El féretro del Papa llega a San Pedro.¿Qué nos dice de la
izquierda la devoción laica por Francisco? Escuchamos las sensaciones de Isaac
Rosa, Alberto Garzón, Jordi Évole, Raquel Marcos Oliva, Santiago Alba Rico,
Gerardo Tecé, Alberto Soler Montagud… Isaac Rosa reconoce que, a la hora de la verdad,
el Papa “reformista” concretó pocas reformas en su iglesia, y el Papa
“revolucionario” no hizo ninguna revolución. “Parece que Jorge Bergoglio ha
sido el Papa perfecto para quienes no les gustan los Papas. No digo ahora en su
muerte, sino durante sus doce años de papado: gentes de izquierda, laicos,
agnósticos, ateos e incluso anticlericales, han aplaudido cada gesto y cada
palabra de Bergoglio con un entusiasmo que no dejó de asombrarme. Era visto
como un Papa poco Papa, un Papa menos Papa, un Papa que no parecía Papa, y por
eso gustaba a los no papistas y antipapistas, incluidos aquellos cristianos de
base que recelan de la jerarquía católica… Después de Wojtyla y Ratzinger, era
fácil pasar por Papa progre con poco que te esfuerces, de la misma forma que
Obama brillaba más por contraste con su predecesor Bush, y el rey Juan Carlos
parecía demócrata y honesto en un país recién salido de una dictadura. Si
además encabezas una institución históricamente reaccionaria como la iglesia
católica, y lo haces en un momento de auge ultraderechista en medio planeta, es
más comprensible que algunos simpatizasen con Bergoglio. Sus enemigos
declarados también contribuyeron a hacérnoslo más simpático: si lo odian Milei,
Abascal, Salvini, Le Pen, Jiménez Losantos y los curas ultramontanos, no puede
ser malo. Es más: tiene que ser de los nuestros…. Y aunque en su balance pesen
más las palabras que los hechos, hay que reconocerle y aplaudirle que hablase
con tanta claridad de justicia social, desigualdad capitalista, la matanza de
Gaza, la crisis climática y la defensa de los desfavorecidos, migrantes
incluidos. Bien por Bergoglio, incluso muy bien. Y seguramente echaremos de
menos sus palabras en caso de que el próximo Papa se alinee con la ola
reaccionaria mundial”.

Jordi Évole se sinceró y detalló su última entrevista con el Papa
Francisco: 'Si Dios es del Madrid, el Papa era del Barça.'“Ha muerto —escribe Alberto Garzón— el papa
más progresista de la historia contemporánea. Francisco, a los 88 años, deja
tras de sí un legado que trasciende el perímetro del mundo católico. Su voz,
casi siempre incómoda para los poderosos, resonó con fuerza en los debates
globales sobre desigualdad, ecología, migraciones y justicia social. No fue un
líder perfecto ni hay motivos para mitificarlo, pero sí resultó ser un
Pontífice que puso el acento en las consecuencias de un mundo desgarrado por
las múltiples crisis del capitalismo global. En muchos casos su pontificado
llegó incluso más lejos que numerosos movimientos de izquierda”. Y acaba
reconociendo que le atrae mucho más la gente con contradicciones y que hace
avanzar el mundo que los revolucionarios que carecen de contradicciones y
también de toda capacidad de cambiar la sociedad. En el programa ‘Y ahora
Sonsoles’, Évole recuerda su relación con el Papa. "Después de aquella
entrevista seguimos en contacto por correo electrónico. Me enviaba una tarjeta
del Vaticano con una foto y un mensaje escrito a mano. Era un mail, pero
analógico”, cuenta el periodista. La cercanía y humanidad del Pontífice marcan profundamente
a Évole, quien grabó aquella entrevista precisamente en la residencia donde muere.
La cercanía y humanidad del Pontífice marcan profundamente a Évole, quien añade:
“Me quedo con su sencillez. He entrevistado a muchos líderes mundiales, y él
fue uno de los que vino más desprovisto de protocolo. Solo llegó con una
persona de comunicación”. Évole, confiesa que el Papa no impuso condiciones
para la entrevista: "Nos dijo que quería que hablásemos sin
intermediarios. Le interesaba especialmente hablar de los refugiados",
explica. También aprovechó para lanzar un mensaje contundente: “A mí me parece
que la Iglesia se haría un gran favor encontrar un sustituto que siguiera
siendo un dique de contención contra la ola reaccionaria que representan
personajes como Trump, Ayuso o Milei”. Y, como broche final, recuerda el lado
más futbolero del Papa. "Hablamos de fútbol. El madridismo dice que el
Madrid es Dios, pero yo solo puedo decir que el Papa era del Barça”, dice entre
sonrisas.

