miércoles, 17 de septiembre de 2025

De campechano a campechano.

 

Continúa Nieves Concostrina con su saga real, narrando en Público la crónica de los peores reyes de este país. “El mastuerzo Fernando VII fue el primero de esta categoría, seguido por el golpista Alfonso XIII, que a su vez tuvo continuación en el defraudador Juan Carlos I. Los dos últimos previos al reinante –porque el actual tira más a desaborío– han sido los campechanos por excelencia. Las trayectorias de Alfonso XIII y Juan Carlos I son dos gotas de agua, y, por tanto, desastrosos sus reinados. Buena vida, comisiones, infidelidades a la vista de todos, esposas cornudas, consentidoras y reinas del disimulo, lujos descarados, golpes de estado, amantes faranduleras y pijas, casadas y solteras… Zorrilla, sin saberlo, les dedicó unos versos a este par de borbones, aprovechando su impunidad: en donjuanear. Por cierto, el otro don Juan no fue a la zaga de padre e hijo en lides ligonas. (…)

“El exrey Juan Carlos debió de sentir tremenda admiración por su abuelo, aunque no lo recordaba porque Alfonso XIII murió cuando su nieto acababa de cumplir tres años. Pero, una de dos, o bien llevaba en los genes la campechanería y la desfachatez, o bien le contaron en casa lo mucho que el abuelo supo disfrutar de la vida que le puso en bandeja la Jefatura del Estado, y Juan Carlos quiso imitar sus correrías. O lo mismo no hay que optar por una u otra, porque son complementarias. En la última entrevista que concedió la expulsada Victoria Eugenia, abuela de Juan Carlos, en 1969 en su casa de Lausana, justo un mes antes de morir, declaró al periodista Jaime Peñafiel: ‘Los españoles son muy malos maridos y, aunque se casen enamorados, enseguida son infieles. En el caso de mi nieto Juan Carlos, también por la genética de los Borbones’. Qué atrevida la señora british Victoria Eugenia, intentando hacer creer que conocía a los maridos españoles y midiéndolos a todos por el rasero de su particular ‘sex machine’ Alfonso XIII. Y qué indiscreta al declarar abiertamente que su nieto Juan Carlos, en aquel 1969 –Felipín tenía un añito–, ya se la estaba pegando a Sofía.

“En anteriores artículos he venido compartiendo la desfachatez y la extrema habilidad de los borbones a la hora de hacernos pagar, no solo sus pifias y sus derroches en vida, sino consiguiendo que les costeemos sus muertes, sus funerales, sus entierros, sus exhumaciones, sus traslados, sus nuevos funerales, su vuelta a enterrar y el mantenimiento de sus sepulturas. Advertía en la segunda de las columnas que tenemos que estar muy atentos a las futuras muertes de Juan Carlos y Sofía. Cuidado, o lograrán que les paguemos toda la parafernalia funeraria con la complicidad del gobierno de turno.

“Es fácil sospechar que Juan Carlos, antes de aquel nefasto 2014 en el que quedó como lo que era, un borbón, se las prometía felices creyendo que moriría en su tierra, con españoles pueriles banderita en mano despidiendo al mismo que les había robado y disfrutando de un funeral rimbombante que le pagaríamos entre todos, con la presencia carísima de primeras figuras internacionales y con la ciudadana Ortiz poniendo cara de compungida y haciéndole la peineta con la mano disimulada. Y así lo soñó Juan Carlos porque esa es la que nos organizó en 1980 cuando montó la de dios para restregarnos el regreso de su abuelo Alfonso XIII. Aquel golpista, anticonstitucional, chulo, play boy, corrupto… volvió con todos los honores y a gastos pagados gracias a la connivencia del falsario Adolfo Suárez. Otro que pasó de falangista a demócrata en lo que tarda uno en cambiarse de chaqueta. Hacía casi cinco años que había muerto el asesino dictador, abuelo putativo de Felipe VI, pero el féretro de su abuelo biológico lo cubría la bandera fascista con el aguilucho. Eso lo explica todo. (…) Y aquí estamos los españoles, para que los borbones cumplan sus caprichos. Cueste lo que cueste.

“No se relajen. Esto no acaba aquí. Hay mucha tela funeraria que cortar con Juan de Borbón, Mercedes de Borbón Orleáns, Juan Carlos y Sofía. Seguimos atentos”.

No hay comentarios: