18 de abril. Spain is different.
Ministros laicos ante la cruz y la Biblia.
Siempre lo fuimos, pero más en la época franquista, con un Fraga en los años sesenta dispuesto a salvar el país con su slogan y con los toros de Osborne, de cartón, colocados en puntos estratégicos de la carretera que aún perduran. El lema fue utilizado de forma paródica, como un indicador de la anormalidad y excepcionalidad de la situación política de España frente a las democracias de Europa Occidental.
Con el tiempo, los signos de distinción han seguido el mismo lema incluso ya entrada la democracia. Andalucía sigue siendo la imagen genuina de España; las sevillanas y las castañuelas, el baile nacional; la paella, el plato nacional; las corridas de toro, la sieta y las procesiones de Semana Santa, son costumbres de interés turístico y nacional; la Iglesia católica, la única que continua acaparando privilegios únicos. Escritores como Gerald Brenan, Hemingway y tantos otros denunciaron en su tiempo esta España diferente.
Me pregunto si no es hora ya que sustituir esos logotipos como la figura del toro –fuerza bruta, corridas, sangre, osadía, singularidad– por otros más amables, creativos y a tono con una Europa y un mundo civilizado. Aunque sea a costa de sacrificar lo peculiar, que nos distingue negativamente de los demás. Me pregunto si los últimos ministros que prometieron sus cargos ante una Biblia y un crucifijo, al igual que hacían los ministros franquistas, aunque con juramento, son conscientes de que este es un Estado aconfesional.
En este caso ¿para qué sirve este ritual? El protocolo está regulado por un decreto de 1979 que permite elegir entre prometer y jurar el acatamiento a las normas constitucionales y lealtad al Rey, pero no hace referencia ninguna a los signos religiosos. ¿Tan diferente sigue siendo España del resto del mundo que hasta en esta ceremonia con ministros/ministras laicos precisa de estos símbolos católicos? ¿Y por qué los diputados y senadores, algunos de los cuales, como el presidente del Parlamento, sí son católicos practicantes, lo hacen con una fórmula similar, pero ellos sin biblias ni crucifijos?
Los cargos públicos siguen algunos signos heredados de la dictadura como si la Constitución no existiera desde hace tres décadas y nada hubiera ocurrido desde entonces. No importa quien gobierne, sea el PSOE, el PP, o el desaparecido CDS o la UCD. Todos los ministros que juraron su cargo lo hicieron ante la Constitución, la Biblia y un crucifijo. Incluso los que eligieron "prometer" no se libraron de esta carga franquista del dictador
El arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, eludía ayer noche entrar en algunas de las cuestiones más delicadas que le fueron planteadas. Se atrevió incluso a declarar que, tal como hoy está planteado, el Estado laico no exige la retirada de símbolos religiosos de los espacios públicos. El prelado agregó respecto a la presencia de símbolos religiosos durante el reciente acto de toma de posesión de los ministros, que no sería justo que, para no herir la sensibilidad de algunas minorías, no fueran respetados los símbolos de una mayoría. Sagaz manera de confundir el culo con las témporas. Porque la Iglesia confunde conscientemente las “minorías que votaron este Gobierno”. Y con su curiosa manera de representar a la mayoría, obliga a todo Cristo a respetar sus símbolos. Me pregunto cómo llamar las constantes pegas de los representantes de esta Iglesia, cuando alguien les pide que borren los datos personales en todos sus registros (en particular del libro de Bautismo). También en éso Spain is different.
Con el tiempo, los signos de distinción han seguido el mismo lema incluso ya entrada la democracia. Andalucía sigue siendo la imagen genuina de España; las sevillanas y las castañuelas, el baile nacional; la paella, el plato nacional; las corridas de toro, la sieta y las procesiones de Semana Santa, son costumbres de interés turístico y nacional; la Iglesia católica, la única que continua acaparando privilegios únicos. Escritores como Gerald Brenan, Hemingway y tantos otros denunciaron en su tiempo esta España diferente.
Me pregunto si no es hora ya que sustituir esos logotipos como la figura del toro –fuerza bruta, corridas, sangre, osadía, singularidad– por otros más amables, creativos y a tono con una Europa y un mundo civilizado. Aunque sea a costa de sacrificar lo peculiar, que nos distingue negativamente de los demás. Me pregunto si los últimos ministros que prometieron sus cargos ante una Biblia y un crucifijo, al igual que hacían los ministros franquistas, aunque con juramento, son conscientes de que este es un Estado aconfesional.
En este caso ¿para qué sirve este ritual? El protocolo está regulado por un decreto de 1979 que permite elegir entre prometer y jurar el acatamiento a las normas constitucionales y lealtad al Rey, pero no hace referencia ninguna a los signos religiosos. ¿Tan diferente sigue siendo España del resto del mundo que hasta en esta ceremonia con ministros/ministras laicos precisa de estos símbolos católicos? ¿Y por qué los diputados y senadores, algunos de los cuales, como el presidente del Parlamento, sí son católicos practicantes, lo hacen con una fórmula similar, pero ellos sin biblias ni crucifijos?
Los cargos públicos siguen algunos signos heredados de la dictadura como si la Constitución no existiera desde hace tres décadas y nada hubiera ocurrido desde entonces. No importa quien gobierne, sea el PSOE, el PP, o el desaparecido CDS o la UCD. Todos los ministros que juraron su cargo lo hicieron ante la Constitución, la Biblia y un crucifijo. Incluso los que eligieron "prometer" no se libraron de esta carga franquista del dictador
El arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, eludía ayer noche entrar en algunas de las cuestiones más delicadas que le fueron planteadas. Se atrevió incluso a declarar que, tal como hoy está planteado, el Estado laico no exige la retirada de símbolos religiosos de los espacios públicos. El prelado agregó respecto a la presencia de símbolos religiosos durante el reciente acto de toma de posesión de los ministros, que no sería justo que, para no herir la sensibilidad de algunas minorías, no fueran respetados los símbolos de una mayoría. Sagaz manera de confundir el culo con las témporas. Porque la Iglesia confunde conscientemente las “minorías que votaron este Gobierno”. Y con su curiosa manera de representar a la mayoría, obliga a todo Cristo a respetar sus símbolos. Me pregunto cómo llamar las constantes pegas de los representantes de esta Iglesia, cuando alguien les pide que borren los datos personales en todos sus registros (en particular del libro de Bautismo). También en éso Spain is different.
2 comentarios:
Pues tienes toda la razón, la verdad es que son de esas cosas que por estar acostumbrados se dejan estar sin caer en lo paradójico, por no decir ridículo, que resultan. Me temo que ningún ministro se atreverá a pedir que quiten la cruz de la mesa. Un ejemplo más del "si daño tampoco hace", que hace tanto daño.
La cruz, la biblia, la constitución, y un rey castellano impuesto tambien por la ley de sucesión franquista. Si... "todo está atado, y bien atado."
chiflos.
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