“69 razones para no trabajar en demasía”.
Cive Pérez.
“Ante todo, permitidme ante todo que os diga –nos advierte Pérez– que hay poco de frivolidad en la propuesta de trabajar menos. Tesis que, pese a su honda solera filosófica, parecía políticamente poco apropiada mientras estuvo vigente la promesa de crear un Estado del Bienestar. Sin embargo, la contrapartida que se ofrece hoy a cambio del esfuerzo laboral es precariedad creciente en el empleo, despido libre, contratos basura, salarios que rayan en el insulto, servicios públicos de salud deteriorados e incertidumbre en las pensiones de jubilación. En esas condiciones, entregar nuestra vida al trabajo por cuenta ajena parece cosa de tontos: ‘vive para tí solo, si pudieres, pues sólo para tí, si mueres, mueres’, advierte Quevedo.
“Un ciudadano puede exigir que las autoridades del Estado protejan su seguridad personal o su salud. Pero no existen vías jurídicas para exigir una colocación dentro del artefacto social del empleo. Para evitar desórdenes sociales, los gobiernos intentan favorecer lo que eufemísticamente denominan ‘creación de empleo’. O sea, la contratación de trabajadores por parte de los empresarios. Pero éstos, a la vez que propietarios de los medios de producción, manejan también los mandos del artefacto empleador. En consecuencia, nadie podrá trabajar ‘sin permiso de otro’, como observó Karl Marx. Mientras el capitalismo perdure, los seres humanos no tenemos la menor obligación ética de sacrificar el corto tiempo de nuestra existencia en aras de un sistema injusto.
“Lo único que los gobernantes nos ofrecen a cambio de nuestro sacrificio –insiste Pérez– es restablecer el equilibrio del sistema para dejarlo en el mismo punto en el que estaba antes de producirse la crisis: o sea, en similar estado de riesgo de que ésta se repita. Ninguna crisis económica ha tenido como causa el hecho de que la gente trabajase poco. Así que, por favor, no nos vengan con cuentos.
“El adagio ‘Para rey o para necio se nace’ –prosigue Pérez– viene al pelo en un momento en que los gobernantes nos invitan a trabajar con ahínco para que no se hunda el tinglado económico internacional, sumido en grave crisis por los manejos de la banca y otros delincuentes financieros (…) El Rey Juan Carlos I, con su habitual estilo simplón, alentó a los españoles ‘a tirar todos del carro en la misma dirección’. Ahora, es la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, la que vuelve a la carga con la monserga: ‘La economía española es como las mujeres. Aunque estén igual de capacitadas, tenemos que trabajar el doble’.
“Lo único que los gobernantes nos ofrecen a cambio de nuestro sacrificio es restablecer el equilibrio del sistema para dejarlo en el mismo punto en el que estaba antes de producirse la crisis: en similar estado de riesgo de que ésta se repita (…) Se le puede pedir al pueblo sangre, sudor y lágrimas ante el ataque de un ejército enemigo o ante los desastres producidos por un terremoto o un violento huracán. Pero no cuando los manejos especulativos de los mercachifles han gozado de la total permisividad de las autoridades. Así que –termina Cive Pérez reconociendo que ninguna crisis económica ha tenido como causa el hecho de que la gente trabajase poco– no nos vengan con cuentos. Antes de prestar obediencia ciega a sus mandatos, tengamos una recta opinión acerca de la capacidad y catadura moral de quienes mandan”.
Cive Pérez, en su blog “Carnet de paro” anuncia: “69 razones para no trabajar demasiado”, un libro que acaba de ser editado por Ediciones Viejo Topo, y que, paradójicamente, es “el resultado de un considerable esfuerzo personal. Pues escribir es bastante más duro que cavar. Y os aseguro que conozco ambos oficios, pues he escrito más árboles que plantado libros. O viceversa”.
“Ante todo, permitidme ante todo que os diga –nos advierte Pérez– que hay poco de frivolidad en la propuesta de trabajar menos. Tesis que, pese a su honda solera filosófica, parecía políticamente poco apropiada mientras estuvo vigente la promesa de crear un Estado del Bienestar. Sin embargo, la contrapartida que se ofrece hoy a cambio del esfuerzo laboral es precariedad creciente en el empleo, despido libre, contratos basura, salarios que rayan en el insulto, servicios públicos de salud deteriorados e incertidumbre en las pensiones de jubilación. En esas condiciones, entregar nuestra vida al trabajo por cuenta ajena parece cosa de tontos: ‘vive para tí solo, si pudieres, pues sólo para tí, si mueres, mueres’, advierte Quevedo.
“Un ciudadano puede exigir que las autoridades del Estado protejan su seguridad personal o su salud. Pero no existen vías jurídicas para exigir una colocación dentro del artefacto social del empleo. Para evitar desórdenes sociales, los gobiernos intentan favorecer lo que eufemísticamente denominan ‘creación de empleo’. O sea, la contratación de trabajadores por parte de los empresarios. Pero éstos, a la vez que propietarios de los medios de producción, manejan también los mandos del artefacto empleador. En consecuencia, nadie podrá trabajar ‘sin permiso de otro’, como observó Karl Marx. Mientras el capitalismo perdure, los seres humanos no tenemos la menor obligación ética de sacrificar el corto tiempo de nuestra existencia en aras de un sistema injusto.
“Lo único que los gobernantes nos ofrecen a cambio de nuestro sacrificio –insiste Pérez– es restablecer el equilibrio del sistema para dejarlo en el mismo punto en el que estaba antes de producirse la crisis: o sea, en similar estado de riesgo de que ésta se repita. Ninguna crisis económica ha tenido como causa el hecho de que la gente trabajase poco. Así que, por favor, no nos vengan con cuentos.
“El adagio ‘Para rey o para necio se nace’ –prosigue Pérez– viene al pelo en un momento en que los gobernantes nos invitan a trabajar con ahínco para que no se hunda el tinglado económico internacional, sumido en grave crisis por los manejos de la banca y otros delincuentes financieros (…) El Rey Juan Carlos I, con su habitual estilo simplón, alentó a los españoles ‘a tirar todos del carro en la misma dirección’. Ahora, es la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, la que vuelve a la carga con la monserga: ‘La economía española es como las mujeres. Aunque estén igual de capacitadas, tenemos que trabajar el doble’.
“Lo único que los gobernantes nos ofrecen a cambio de nuestro sacrificio es restablecer el equilibrio del sistema para dejarlo en el mismo punto en el que estaba antes de producirse la crisis: en similar estado de riesgo de que ésta se repita (…) Se le puede pedir al pueblo sangre, sudor y lágrimas ante el ataque de un ejército enemigo o ante los desastres producidos por un terremoto o un violento huracán. Pero no cuando los manejos especulativos de los mercachifles han gozado de la total permisividad de las autoridades. Así que –termina Cive Pérez reconociendo que ninguna crisis económica ha tenido como causa el hecho de que la gente trabajase poco– no nos vengan con cuentos. Antes de prestar obediencia ciega a sus mandatos, tengamos una recta opinión acerca de la capacidad y catadura moral de quienes mandan”.
3 comentarios:
Un colega me informa de esta reseña de mis '69 razones...", que agradezco vivamente. Y por supuesto, procedo a enlazar tu blog en el mío. Un cordial saludo.
Gracias, Cive, por el detalle. Leo tu blog cada vez que aparecen cosas nuevas,menos frecuentemente que lo que desearía. Pienso que deberías escribir más a menudo y mostrar lo que en el paro se es capaz de escribir.
Un abrazo
lovely jubbly fantastic thanks so much
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