a la primera jornada de
debate en el Congreso fue amargo, muy amargo. ‘Tranquilidad, hay tiempo’, ‘Paciencia,
paciencia, paciencia’, recetaban en el entorno del jefe del Ejecutivo, sin
explicar de dónde procedía esa sensación de optimismo”.
Pablo Iglesias pasa delante de Pedro
Sánchez, en el Congreso. ¿Cómo vamos a gobernar juntos, si no podemos ni
vernos?
El viernes, cuando el
líder de los morados anunció su renuncia a entrar en el Consejo de Ministros
para favorecer las negociaciones, Ferraz había emitido un mensaje que era de
todo menos entusiasta. El sábado se intensificaron los contactos y tanto
Adriana Lastra como Carmen Calvo lanzaron señales en positivo, conciliadoras.
UP tenía la sensación de que el acuerdo podría cristalizar. Pero el domingo,
cuando llegó la negociación real, con los dos equipos a la mesa, se comprobaron
las enormes dificultades. Los de Iglesias denunciaron que el PSOE le había
ofrecido ocupar “responsabilidades simbólicas” y que solo ponía “excusas” para
reventar el diálogo. Calvo y el negociador jefe de Podemos, Pablo Echenique,
volvieron a verse antes del pleno, pero no hubo ningún avance. Poco después,
Ferraz, que durante todo el fin de semana había permanecido en silencio, empezó
a revelar parte de la oferta a los morados. El PSOE aceptaba una
vicepresidencia de contenido social, cuyo titular podría ser Irene Montero. Eso
era lo que quería UP, sí, pero la dirección de Sánchez precisó que Montero en
ningún caso estaría a la par de Carmen Calvo, la mujer de absoluta confianza
del presidente y vicepresidenta única del Gabinete saliente. Isaac Rosa se
preguntó en Eldiario.es: “¿Cómo vamos a gobernar juntos, si no
podemos ni vernos? Pero, ya se sabe, dos no se pelean si uno no quiere, y aquí
hay uno que parece especialmente empeñado en mantener la cuerda tensa y llevar
al límite la capacidad de cesión del otro, hasta que se sienta en efecto
humillado y acabe dando el puñetazo en la mesa. ¿Se puede gobernar juntos desde
la desconfianza, el recelo y el resentimiento? Pues claro que se puede, no sean
críos, que esto es política. Se puede. Poniendo todo negro sobre blanco, con un
programa de gobierno claro, compromiso de las dos partes, transparencia,
rendición periódica de cuentas, mecanismos para resolver diferencias. Pero lo
primero que hay que tener son ganas, que es lo que parecen faltarle al PSOE
cada vez que se ve cerca la posibilidad de acuerdo”.
Iglesias: “No nos vamos a dejar
pisotear ni humillar por nadie”.
El cruce dialéctico entre
Sánchez e Iglesias fue el plato fuerte de la primera jornada del debate.
Sucedió a unos duros (y previsibles) careos del candidato con Pablo Casado y
con Albert Rivera, a los que volvió a exigir —no solo pedir— la abstención, si querían que España saliera del
bloqueo y que el futuro Ejecutivo no dependa de los soberanistas. El repiqueteo
constante de Sánchez calentó la bancada morada. “Cuando pide la abstención al
PP y a Cs —le contestó Iglesias—,
el problema es que hay mucha gente que no desea un Gobierno de izquierdas, sino
ser presidente a toda costa, y no le importa de dónde vienen las abstenciones.
Respeten
a nuestros 3,7 millones de votantes y no nos propongan ser un mero decorado
porque no lo podemos aceptar”. Conforme avanzaban los turnos de palabra,
la
atmósfera se fue caldeando más y más. Iglesias acusó al PSOE de comportarse
como si gozara de una cómoda mayoría absoluta, cuando solo disponía de 123
diputados. Entonces estalló y destapó los pormenores de la negociación: “Le
dijimos que, para desarrollar el programa, queríamos competencias de Hacienda,
y nos dijo que ni hablar, que en ningún caso”. Lo mismo pasó cuando demandó
atribuciones en Trabajo, Ciencia o Transición Ecológica. “¿Qué nos han ofrecido
ustedes? Explíqueselo a la Cámara”, desafío. “Somos una fuerza política
modesta, joven, pero no nos vamos a dejar pisotear ni humillar por nadie… Si
Sánchez no abandona su ‘cerrazón’ y no acepta una coalición con Unidas Podemos ‘proporcional
a sus votos’, ‘nunca será presidente’”. Todo estaba en el aire y
bajo la incertidumbre. Si al cierre de la primera jornada negociadora del
sábado el optimismo era alto, el domingo de madrugada se rebajaban las
expectativas y este lunes se reconocían ya graves dificultades.
En los casi 80 días que
han pasado desde las elecciones generales el 28A, Pedro Sánchez y Pablo
Iglesias se reunieron en cinco ocasiones para explorar la posibilidad de
colaborar y facilitar la investidura del primero. Pero los dos partidos que
representaban incumplieron casi todas las guías que se marcaron. Hubo reproches
desde los medios de comunicación, enfrentamientos en el debate parlamentario,
el veto a Pablo Iglesias por parte de Sánchez y filtraciones sobre las
propuestas que se estaban estudiando durante el diálogo. Junio fue un mes de
declaraciones públicas en las que el PSOE enfrió las expectativas de Unidas
Podemos y empezó a hablar de 'Gobierno de cooperación'. Se alejó de la fórmula
de coalición y ofreció a sus virtuales socios la posibilidad de incorporar
personas a los segundos niveles de la administración. Los socialistas dieron
pasos en casi todas las direcciones. En la tercera semana de julio, todo el
proceso se aceleró y la radio y la televisión cobraron un papel fundamental. El
lunes, 15 de julio, Pedro Sánchez se presentó en la Cadena Ser desde donde dio
por rotas las negociaciones con Podemos. El presidente en funciones argumentó
que la consulta que la formación de Pablo Iglesias había lanzado a sus bases
era una “mascarada para justificar su voto en contra de la investidura”.
Sánchez se quejó de que Unidas Podemos no había preguntado a sus bases sobre la
propuesta que el PSOE les había puesto sobre la mesa al plantear una pregunta
que incluía la opción de apoyar un Gobierno de coalición “sin vetos”. En
aquella entrevista se le preguntó al presidente en funciones si Iglesias le
había exigido estar en el ejecutivo al frente de una vicepresidencia. Sánchez
respondió que no, pero solo tres días después acabaría diciendo lo contrario.
Mientras tanto, en Podemos seguían hablando de mano tendida y no aceptaban la
declaración de ruptura desplegada por el presidente.
Pedro Sánchez con Antonio García Ferreras.
Esa tercera semana de
julio, Pedro Sánchez aún tenía otra entrevista pendiente. Fue el jueves, 18 de
julio, en el programa Al Rojo Vivo, de La Sexta, ante el periodista Antonio
García Ferreras. El presidente del Gobierno confesó que, el principal escollo,
para un acuerdo era Pablo Iglesias y aseguró que el líder de Podemos no podía
estar en el Gobierno. Esas declaraciones hicieron saltar por los aires las
esperanzas sobre un posible acuerdo, pero aún faltaban sorpresas. A primera
hora de la tarde del día 19, Pablo Iglesias publicó un vídeo de 50 segundos en
el que anunciada su decisión de dar un paso atrás, descartándose como ministro.
“Mi presencia en el Consejo de Ministros no va a ser el problema”, aseguró
entonces el líder de Podemos. El anuncio resucitó las esperanzas en el acuerdo
y puso la pelota en el tejado del Partido Socialista. A partir de entonces, la
vicepresidenta, Carmen Calvo y Pablo Echenique, tomaron las riendas del
acuerdo. Tenían por delante un fin de semana y les empujaba la sensación
general de que el acuerdo se hacía obligado. Para entonces, el nombre en boca
de todos era el de Irene Montero, a quien todos situaron inmediatamente en la
vicepresidencia social que Unidas Podemos le exigía al PSOE.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, defenestrado por
Sánchez.
“En 2017 —escribe Fernando
López Agudín en el artículo ‘La quijada de asno sobre Sánchez’— , el Ibex
llevaba a la vieja guardia socialista a defenestrar al secretario general del
PSOE por negarse a votar a favor del gobierno corrupto de Mariano Rajoy. Ayer,
el voto de Pablo Iglesias cortocircuitó en seco la continuidad del presidente
en funciones al negarse a aceptar las propuestas o exigencias del líder morado.
