Ernesto Cardenal: el adiós del cura poeta que nunca se supo arrodillar.
En 1983, Juan Pablo II amonestando a Ernesto Cardenal.
Ernesto Cardenal, “poeta, sacerdote y revolucionario”,
símbolo de la poesía y la rebeldía de Nicaragua.
Jesús Bastante nos lo recordaba
ayer en Eldiario.com: “El 4 de marzo de 1983, Juan Pablo II llegaba a
Nicaragua, y su ministro de Cultura, el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal, lo
recibió arrodillado. Con gesto duro y el dedo índice señalándole, Wojtyla
reprendió públicamente al religioso por formar parte (como también su hermano
Fernando, otro sacerdote) del Gobierno sandinista. El Papa que odiaba a los
comunistas no podía soportar a dos curas, integrantes de la Teología de la
Liberación, formando parte de un Gobierno 'rojo'. ‘Usted debe regularizar su
situación’, le amonestó Wojtyla. Cardenal sólo pudo callar, sonreír y seguir
hacia adelante. Tuvo que ser Francisco, el primer Papa latinoamericano, quien
volviera a permitirle celebrar la Eucaristía”.
Ese cura arrodillado, que
jamás postró sus ideas, acaba de morir, a los 95 años, en Managua. El
fallecimiento fue anunciado por su compañera, la poetisa Gioconda Belli. “Les
escribo para avisarles que Ernesto Cardenal, nuestro gran poeta, acaba de morir
a sus 95 años después de una vida de entrega a la poesía, la lucha por la
libertad y la justicia”, anunció Belli, añadiendo que el poeta será enterrado
en la comunidad que él mismo fundó, Solentiname, e invitó al pueblo
nicaragüense a participar, el lunes, en el funeral en la catedral de Managua.
Tras el triunfo de la
revolución en 1979, Cardenal fue nombrado ministro de Cultura, cargo en el que
permaneció hasta 1987. Su hermano Fernando fue titular de Educación hasta 1990.
Diecisiete años más tarde, Cardenal explicaba a la BBC: “El cristianismo tal
como lo vemos en el Vaticano, no es el que Cristo quiso para la iglesia; pero
mi fe es en Cristo, no en el Vaticano; si el Vaticano se aparta de Cristo, yo
sigo con Cristo”. Pero la llegada del Papa Francisco y su idea de Iglesia pobre
y para los pobres volvió a acercar al teólogo a la cúpula vaticana. Y si Juan
Pablo II le condenó, el Papa Francisco rehabilitó al poeta revolucionario.
En cambio, desencantado
por la corrupción sandinista, Cardenal se apartó de Daniel Ortega,
convirtiéndose en su mayor crítico después de su regreso al poder en 2007. Y,
en los últimos meses del poeta estuvieron marcados por una creciente
persecución. Hace justo un año, el sacerdote trapense exigió la salida de
Ortega y de su mujer, Rosario Murillo. “Queremos simplemente que la pareja
presidencial se vaya, no hay nada que dialogar (…). Ellos deberían saber lo que
está pasando sin que yo se los diga. No tengo libertad para decirlo, no hay
libertad de ninguna clase. Cualquiera puede sufrir la represión. Ni yo estaría
libre tampoco”. Sin embargo, al conocerse el fallecimiento del poeta, el
Gobierno ha decretado tres días de duelo nacional, calificando a Cardenal de “gloria
y orgullo” de Nicaragua.
Nominado hasta en cuatro
ocasiones al Premio Nobel de Literatura, Cardenal tuvo tiempo de escribir sus
últimos poemas antes de abandonar este mundo, en el que deja una extensa obra
traducida a más de 20 idiomas, entre las cuales destaca “Canto a un país que
nace”, “Homenaje a los indios”, o “La Revolución perdida”. Sus obras han sido
traducidas a más de 20 idiomas y han recibido reconocimientos internacionales
como la orden Legión de Honor en Grado de Oficial del Gobierno de Francia. Con
su muerte, Nicaragua pierde a su mayor referente literario después de Rubén
Darío.
Entrevista con Ernesto
Cardenal (II): innovando la poesía, de "Epigramas" al "Cántico
Cósmico"
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