sábado, 6 de enero de 2018

Las abarcas desiertas.

Poema para días como hoy del poeta del pueblo, Miguel Hernández. Son versos cargados de rabia y sentimiento, dolor de infancia e ilusiones de niño… que dicen mucho más que todas las imágenes de Reyes lanzadas ayer por las televisiones. Fue publicado el vísperas de “Reyes de 1937”, en la revista “Ayuda del Socorro Rojo", para recabar ayudas `para donativos y juguetes en beneficio de la infancia.

Las abarcas desiertas, de Miguel Hernández

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.


No hay comentarios: