Puigdemont y el Rey en otoño.
Mario Ortega, presidente
de la Asociación Andalucía y Democracia, nos invita en Público a imaginarnos que la sesión de investidura de
Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, se produce en octubre de 2023 con
el apoyo o la abstención de Junts per Catalunya y Puigdemont, exiliado en
Bélgica. “Habrían pasado seis años desde que Felipe IV emitiese un discurso
contra el soberanismo catalán, que arengaba de facto el ‘a por ellos’ en el
interior de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, su voxificación,
volcaba la derecha hacia la ultraderecha españolista, y lo más determinante,
daba alas a las altas cimas de la judicatura española, sitas en el Tribunal
Supremo y la Audiencia Nacional, para emprender operaciones jurídicas que
condujesen a procesar a los líderes catalanes del procés.
“Aquel discurso real fue
un alineamiento de la corona con las posiciones de confrontación más
reaccionarias, las que no reconocen la diversidad de los pueblos de España ni
la plurinacionalidad declarada en la constitución del 1978. Ese día, el rey
tomó partido y abrió la puerta de las instituciones a Vox. Las cadenas que
mantenían a los dóbérmanes campeando fueron rotas el 3 de octubre de 2017 desde
el palacio real. Luego vinieron las elecciones andaluzas de diciembre de 2018,
con un PSOE andaluz agotado ante su electorado por haber sido fiel ejecutor de
los recortes del Partido Popular durante dos legislaturas, incluida la que
gobernó en coalición con Izquierda Unida, y alineado con las posiciones
anticatalanistas del gobierno de España, Vox hizo acto de presencia por primera
vez en el parlamento andaluz.
“Tras la dura represión
en Catalunya el 1 de octubre de 2017, día del referéndum alegal, con imágenes
de la policía apaleando a personas que iban pacíficamente a votar que dieron la
vuelta al mundo, el PSOE, dirigido ya por Pedro Sánchez tras ganarle las
primarias internas a Susana Díaz, anunció la presentación en el Congreso de una
declaración de reprobación de Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del
gobierno de Mariano Rajoy, encargada de dirigir la operación de bloqueo de la
consulta popular convocada por el gobierno de Junts pel Sí (Convergencia más
ERC). La intención de reprobar a la vicepresidenta se apartó de la agenda una
vez que el rey interviene televisivamente a las 21:00 horas de la noche del 3
de octubre de 2017. A partir de ese momento, las fuerzas del régimen construido
con forma monárquica para preservar los estatus de poder herederos del
franquismo debieron llamar al orden a Sánchez, éste se alía con el PP para la
aplicación del artículo 155 a la autonomía catalana y la consiguiente
persecución política de los líderes independentistas. La reprobación de Soraya
cae en el olvido.
“Llegará el otoño tras
unas elecciones generales que ha perdido Felipe VI. Las ha perdido porque no
dispone de mayoría en el congreso para enfrentarse a la suma de las
representaciones de la España democrática progresista, plurinacional, feminista
y de izquierdas. Ojalá las representaciones en el Congreso de la izquierda y la
España plurinacional estén a la altura del momento. Ojalá Sumar mantenga
posiciones de profundización democrática no subalternas del PSOE. Ojalá el
PSOE, al contrario que en otoño de 2017, se aparte de quienes consideran que
Madrid es España y lo demás territorios coloniales. Hay empresariado en
Catalunya que está mandando, a través de La Vanguardia, el mensaje de
Puigdemont de que el pacto de investidura con Pedro Sánchez debe ser aprobado
por el rey, la alta judicatura y los poderes económicos madrileñizados. No sé
yo si esa condición es verdadera y, de serlo, si existiera la inteligencia para
para llevarla a cabo rectificando el discurso del 3 de octubre”.
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