Vender lo prohibido.
Con este título anuncia
Marta Nebot en Público el “Museo del Arte Prohibido”, en cuyas galerías podría
haber algunas respuestas. “Está en Barcelona, en un edificio singular, bien de
interés cultural desde 1980: la casa Garriga Nogués, obra del arquitecto Enric
Sagnier i Villavecchia, en 1904. Expone 42 obras de las 200 que atesora Tatxo
Benet, su propietario y próspero periodista venido a mega empresario, con un
patrimonio estimado de 240 millones de euros”
Benet empezó esta
colección en el 2018, cuando retiraron de Arco la obra “Presos políticos en la
España contemporánea” de Santiago Sierra, unas horas después de que él la
hubiera adquirido. De repente era dueño de una obra prohibida y empezó a
preguntarse por la suerte y el paradero de otras con historias parecidas.
Encontró la National Coalition Against Censorship (NCAC), una ONG
estadounidense que trabaja contra la censura de todos los tipos, y el libro, su
biblia oficiosa, Censor Art Today (El Arte Censurado, hoy) del periodista y
escritor británico Gareth Harris, pero ninguna colección ni museo es como el
suyo.
“Censura tanto la derecha
como la izquierda”, afirma Benet. “Se trata de reunir y exponer las obras retiradas
por sus censores que no quieren que sean vistas. Su valor artístico y su
cotización son muy dispares. Hay Goyas y hay dibujos realizados por presos de
Guantánamo. Lo importante es la historia de persecución de la obra. Eso es lo
que la hace susceptible de pertenecer a este nuevo selecto club, según su
dueño. Repasando estas obras queda claro que el poder sigue siendo del Censor
Número Uno. Censura el que puede y siguen pudiendo más los reyes, los
dictadores, los gobiernos, las religiones y ahora también empiezan las
corrientes sociales movilizadas con ansias canceladoras. La censura es, sin
duda, síntoma de fuerza, pero también de inseguridad y de intolerancia.
“Juan Carlos I sodomizado
por la activista y líder bolivariana Domitila Barrios de Chúngara, Franco
–siempre a mano– en una nevera de Coca–cola, crucifijos de mil maneras: en pis,
con el payaso de Macdonald´s haciendo de
Cristo, con avión militar como cruz, etcétera; versión de retrato de
virgen de Murillo sexualizada con la tela rajada por ataque con objeto punzante;
veinte alfombras de rezo extendidas, con una pareja de tacones de aguja sobre
cada una; imagen de Emiliano Zapata con piernas de mujer y tacones altos,
montando a caballo, desnudo; retrato de la vuelta al ruedo del torero Juan José
Padilla, después de perder un ojo; las fotos sado de Robert Mapplethorpe, los
Caprichos de Goya, un desnudo de Klimt, un Banksy de un policía…
La entrada general al museo
cuesta 14 euros en la taquilla y solo se hace un pequeño descuento de dos euros
a estudiantes y jubilados. Los niños no pagan, pero no pueden entrar solos y la
promoción comercial tampoco es barata.
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