Tras unas tensas primarias, la voluntad de los militantes del PSOE le devolvió
a Ferraz, al sublevarse la base contra la dirección, y ahora está por ver si
unas nuevas elecciones ratifican o rectifican la voluntad de Iglesias. Hoy como
ayer, Pedro Sánchez vuelve a jugársela contra quienes creían y aún creen que es
un yonqui del poder”.
The Guardian resalta que Sánchez fracasa en su primer intento de formar
gobierno.
El periódico británico
recoge que, en la primera votación del debate, en la que era necesaria la
mayoría absoluta, el candidato socialista solo obtiene 124 votos, al abstenerse
Podemos. Explica que el jueves en la segunda votación, Sánchez podría ser
elegido porque solo necesita la mayoría simple, pero para ello tendrá que
llegar a un acuerdo con Podemos. Y resalta que en el debate del lunes se vio a
un Pablo Iglesias enfadado y pidiendo respeto para sus 3,7 millones de votantes
y la tensión con los potenciales aliados de Sánchez hacen incierto que le den
su apoyo. Un analista advierte: “Puede que los políticos españoles necesiten
otras elecciones para aceptar la nueva realidad”. The New York Times enfatiza
las dificultades de Sánchez para formar gobierno. El diario estadounidense, en
un artículo de Raphael Minder, apunta que, aunque el líder socialista ganó
claramente las elecciones del 28A, el concepto de victoria “es relativo en un
parlamento tan fragmentado y polarizado como el español”. Y enfatiza que el
debate de investidura lo ha vuelto a evidenciar y deja incertidumbre sobre la
situación política del país y los problemas de Pedro Sánchez para formar un
gobierno que pueda recabar suficiente apoyo en el Congreso. Le Point,
publicación francesa habla de “pesimismo” tras perder Sánchez la primera
votación. Pone de relieve que el presidente español ha “perdido ampliamente” la
primera votación para su reelección al registrar solo 124 síes. Resalta que
Unidas Podemos se ha abstenido y negocia con el PSOE un acuerdo para formar un
gobierno de coalición que podría desbloquear la situación. Pero considera que
este camino está “sembrado de obstáculos” a causa de la “tensión” que existe entre
Sánchez e Iglesias y que se han visto durante el debate y habla de “pesimismo”
sobre el posible acuerdo para el jueves. Añade que, además, el rompecabezas
catalán puede complicar también la investidura.
La agencia británica Reuters
advierte de que la tensión vista en el debate hace dudar de la “estabilidad y
unidad” de un gobierno PSOE-Podemos. Una información de Ingrid Melander y Belén
Carreño recoge que Pedro Sánchez ha perdido la primera votación para ser
reelegido presidente, pero habrá una segunda y apunta que “mucho puede cambiar
hasta entonces”. Resalta que todo depende de si PSOE y Podemos, que han
asegurado que van a seguir negociando, pueden dejar a un lado sus diferencias.
Aunque añade que, considerando lo complicada que ha sido la negociación en
estos tres meses y los tensos intercambios entre Sánchez e Iglesias en el
debate parlamentario, “habrá que ver cómo de estable y unido podría ser un
gobierno” de ambos. El rotativo irlandés, The Irish Times, destaca que la investidura
española se decidirá in extremis. En una crónica de su corresponsal Guy
Hedgecoe explica que Pedro Sánchez sigue intentando convencer en negociaciones
de último minuto a sus aliados potenciales, Podemos, para que le apoyen y
acaben con el bloqueo político. Recuerda que, en su discurso, el presidente
español en funciones habló de sus planes para generar una economía de alta
tecnología, con igualdad de género y contra el cambio climático. Pero señala
que la decisión de no abordar el asunto de Cataluña en su intervención le
generó críticas y fue calificado desde ERC, que se mostró dispuesto a apoyarle,
de “irresponsable y negligente”. Por su parte, Euronews recoge que Sánchez
fracasó en conseguir apoyo para ser presidente en la primera votación. Volverán
a hacerlo el jueves, cuando solo será necesaria la mayoría simple. Pero
enfatiza que el apoyo, en esta segunda votación, va a depender de que el PSOE y
Podemos se pongan de acuerdo en un gobierno de coalición. Y resalta que, en la
primera sesión del debate de investidura, Pedro Sánchez fracasó en convencer a
Pablo Iglesias para que le apoyara, aunque el líder de Podemos aseguró que seguian
dispuestos a negociar. Según la radio francesa, RFI, Sánchez puso el rumbo a la
izquierda para intentar seducir a Podemos. Señaló que el presidente español
presentó un programa con fuerte acento social para intentar atraerse los votos
de la izquierda radical de Podemos. Y que habló de aumentar el SIM y mejorar
las pensiones, pero Pablo Iglesias le respondió que no querían un puesto
simbólico en el gobierno.
