¿Qué le pasa a nuestro cuerpo desde que morimos hasta que nos convertimos en un esqueleto?
(Advertimos al lector de lo poco agradable que puede
resultar para algunas personas especialmente sensibles leer este artículo, que,
sin embargo, puede interesar por su interés científico).
Vale, los pelos y las
uñas no crecen una vez morimos. ¿Pero qué es lo que le pasa realmente a nuestro
cuerpo desde que dejamos de respirar y nuestro corazón de latir hasta que se
convierte en un esqueleto? La respuesta corta es que el cuerpo pasa por varias
fases de descomposición y putrefacción.
Como explica Isabel
Fernández Corcobado, bióloga, doctora en Antropología Forense y Técnicas
criminalística y miembro de la Asociación Internacional de Forenses, un cadáver
pasa por varias fases en su descomposición, que pueden variar en duración o
manifestación, según las circunstancias de la muerte relativas a cada cadáver.
Corcobado las resume en cinco:
La fase cromática ocurre
normalmente durante los dos primeros días tras la muerte. En ella se
autodestruyen las células y ocurre la putrefacción de los tejidos y el
agarrotamiento del cuerpo o rigor mortis. También aparecen coloraciones debidas
a depósitos de sangre formados por la interrupción de la circulación de la
sangre y disminuye la temperatura corporal. Esta fase se superpone a otras y
puede extenderse hasta una semana.
La fase enfisematosa pasa
de los dos a catorce días desde la muerte. La putrefacción y la autodestrucción
celular produce gases y olores característicos de los cadáveres y aumenta la
temperatura del cadáver, incluso hasta los 50 grados centígrados en algunos
casos. Otro factor que eleva la temperatura son los insectos que colonizan el
cuerpo.
La fase monstruosa o
negroide ocurre entre los 14 a 30 días tras la muerte. Se caracteriza por el
escape de los gases generados en la fase previa, la pérdida de biomasa y la
emisión de olor. Los tejidos comienzan a pasar a un estado líquido. A partir de
esta fase la temperatura de los restos cadavéricos disminuye progresivamente,
hasta igualarse con la del medio ambiente que los rodea.
En la fase licuativa, los
tejidos entran en total licuefacción (pasan de gas a líquido) y comienzan a
desecarse durante meses, para alcanzar la siguiente fase de descomposición.
La fase de
esqueletización tiene una etapa preesquelética y otra esquelética que
normalmente suele empezar a partir de los dos primeros años tras la muerte y
durar unos cinco. Tras desecarse del todo los tejidos, en la fase
preesquelética sólo se percibe hueso, pelo, ligamentos y cartílagos y en la
fase esquelética ya únicamente se conservan los huesos, es decir, el esqueleto.
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