El papa Francisco, en una imagen de archivo.Raquel Marcos Oliva
asegura que el papa Francisco y las personas, creyentes o no, que viven en los
márgenes, los desposeídos, los inmigrantes, los que luchan en las fronteras,
los que sufren en su carne el horror de la guerra, “echarán de menos su
compromiso inequívoco con aquellos a los que el poder y el dinero convierte en
carne de cañón. Se hizo llamar Francisco, el santo de los pobres, el más
radical del santoral. Era argentino, jesuita, socarrón, directo, de impulso
reformador (mucho para la jerarquía eclesiástica, poco para otros) y crítico
como ningún otro heredero de Pedro con un sistema capitalista que machaca a los
que menos poseen, un sistema que, en palabras de San Mateo, da abundancia a
quien ya tiene y al que nada tiene le quita lo poco que posee. Se despojó del
lujo hasta en los zapatos (volvieron al armario los escarpines de Prada de
Ratzinger) y poco a poco, diseñó un colegio cardenalicio a su medida. Deja
cuatro encíclicas sobre el cambio climático, contra el neoliberalismo y el
populismo, en las que exhorta a actuar con el corazón, muestras de un papado
que no gustaba a los sectores más rancios y ultraconservadores de la Iglesia y
que se quedó corto en algunos aspectos claves del catolicismo como el papel de
la mujer en la iglesia, tanto en el poderoso entramado del Vaticano como en el
trabajo evangelizador a pie de calle. El mayor ‘pero’ de su pontificado es que
cambió las formas vaticanas para que, en el fondo, todo siguiera igual en una
iglesia acostumbrada a sobrevivir a vientos y mareas y que no acaba de afrontar
con claridad, humildad y afán reparador algunos de sus mayores pecados, como
los abusos sexuales a menores. Francisco, Bergoglio, protagonizó un pontificado
para las periferias, para la misericordia, para los olvidados, para los prescindibles.
Cabe la posibilidad, ahora, de un pendulazo, que el incensario vaticano se vaya
al otro extremo y el nuevo Papa sea más acorde con estos tiempos marcados por
el trumpismo y la crueldad. Los casi once años de Bergoglio han sido bálsamo y
consuelo, y un intento de retorno al camino de misericordia que la institución
eclesiástica no se ha cansado de abandonar a lo largo de la historia. Hoy,
creyentes y no creyentes que creemos que la justicia social y la empatía son
tan necesarias como el aire solo podemos desear que su sucesor profundice en su
legado y no lo revierta. La esperanza ('Esperanza' es el título de la
autobiografía de Francisco) es que la Iglesia siga transitando por el sendero
que él ha dejado abierto”.

'El papa Francisco con el
expresidente de Uruguay José Mujica.“¿Era de izquierdas el
papa Francisco?”, se pregunta Santiago Alba Rico. “Era anticapitalista,
ecologista, pacifista y anticlerical. ¿Era de derechas? Condenaba el aborto
como un crimen y, aunque nombró algunas religiosas para cargos vaticanos, no fue
capaz de establecer, como algunos sectores esperaban, la ordenación sacerdotal
de las mujeres; ni el fin del celibato de los sacerdotes. Era un poeta metido a
reformador. Para algunos sectores se quedó demasiado corto; para otros fue
demasiado lejos. No era ‘de izquierdas’ ni podía –ni debía– serlo. Era el papa
de Roma, a la cabeza de una institución de dos mil años de historia que, a
partir de Constantino, en el siglo IV, ha venido disputando o asumiendo o
apoyando el poder político en Europa y en el mundo y que es, por su propio
peso, irreformable, indestructible y decisiva. Nunca dejará a Cristo en
libertad, es cierto, pero no es indiferente, en definitiva, quién ocupa su
cátedra ni desde qué principios. De ahí que los ateos de izquierdas, más allá o
más acá de nuestras propias diferencias, deberíamos juzgar a Francisco por los
efectos que ha introducido en un mundo fragilísimo que declina a toda prisa
hacia una combinación explosiva de neoliberalismo económico y autoritarismo
político, de desigualdad creciente y de neoimperialismo desnudo, de deterioro
ecológico y colapso del Derecho. Deberíamos juzgarlo también a partir de la
ferocidad de los sectores católicos que lo han combatido y que, de hecho,
llevaban años intentando apartarlo del solio de san Pedro. Me refiero a esa
internacional trumpista que incluye al cardenal Burke, al converso Vance, al
reaccionario Bannon y, desde luego, a los líderes de la ultraderecha europea:
Le Pen, Abascal, Orban o Meloni. Frente a ellos, Bergoglio no ha sido ‘de izquierdas’,
pero sí ‘cristiano’ y, como decía antes, ‘anticlerical’, en el sentido de que
ha intentado arañar desde dentro, con paradójico jesuitismo maniobrero, la
rocosidad ‘curil’ del poder de la Iglesia. En estos momentos, me parece, el
realismo de izquierdas obliga a aliarse con los ‘cristianos’ en contra de los ‘curas’
y, aún más, a ceder a los ‘cristianos’ el protagonismo de nuestras luchas
centrales. Nos obliga, desde luego, a lamentar la muerte del papa como una
pérdida catastrófica para la causa de la Humanidad y a reconocer que era, como
titulaba yo un artículo reciente, ‘nuestro papa Francisco’.

El papa Francisco. / Luis Grañena
Gerardo Tecé se pregunta
en Público si fue un buen papa. “Los que se acercaron al papa Francisco lo
definen como un hombre bueno, un tipo accesible, con una marcada tendencia
hacia la justicia social y que huía de las extravagancias divinas.. Más allá de
lo retrógrado inherente al cargo, Jorge Bergolio, el papa Francisco o como cada
cual quiera recordarlo, fue un tipo generalmente alineado con la justicia
social, defensor de los pobres y, por tanto, puesto en la diana de la derecha
más ultra. Quizá, su mejor carta de despedida es que argentinos como Milei lo
llamaran imbécil satánico o que la iglesia española más pestilente rezase
rodeada de referencias franquistas para que llegase cuanto antes el día de su
muerte. Esa ultraderecha con sotana, que cuando lee en la Biblia que “es más
fácil que un camello pase por el ojo de la aguja a que un rico entre en el
reino de dios” interpreta que hay que expulsar a los inmigrantes, es la que
ansía convertir la dirección de la religión católica en great again. Es la
iglesia que quiere volver a crucificar a todo aquel buenista que, como
Jesucristo, defienda causas sociales o que los pobres son una prioridad. Por
algo en Semana Santa algunos no lamentan, sino celebran al crucificado. La
Iglesia católica es un gigantesco influencer cuyo peso, a falta de tener un dios
de su lado, reside en su poder de comunicación. Un poder que ejerce para
influir en la vida de millones de católicos en el mundo que darán like a lo que
su iglesia les diga. Es esa capacidad comunicativa la que la ultraderecha sueña
con conquistar en el próximo cónclave. No lo tendrá nada fácil. Durante su
mandato, Bergoglio nombró al 80% de los cardenales que elegirán al nuevo jefe
al frente del negocio. Lo cual nos hace pensar que, previsiblemente, el
Vaticano seguirá tras Francisco con una política comunicativa –no hay otra
política que realizar, desde la llegada de los móviles ya no hay milagros–
similar a la impuesta por el argentino, consistente en abrir la Iglesia a la
realidad de un mundo enorme y diverso. Un mundo muy alejado del que los Trumps
que crucifican desfavorecidos quieren imponer. La iglesia, lo saben bien en el
Vaticano, no es un negocio de nicho, sino generalista”.
Otros comentarios,
imágenes, fotos y fotomontajes:
A Papa muerto, Papa puesto.
El
papa Francisco y Javier Milei se abrazan en el vaticano en 2024.
Javier Milei despidió al
Papa Francisco con solemnidad, como si hubiera perdido a un guía espiritual. Pero
durante años lo insultó sin filtro:
“Imbécil”
“Basura socialista”
“Representante del
maligno”
“POTATO”
Lo acusó de estar al
servicio del mal, de bendecir el robo, de empobrecer al mundo. Y ahora, que
conviene políticamente, se arrodilla. En este carrusel, una recopilación del
antes y el después. Porque este tipo de archivos no se queman, siempre nos
queda la hemeroteca.
Tras la presión social,
mediática y política, el Gobierno rescinde el contrato de munición con Israel. Sánchez
desautoriza a Marlaska. IU y Sumar ganan el pulso. La movilización sirve. Siempre.
(Spanich Revolution)
Feijóo habla del papa
Franciscus y provoca el despiporre: ¿Quién dijo que no sabía
idiomas?
“Saber idiomas es muy
importante, ya seas camarero, programador o narcotraficante. Pero, claro, si
quieres liderar un país lo es incluso más, y hasta ahora nuestros presidentes
no nos habían dejado muy bien en este asunto.
Un caso de estudio es el de Alberto Núñez Feijóo, que en su día casi se
hace un esguince intentando pronunciar The Chieftains y que también nos dejó
aquel mítico ‘Bruce Sprinter’. Como ya debe verse fuerte en el idioma de
Shakespeare, ahora ha rizado el rizo y se ha pasado al... latín. En efecto,
habéis escuchado bien. El líder del PP se ha referido al papa Francisco como ‘Franciscus’,
el nombre en latín que se escribirá en su lápida. Claro que sí, Alberto, bonum
vinum laetificat cor hominis. Lógicamente, el despiporre en las redes estaba
servido”. (Tremending)
Feliz Día del Libro, queridos lectores…. Necesitamos más espacios así, ¿no
creen?
El humor en la prensa de
esta semana: Miliki y Duarte, Pinto &
Chinto, Santygutiérrez, Seebangnow, Vergara, El Roto, Peridis, Eneko, Enrique, Manel
F., J. Morgan, J.L. Martín, Tomás, Malagón, Asier y Javier…