Calvo estalló contra Podemos, dando por roto el diálogo porque “nos
pidieron el Gobierno entero”.
“Nos han pedido
literalmente el Gobierno”, han pedido “el Gobierno entero”. Lo dijo la
vicepresidenta Calvo en el programa “Hoy por hoy” de la Cadena Ser. Su
argumentación era que el Ejecutivo se movió todo lo que pudo, pero, al final,
no podía ceder más terreno, porque era entregar el Ejecutivo y el programa a
una fuerza, Unidas Podemos, con la que no sumaba mayoría absoluta. Haber
aceptado las exigencias de Pablo Iglesias era tanto, prosiguió, como faltar el
“respeto” a la mayoría que las urnas del 28 de abril dieron al PSOE. Calvo
subrayó que, en todo momento, a los morados les faltó “principio de realidad”,
al pretender negociar sobre unas bases que no se correspondían con sus
resultados (42 diputados frente a los 123 del PSOE). UP quería un “Gobierno en
paralelo” y esa petición “no era realista”. “O Pablo Iglesias estaba en el
Gobierno para llevar la dirección política o era difícil que llegaran a un
acuerdo”. Por el contrario, desde Podemos explicaron que el PSOE ni siquiera
habría hecho una última oferta, dado que solo pusieron sobre la mesa
“propuestas sueltas”. La desconfianza entre el PSOE y Unidas Podemos fue
patente, ambos partidos parecieron incompatibles como potenciales socios,
siendo más enemigos que rivales. Los socialistas filtraron las exigencias
realizadas por Unidas Podemos, una vicepresidencia, de la que dependerían tres
ministerios sociales, más las carteras de Ciencia y Trabajo. “No podéis tener
el Ministerio de Trabajo, sois inquietantes para la CEOE”, habrían respondido
los socialistas. La última contraoferta del PSOE, debatida durante toda la
jornada del miércoles hasta que se rompieron las conversaciones, consistía en
una vicepresidencia y tres carteras sociales. Para el grupo confederal fue una
propuesta vacía de contenidos y meramente simbólica. Se trasladaba una
propuesta y, si era rechazada, se cambiaba por otra diferente. Por otro lado,
criticaron que ni Igualdad ni Vivienda eran ministerios actualmente. Su
objetivo era controlar ministerios sociales, los que existen ya en la actual
estructura de Gobierno, para que estuviesen tutelados bajo una vicepresidencia
social, al frente de la que estaría Irene Montero. Todos los puentes parecían
rotos, por lo que Pedro Sánchez no sería investido el jueves en segunda vuelta,
dado que los de Pablo Iglesias no quieren entrar en el Gobierno a cualquier
precio.
La última oferta de
Sánchez para el Gobierno de coalición no convence a UP.
El pasado lunes, 22 de
julio, durante la primera sesión del pleno de investidura, el candidato Pedro
Sánchez desgranó durante dos horas su propuesta política ante el Congreso de
los Diputados. El resumen que de aquella intervención volvió a alimentar las
dudas sobre la marcha de unas negociaciones que se solapaban ya con el debate
de investidura. A Pablo Iglesias le llegó el turno para hablar esa misma tarde
y el diálogo con Sánchez acabaría con titulares en la prensa que volvieron a
marcar las dificultades para entenderse entre ambas partes. Iglesias desveló
todo lo que el PSOE les había negado y exigió que el candidato socialista
explicase al Parlamento qué ofrecía a Unidas Podemos a cambio de su voto.
Sánchez rehuyó la petición y prefirió no usar su último turno de palabra.
Durante ese debate el candidato socialista se centró en pedir la abstención del
PP y le dijo a Iglesias que, si no llegaban a un acuerdo, aún tenía para él
otra oferta a la baja: un pacto de legislatura. En Podemos empezaban a pensar
que el paso atrás de su líder no había servido para nada. A pesar del malestar,
las dos partes mantuvieron en marcha los contactos, con Calvo y Echenique al
frente. Un día después, Sánchez fracasaba en la primera votación de su
investidura. Unidas Podemos llegó ese día al Parlamento decidida a votar en
contra, pero acabó decantándose por la abstención. Esa misma tarde, Carmen
Calvo llamó a Echenique y le citó para el día siguiente. El encuentro no fue
bien y en Unidas Podemos se encargaron de transmitir que no estaban contentos
con la oferta que el PSOE les puso sobre la mesa, asegurando que no ofrecía
novedades. Pedro Sánchez volvió a entrar en escena y llamó a Pablo Iglesias con
el mensaje de que no iban a ofrecer nada más. Era la última oferta. A solo unas
horas de la votación definitiva, prevista para el jueves, el entendimiento
saltaba por los aires. Momento en que el PSOE decidió filtrar los textos con
las peticiones de Podemos y las ofertas realizadas como respuesta. ¿Qué quedaba
ya de la “prudencia”, “discreción” y “tranquilidad” con la que las dos partes
se conjuraron a trabajar para evitar la repetición electoral? En las horas
previas a la investidura, Unidas Podemos envió al PSOE dos folios con una nueva
oferta: una vicepresidencia social, Sanidad, Trabajo y Ciencia. La propuesta le
llegó a Pedro Sánchez reunido con su ejecutiva y el PSOE no tardó en responder
con una negativa. Mientras se esbozaban esos intentos de última hora, el portavoz
de ERC, Gabriel Rufián, compareció ante los medios de comunicación para
anunciar la abstención de su formación, a la que se unió EH Bildu. Su anuncio
visualizaba la posibilidad de éxito para la investidura de Sánchez siempre y
cuando Unidas Podemos ofreciese sus votos para impulsarla. El resultado final
llegó a las tres y pico de la tarde. Pero, la investidura de Sánchez volvió a
fracasar por segunda vez en tres días, consiguiendo sólo los 124 síes del PSOE
y del PRC, frente a los 155 noes (PP, el C’s, Vox, NA+ y CCY) y los 65 de
abstención (UP, ERC, IU, PNV, Bildu y Comprormís).
Sánchez, en Tele 5.
Esa misma noche del
fracaso en el Congreso, Pedro Sánchez concedió una entrevista a 'Informativos
Telecinco'. Reconoció sentirse “frustrado” en lo personal tras su segunda
investidura fallida, pero sin “tirar la toalla” que no deseaba elecciones, por
lo que no descartaba una alternativa al plan A, ahora fracasado tras no
entenderse con Unidas Podemos. Mostraba así que su nueva estrategia sería pedir
el apoyo de la derecha para no depender de los independentistas, sin descartar
a Unidas Podemos. Y que prefería intentarlo sin convocar elecciones. Culpó a
todos del fracaso, pero sobre todo a Iglesias. Acusándole de “impedir la
investidura”. Para evitar la repetición electoral, dejó claro que necesitaba a
todos: “Debemos retomar la responsabilidad y eso también compete a Ciudadanos y
el PP que tienen que permitir que haya gobierno”
Podemos y PSOE rompen las
negociaciones a solo unas horas de la segunda votación.
