Granados, “ex número tres de Aguirre” quiere regresar al poder.
Esperanza Aguirre y Francisco Granados, consejero y secretario general del PP, en Génova.
Granados fue investigado por la Fiscalía Anticorrupción.
Granados, bailando con Aguirre al ser elegidos presidenta y diputado de la Comunidad de Madrid.
Granados, bailando con Aguirre al ser elegidos presidenta y diputado de la Comunidad de Madrid.
Nacido en Valdemoro (Madrid) el 23 de 1964, Francisco Granados Lerena se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad Complutense de Madrid. Fue director de análisis financiero de Interdealers S.V.B. y de la Société Genérale, donde también ostentó el cargo de director de banca. Desde 2004, es Secretario General del PP de la Comunidad de Madrid y fue nombrado consejero de Presidencia, asumiendo las competencias de Interior y Justicia. Esperanza Aguirre dijo entonces que ponía la mano en el fuego por él y por cualquiera de sus consejeros. Siendo todavía alcalde de Valdemoro, Granados fue el encargado de presidir la comisión sobre el “Tamayazo” (lo sucedido con Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez) y trató de aclarar, sin éxito, la deserción de estos dos diputados socialistas en la Asamblea de Madrid, hecho que abortó la investidura de Rafael Simancas como presidente de la Comunidad y forzó la repetición de las elecciones autonómicas. A la segunda intentona, Aguirre logró su objetivo.
La Fiscalía Anticorrupción rastreó el patrimonio personal de Granados en busca de indicios de un supuesto enriquecimiento ilícito en la investigación sobre las acusaciones de cohecho. En 2009, el diario “El País” relacionó la Consejería de Interior, presidida por Granados, con una trama de espionaje. Tras una investigación judicial, la juez competente archivó el caso por no haberse acreditado la realidad de los seguimientos, y por falta de indicios de delito. Pero, la Audiencia de Madrid ordenó a la juez reabrirlo y reunir las pruebas necesarias para procesar a los acusados por malversación de caudales públicos. El mismo año, la prestigiosa revista económica conservadora “THE ECONOMIST” le puso como ejemplo del despilfarro en que incurrían los políticos españoles.
Granados vivió uno de los momentos más incómodos en la cámara regional con la comisión de los espías. Y, en la remodelación del gobierno de Esperanza Aguirre, realizada en junio de 2011, la presidenta de la CAM prescindió de sus servicios, hecho que fue ampliamente comentado en los círculos próximos a la esfera política de la capital. El “consejero cercano”, el rebelde que estaba en todas partes y siempre respondía a las preguntas de la Prensa, abandonó la primera línea política, la gestión, para entrar en el Senado.
“Paco”, que, además de manejar con mano izquierda todos los asuntos relacionados con el partido –fue el encargado de dirimir las responsabilidades de los diputados madrileños en la Gürtel–, dirigió en los últimos meses la campaña de los “populares”. Pero terminó por perder el pulso emprendido con Ignacio González. Aguirre, de su mismo partido, lo que le excluyó de su Gobierno, tras ocho años en los que había medrado hasta llegar a ser superconsejero de Presidencia, Justicia e Interior. Pese a todo, Granados sigue moviendo los hilos. Habla diariamente con la presidenta, pasa mucho tiempo en Génova y busca aliados en la dirección nacional. Y no faltan los que apuntan que quiere regresar al poder.
No en vano, algunos recuerdan lo ocurrido poco antes de las pasadas elecciones, cuando Esperanza Aguirre emprendiera una frenética gira por los pueblos. En un pequeño municipio, los afiliados al PP organizaron una verbena en la que sonó el pasodoble “Paquito el chocolatero”. Entonces, la presidenta ordenó a su consejero: “Paco: anda, sal a bailar tu canción”. Y Paco Granados, que no podía negarse a cumplir el deseo de la presidenta con la que había danzado de alegría el 25 de mayo de 2003, al ser elegidos presidenta y diputado de la Comunidad de Madrid, salió solícito, aunque abochornado y sin muchas ganas, sin atreverse a desobedecer a la presidenta.
La Fiscalía Anticorrupción rastreó el patrimonio personal de Granados en busca de indicios de un supuesto enriquecimiento ilícito en la investigación sobre las acusaciones de cohecho. En 2009, el diario “El País” relacionó la Consejería de Interior, presidida por Granados, con una trama de espionaje. Tras una investigación judicial, la juez competente archivó el caso por no haberse acreditado la realidad de los seguimientos, y por falta de indicios de delito. Pero, la Audiencia de Madrid ordenó a la juez reabrirlo y reunir las pruebas necesarias para procesar a los acusados por malversación de caudales públicos. El mismo año, la prestigiosa revista económica conservadora “THE ECONOMIST” le puso como ejemplo del despilfarro en que incurrían los políticos españoles.
Granados vivió uno de los momentos más incómodos en la cámara regional con la comisión de los espías. Y, en la remodelación del gobierno de Esperanza Aguirre, realizada en junio de 2011, la presidenta de la CAM prescindió de sus servicios, hecho que fue ampliamente comentado en los círculos próximos a la esfera política de la capital. El “consejero cercano”, el rebelde que estaba en todas partes y siempre respondía a las preguntas de la Prensa, abandonó la primera línea política, la gestión, para entrar en el Senado.
“Paco”, que, además de manejar con mano izquierda todos los asuntos relacionados con el partido –fue el encargado de dirimir las responsabilidades de los diputados madrileños en la Gürtel–, dirigió en los últimos meses la campaña de los “populares”. Pero terminó por perder el pulso emprendido con Ignacio González. Aguirre, de su mismo partido, lo que le excluyó de su Gobierno, tras ocho años en los que había medrado hasta llegar a ser superconsejero de Presidencia, Justicia e Interior. Pese a todo, Granados sigue moviendo los hilos. Habla diariamente con la presidenta, pasa mucho tiempo en Génova y busca aliados en la dirección nacional. Y no faltan los que apuntan que quiere regresar al poder.
No en vano, algunos recuerdan lo ocurrido poco antes de las pasadas elecciones, cuando Esperanza Aguirre emprendiera una frenética gira por los pueblos. En un pequeño municipio, los afiliados al PP organizaron una verbena en la que sonó el pasodoble “Paquito el chocolatero”. Entonces, la presidenta ordenó a su consejero: “Paco: anda, sal a bailar tu canción”. Y Paco Granados, que no podía negarse a cumplir el deseo de la presidenta con la que había danzado de alegría el 25 de mayo de 2003, al ser elegidos presidenta y diputado de la Comunidad de Madrid, salió solícito, aunque abochornado y sin muchas ganas, sin atreverse a desobedecer a la presidenta.
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