Arabia Saudí, hundida en la represión, homenajea al rey Juan Carlos.
El rey de Arabia Saudí recibe con todos los honores al rey español.
El rey Juan Carlos I conversa con el rey saudí, Salman Bin Abdulaziz.
El monarca español se
desplazó el 29 de noviembre hasta los Emiratos Árabes para asistir al Gran
Premio de Fórmula 1, de Abu Dabi. Juan Carlos I fue recibido y homenajeado por
su homólogo en Arabia Saudí, Salman bin
Abdulaziz. El convite por parte del monarca saudí al rey Juan Carlos I a una
cena con todos los honores fue más propio de un amigo que de un aliado
internacional, por encima de lo que políticamente representa cada uno de ellos.
El español, una supuesta democracia; el de la monarquía saudí, cualquier cosa
menos una democracia en donde se ha decidido elevar al máximo la aplicación de
la pena de muerte. Amnistía Internacional denunció que este año los verdugos
saudíes han decapitado a 151 personas, la cifra más alta de los últimos 20
años. Al mismo tiempo, Arabia Saudí inició hace ocho meses una campaña de
bombardeos en Yemen para intervenir en la guerra civil de ese país. Las organizaciones
de derechos humanos y agencias de la ONU denuncian que el número de muertos
supera los 5.000, de los que unos 2.500 civiles, la mayoría en los ataques
aéreos responsabilidad de los saudíes y sus aliados. Esta misma semana, un tribunal
ha condenado a muerte al poeta palestino, Ashraf Fayadh, por promover el ateísmo y romper con
la religión. El escritor, de 35 años, nació y creció en este país al que
llegaron sus padres, buscando un futuro mejor. Los hechos se remontan a agosto
de 2013, año en el que un ciudadano saudí denunció al poeta por “propagar con
sus versos la blasfemia entre los jóvenes”. El poeta fue condenado a muerte por
un tribunal de Arabia Saudí por apostasía, es decir, romper con la religión. Y Mona
Kareem, poeta amiga del artista y traductora del mismo, pide a la comunidad
internacional su colaboración para liberar al poeta amigo.
“Muchos de nosotros
estamos todavía en shock”, admite y reconoce
Kareem que no esperaba esta decisión contra “un poeta” por el contenido de su
obra. Según Amnistía Internacional, en 2014, también lo acusaron “por infringir
el artículo 6 de la Ley de Delitos Informáticos del país al hacer fotografías
de mujeres y almacenarlas en su teléfono”. En el juicio de abril de ese año, un
juez le condenó a cuatro años de prisión y a 800 latigazos. Ashraf Fayadh negó
entonces las acusaciones. El caso fue remitido al Tribunal General, que ha sido
el que ha condenado finalmente al artista a la pena de muerte. Kareem destaca
la importancia de la fuerza que pueden ejercer los escritores y artistas
reconocidos. Kareem reconoce que Ashraf
Fayadh es una entre las muchas personas que fueron condenadas a la pena capital
en Arabia Saudí. Y Amnistía Internacional alerta de que, con las 551 ejecuciones
de este año, la justicia del país ha alcanzado el nivel más alto de aplicación
de la pena de muerte desde 1995.
La ONG ha iniciado en
los últimos meses varias campañas ante la imposición de la pena capital a
jóvenes que cometieron presuntamente los delitos de los que los acusan cuando
eran menores de edad, algo que prohíbe la Convención de los Derechos del Niño.
Hoy pesan sobre ellos condenas a muerte a pesar de que todos indican que
confesaron después de sufrir torturas. Todo lo cual no ha impedido que el rey
español siguiera la estrecha amistad con el monarca, Salman bin Abdulaziz.
Mañana (y II. “Majestad,
mientras nos represente, ¡no nos avergüence!”)
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