martes, 29 de julio de 2025

Las chapitas de Zarzuela.

Nieves Concostrina comenta en Público cómo el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo tenía dos motes: El chivo y Chapita. “El primero se lo pusieron porque era un depredador sexual; el segundo, porque le encantaban las medallas. Su afición comenzó siendo monaguillo, cuando robaba en la iglesia medallitas de santos, y continuó cuando era ya un dictador y tomó la costumbre de auto concederse condecoraciones por ‘benefactor de la patria’, por ‘servicios a la patria’, por ‘héroe de la patria’… ¿Por qué será que la patria no se les cae de la boca a los tiranos? (…)

“En Zarzuela también les gustan mucho las chapitas. Se las auto conceden constantemente para dar muestra de sus reales aprecios a sí mismos y dejar constancia oficial en el BOE. Los amigos y los parientes plebeyos se dan abrazos o besos para mostrar que se aprecian, pero los borbones no. Los borbones, como familia desestructurada que son desde hace 220 años, tarde o temprano acaban a guantazos, pero mientras, a la espera de que llegue ese tradicional momento, se dan medallas, collares y grandes cruces para que nos demos por enterados de que se aprecian. Por ejemplo: "Queriendo dar una muestra de Mi Real aprecio a la excelentísima señora doña Letizia Ortiz Rocasolano, a propuesta del presidente del Gobierno y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 21 de mayo de 2004, Vengo en concederle la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III. Dado en Madrid, a 21 de mayo de 2004. Juan Carlos R. El presidente del Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero" (BOE, Real Decreto 1260/2004). Nótese que el descastado exrey Juan Carlos, al igual que le gusta seguir haciendo a Felipe, mantienen esa costumbre medieval de escribir con mayúscula cualquier referencia a sí mismos.

“A estas alturas, pasados 21 años de la celebración de aquel matrimonio morganático e ilegítimo de acuerdo con la ley dinástica de los borbones, ya es indiscutible que ‘Su Real’ aprecio hacia ‘Su’ excelentísima nuera Letizia se ha volatilizado, y que Juan Carlos, si pudiera, le arrancaría de cuajo la gran cruz al grito de ‘¡Mala pécora!’. De sobra sabía él que meter una plebeya trepadora en la Familia Real era, más que un riesgo de que aquello iba a acabar malamente, una certeza. Por eso tienen prohibido que infantas, infantes, príncipes y princesas caigan en las garras de plebeyos trepas que buscan pillar trono gracias a que el avispado Carlos III impidió estos matrimonios mediante Pragmática Sanción.

“Sin embargo, lo más injusto y desalentador para los ciudadanos españoles que aún esperamos disfrutar de una democracia plena, sin borbones ni adjuntos plebeyos que nos restrieguen sus privilegios por los morros, es que intenten hacernos creer que esta estupidez decimonónica de medallas, cruces y collares concedidos por el rey de turno a su esposa, hijo, hijas o nuera ha pasado por la deliberación del Consejo de Ministros. Injusto, porque las borbonas y la señora Ortiz que han recibido esas chapitas no las merecen ni cumplen con los requisitos para lucirlas. Desalentador, porque todos los gobiernos, pese a no haber perdido ni un minuto en la supuesta deliberación para conceder tal o cual condecoración a Felipe, Leti, Cristina, Elena, Sofía, Leonor o a la otra Sofía, han hecho un indigno paripé para dar carta de naturaleza a las ocurrencias de Juan Carlos y Felipe aun a sabiendas de estar saltándose los estrictos reglamentos que regulan la concesión de los grados de Collar y Gran Cruz de las órdenes de Isabel la Católica y Carlos III.

“Si el presidente Zapatero o Sánchez y alguno de los ministros o ministras de sus gabinetes pretenden decir sin ruborizarse que son republicanos, díganles que a otro perro con ese hueso. En los presidentes del Partido Popular ni me detengo, porque borbones, Aznar y Rajoy comparten a Franco como padre ideológico, y lógico es que vayan todos a una. Y, pese al desprecio que desde Zarzuela han dedicado a los presidentes progresistas (mal disimulado últimamente por parte de Felipe), nunca se han molestado desde los distintos gabinetes en hacernos llegar una señal que nos indique que, al menos, les incomoda ser tan cortesanos como para conceder sin rechistar a esta estirpe franquista de borbones sus caprichos con las chapitas. Les debería avergonzar estar saltándose los reglamentos y publicando sin rubor que se dan condecoraciones a un par de jovencitas que no han movido un dedo, no tienen méritos ni ha demostrado capacidades intelectuales, artísticas o heroicas”. 

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