Juan Tortosa escribe en
Público, bajo el título ‘Semana solemne’: “Hay tantos días históricos ya en el
calendario que me resisto a tirar de estereotipos, pero qué duda cabe que el
jueves 25 de julio fue uno de ellos en el alumbramiento de una nueva era
política. El momento merece el máximo respeto y es de esperar que sus señorías
sepan estar a la altura y ningún gamberro desluzca la ceremonia. En campaña
electoral y durante los tres últimos meses cada cual actuó como creyó
conveniente, con mejor o peor fortuna. Pero este lunes llega el momento de
ponernos serios. Lo que suceda puede convertirse en referente. Si Sánchez
resulta investido el jueves, conoceremos poco después los nombres de quienes
conformarán el gobierno de coalición. Y serán momentos de sensaciones nuevas,
de ilusión para unos, de incertidumbre para otros, y de rabia también para
según quiénes, qué duda cabe. Fuera nos mirarán con lupa durante un tiempo,
como hicieron durante la Transición: en el resto de Europa con cierto
escepticismo, como entonces, y en Latinoamérica quizás con envidia, también
como entonces. Se comprobará que había una política social y económica
pendiente de aplicar a la izquierda del PSOE, y que quienes la van a llevar a
cabo no solo no tienen rabo ni cuernos, sino que saben cómo hacerla. Una de las
razones por las que la derecha ha procurado que el gobierno de coalición no
fuera posible es porque muy pronto la ciudadanía va a descubrir, como ha
comenzado a intuir con la subida del salario mínimo a 900 euros, que les va a
ir mejor que antes, porque es mentira que la economía peligre si no se gestiona
como siempre. Ya no cuela meter miedo, sobre todo si quienes lo hacen son
compañeros de partido de ladrones encarcelados. Si los presupuestos se hubieran
aprobado, PSOE y Podemos estarían aún colaborando juntos en una legislatura de
gobierno monocolor a la que le quedaba vida hasta bien entrado el año 2020. El
resultado de las elecciones anticipadas dictaminó gobierno de coalición. A por
él, pues…”
Vista panorámica del Congreso de los
Diputados durante el discurso de Pedro Sánchez.
Otro periodista de
Público, David Bollero tituló “Espectáculo de investidura”, recién fracasado el
intento del PSOE: “Amanecíamos el pasado martes con la ingenua esperanza de
que, quizás, hubiera un acercamiento entre PSOE y Unidas Podemos (UP) y pudiera
conformarse un nuevo gobierno, fuera o no de coalición. No fue el caso. Hoy, ni por asomo habrá nuevo
Gobierno y mucho habrán de cambiar las cosas para que una segunda votación
impida la celebración de nuevas elecciones. Tanto por las intervenciones de
quienes tendrían que haber dado una lección de consenso como por las de PP, Cs
y Vox, la sesión de investidura se convirtió en un espectáculo de investidura.
Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (UP) ni se rozaron. Están tan lejos el
uno del otro que me pregunto a qué se han dedicado realmente los equipos
negociadores, porque por los reproches y ataques verbales que se dirigieron
mutuamente pareciera que ayer mismo fuera la primera vez que negociaban un
pacto. Todavía hay quien indica que lo de ayer fue parte de la puesta en escena
—ya saben, del espectáculo—, pero los ataques fueron tan duros que de cara a
que el jueves haya un acercamiento, ¿quién hará de poli bueno y quién de poli
malo? Hasta eso tendrán que negociar para que ninguna de las dos partes se
sienta humillada delante de la opinión pública y sus respectivas hinchadas y
eso hoy parece estar muy, muy lejos Respecto a los partidos de la oposición, el
más moderado fue Pablo Casado (PP), pero salpicó sus discursos de tantas
mentiras —como ya hiciera en los debates— que se mostró indigno de la Cámara
Baja. Llegó a dar una cifra hasta diez veces superior a la realidad para
referirse a la caída de la cifra de negocio de la industria (habló de un 7%
cuando en realidad es un 0,7%). Peor estuvo Albert Rivera (Cs), que ni siquiera
sabe cuánta gente le votó, sumándose casi 200.000 votos más a los que realmente
tiene. La gastroenteritis sufrida hace unos días ha debido subírsele a la
cabeza, porque la cantidad de diarrea mental que regaló ayer al Congreso sólo
fue superada por la de Santiago Abascal (Vox). El líder de la extremaderecha,
autopresentado como un santo mártir enfundado en un traje un par de tallas
menos, rebuznó tonterías como que el plan de Sánchez para acabar con el
envejecimiento de la población es la legalización de la eutanasia. En eso se
resume su sarta de tonterías que, me van a perdonar, están al mismo nivel que
quienes todavía las aplauden. Hoy es el turno de los partidos nacionalistas y
algo me dice que serán los que menos contribuyan al espectáculo de investidura
que se inició el lunes. Cuando el jueves que viene caiga el telón, vuelvo a
remitirme a mi artículo: Si PSOE y UP no obran un nuevo Gobierno, serán ellos y
sólo ellos quienes metan en La Moncloa a la derecha más rancia en unas nuevas
elecciones.
Antonio Casero, desde
Menorca, hace la siguiente reflexión: “Hay una serie de cosas que me gusta
visionar por las redes como la de entrar en las " web cams Stromboli"
o " Etna" para ver en directo tanto de día como de noche la erupción
de estos dos volcanes. Me gusta esta manía que suelo hacer casi cada día con
otras web cams en el mundo. Me distraigo. Son cosas de jubilados cuando la
vista se cansa de la lectura. Pero las noticias que más corren y que más de uno
intenta defender o atacar son las negociaciones para nombrar al Presidente de
Gobierno de España. Pienso que es muy necesario un gobierno de coalición entre
el Psoe y Unidas Podemos con las manos tendidas a ERC, Bildu, PNV, Compromís,
MÉS y de todos los colectivos de las periferias. Un gobierno de coalición es
aceptar una nueva manera de hacer política para hacer la auténtica transición
que nos lleve a dar respuestas a los problemas que venimos arrastrando, y que
esta crisis lo ha agravado aún más. Un gobierno de coalición en función a un
programa de gobierno en donde se dé la participación con competencia, presupuesto
y ejecución a los que acuerden ese compromiso. Después de 87 días no se puede
presentar una candidatura sin haber estado estos tres meses hablando,
negociando y sin la más mínima comunicación con todos los que pudieran ser
implicados. Un fracaso más de Pedro Sánchez, de demasiadas dudas y de muy
escasa claridad. No sé si él tiene capacidad o no. Lo que sí podemos observar
es que lleva tres años dando demasiados bandazos y sin una línea política
clara. Muchas contradicciones. Es fácil detectarlas, solo observando lo que
ofrecía y prometía en campaña electoral y lo que ahora hace. Un gobierno de
izquierda es para hacer políticas de respuestas sociales, ya que para lo que
han estado haciendo siempre pueden acudir a Cs que son parte de la misma
cultura económica que les unen en Europa y que los que salen y entran en las
puertas giratorias lo verían con gran agrado”.
Indígoras y Cachi.
Fotomontajes, imágenes y
frases sorprendentes de esta última semana:
Jorge Núñez Jiménez
escribe en su web: En Alemania sería delito nombrar a la nieta de Hitler
DUQUESA DE HITLER o en Italia a la nieta de Mussolini DUQUESA DE MUSSOLINI. Esperpéntico
sufrir en pleno siglo XXI una monarquía medieval repartiendo títulos a
parásit@s, más todavía si son herederos de golpistas, genocidas y ladrones.
Ya tenemos aquí el verano, debe faltar alguno, pero es que todos no caben.
Responsable del arsenal nuclear.
Iglesias: "Si no fueran por sus errores, nosotros no estaríamos aquí... No podemos aceptar ser un mero decorado en su Gobierno"
Pedro Sánchez,' Piense mucho, señor Iglesias, el votar con la ultraderecha'
Alberto Carlos Riverita, el 'Mariachi'
Rivera acusa a Sánchez de
impulsar un “Gobierno Frankenstein” de enchufados.
Rufián pide diálogo al Gobierno y critica el enfrentamiento entre Sánchez e Iglesias "Es la izquierda sacándose los ojos... Me encantaría ver a Arrimadas y a Álvarez de Toledo, en una mesa, negociando y no insultando”.
Primera intervención de Santiago Abascal en el Congreso de Diputados. @KiKeNiCo.
Foto de la aplicación de Violeta Arribas Álvarez.
Sánchez de nuevo a elecciones
Podría ser una
instalación en un museo. Pero es una protesta en la entrada de una ONG en
Santiago.
Foto de la publicación
de St Mary's Tall Ship Alliance.
Hay derrotas que tienen más dignidad
que una victoria. José Luis Borges. Foto de la publicación de Pep Nadal.
El humor en la prensa de
esta semana: El Roto, Peridis, Eneko, Pat, Vergara, Manel Fontdevila, J.R. Mora, Ant, Enrique, Kap…
Los vídeos de esta semana.
Todavía hay pardillos que creen vivir en una democracia ...
Resumen del debate de investidura en el Congreso de los Diputados
Intervenciones de Pablo Iglesias en la sesión de investidura a la presidencia del Gobierno.
Esteban a Rivera: "Me lo imagino en una banda, pero de mariachis. Dando la nota desde la tribuna"