martes, 17 de abril de 2018

“La III República contra un rey enchufado”.




“Celebrar el 14 de abril en recuerdo del último periodo de esplendor de España es, inevitablemente, cargar contra la monarquía y contra ese nacionalcatolicismo con olor a naftalina que nos quieren imponer. Cada vez son más las personas que se suman a este acto festivo-reivindicativo. ¿Por qué? Porque cada vez son más los actos antidemocráticos que sufrimos y la III República es su antídoto o, al menos, su principo”. Así lo escribe David Bollero en el artículo mencionado en este titular.

“¿Para qué sirve un rey? –se pregunta Bollero–. Para nada. ¿Alguien cree que el monarca de veras ha sido decisivo en el destino de España en los últimos años? En absoluto. Uno de los argumentos más esgrimidos para defender su cargo es el de preservar la unidad de España. De ser así, tendría que haber dimitido, porque algo debe de estar haciendo muy mal visto el panorama que hay en el país. Si España se pareciera a EEUU, donde la vida personal de los candidatos se entremezcla y determina su carrera, podríamos lanzar la pregunta de ¿cómo alguien que no es capaz de mantener la unidad en su familia lo va a conseguir en un país? No es el caso. Tampoco nos hace falta, porque lo que es una realidad es que España hoy por hoy tiene de país unido lo mismo que Felipe VI de demócrata. Lo que sí es cierto es que Felipe VI representa a la perfección la España de quienes lo pusieron ahí, la España de los enchufes. Ostenta su cargo, sencillamente, por su apellido, no porque democráticamente haya sido elegido, no por sus méritos sino por amistad e influencia política heredada del dictador Franco”.

“Así las cosas –insiste Bollero– ¿cómo nos va a sorprender que un día como hoy tantas y tantas personas reclamen la llegada de una III República y, con ella, España vuelva a ser un ejemplo internacional tanto cultural como político y social? El objetivo es complicadísimo, sacar a España del atolladero en el que los Borbones y sus Gobiernos amigos nos han metido –incluidos el PSOE, tan monárquico él– difícil, pero no imposible. Alcanzar ese punto significará quitar las alfombras, esas bajo las cuales y desde la Transición se va acumulando toda la basura que empobrece a este país. La III República, esa que defiendo yo sin duplicidad de cargos –primer ministro y presidente sólo uno– no será de alfombras, sino de incineradora, para quemar toda esa basura y recuperar la democracia que nos robaron en la Transición”.

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