viernes, 4 de enero de 2008

4 de enero. Nuevo año, nuevos proyectos.


Pienso que ya no tengo nada más que decir de cara a mis lectores, más de 32.000 de los cuales visitaron esta página web a lo largo de este año pasado (a razón de 2.666 visitas por mes –más de 88 por día–), la mayoría de ellos sin nombre ni rostro. Pienso que ya no les debo nada, y que mi imaginación, que es capaz de llegar más lejos que mis palabras y mi web, me invita a dar un nuevo paso en esta etapa de mi vida. Pienso olvidarme un tanto del presente y dedicarme más a fondo a una novela que tengo in mente. Y como ni soy ni polivalente ni tengo otras balas en mi revólver, debería limitarme a apuntar y disparar la única que hay en la recámara. Si acierto, será un triunfo. (Por supuesto, no llamo triunfo al entendido por los libreros, sino por los escritores que sólo buscan el comunicarse con los otros). Si se pierde entre miles de páginas y palabras escritas, al menos lo habré intentado.

Presiento que voy a necesitar de todas mi fuerzas para llevar a cabo este proyecto. Un proyecto que, si no lo trato con astucia, cariño y con aplomo, puede escaparse y hasta burlarse de mí. Me pregunto si debo terminar con esta etapa del “Diario de un periodista en paro” para dedicarme íntegramente a este nuevo bosquejo. Pero, por más que lo intente, no me resisto a cerrar página. Así que, paralelamente a la confección de dicha novela, intentaré seguir escribiendo este diario que, de ser “de un periodista en paro”, pasará a convertirse en el “de un periodista jubilado”. También a mí me ha llegado la hora.

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