“No lo llame loco, pibe, llámelo libertad”.
A menudo –concluye David
Torres en este artículo que lleva este título– el circo de la democracia
consiste en elegir al mejor saltimbanqui o al mejor payaso, con el riesgo
añadido que tienen los payasos de acabar unos como el Joker, otros como John
Wayne Gacy. “El loco, la biografía de Juan Luis González dedicada a la
espectacular irrupción de Milei en la política argentina, se abre con una
historia digna de figurar en cualquier novela del realismo mágico
latinoamericano. Milei no podía soportar la muerte de su mascota, un mastín
llamado Conan, y llamó a una espiritista de animales para contactar con el
espíritu de su perro. Mientras su hermana Karina se ejercitaba en el difícil
arte de interpretar los ladridos del más allá, Milei pagó cincuenta mil dólares
a un laboratorio estadounidense con el fin de clonar a su querido mastín. Al
final descubrió que Conan había ido a sentarse a los pies de Dios, quien le
dijo que su amo terrenal estaba destinado a llegar a la presidencia de
Argentina.
“El libro indaga en la
financiación recibida por parte del todopoderoso empresario de origen armenio
Eduardo Eurnekián, así como en sus sospechosas relaciones con el peronismo del
que abomina y hasta con barrabravas acusados de asesinatos, pero es difícil que
remonte esa sesión de espiritismo canino que lo emparenta con las páginas más
delirantes de Yo, el supremo y de El otoño del patriarca, por no hablar de la
propia historia de Latinoamérica. Al despertar después de sufrir un coma de
varias horas, Francois Duvalier –más conocido como
Papá Doc, el sanguinario sátrapa de Haití—ordenó arrestar a su sucesor en el
cargo, Clement Barbot, y dado que los Tontos-Macoutes no lo encontraban y
sabían cómo se las gastaba su jefe, le aseguraron que se había transformado en
un perro negro. En consecuencia, Duvalier ordenó matar a todos los perros
negros de Haití. Por ahora, el esperpento de Milei no llega a tanto, pero hay
que reconocer que apunta bien alto. Aparte de sus propuestas para el libre
comercio de órganos y la desaparición del aparato estatal –excepto las fuerzas
policiales—, ha formado con la ayuda de su hermana un consejo de asesores
exclusivamente formado por perros en los cuales se han reencarnado varios
economistas recientemente fallecidos. No lo llame loco, pibe, llámelo libertad”.
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