14 de enero. Paro para la plebe; premio para los jefes.

Según el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), el desempleo seguía siendo, en el pasado noviembre, el problema que más inquietaba a los encuestados. Un 40% de ellos citaba el paro como uno de los tres más preocupantes –le seguía el problema de la vivienda, el de índole económica y el terrorismo– y , un 3,6% más que en el sondeo de octubre. Aunque durante ese mes registraba la mayor subida (un 2,24%) desde 2003, el tercer trimestre del año alcanzaba su récord a la baja, con un 8,3% de parados. “España –explicaba Manuel Pérez Ciruela, director del Instituto de Estudios Avanzados, del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)– ha sufrido tasas de desempleo muy altas, y el problema se percibe como algo estructural”.

No siempre la percepción de lo que nos rodea responde a la realidad de los hechos. Dos casos lo demuestran. En el pueblo sevillano de Badolatosa, con una población de 3.200 habitantes, informes de la Fundación BBVA indican que registra el índice de asalariados más alto de España (un 92,20%). Pero los vecinos de dicha localidad no lo sienten así, al estar basada la economía del pueblo en los jornales de la agricultura y de la construcción y al estar sujetos la mayoría de casos al empleo temporal (sólo 12 contratos fijos en todo 2006). A Pastoriza, en la provincia de Lugo, es, por el contrario, el pueblo con más porcentaje de desempleo. Sólo el 32,05% de los 3.726 vecinos tienen trabajo en agricultura, ganadería y en un polígono industrial. Curiosamente, el pueblo cuenta con hasta tres funerarias. Ignoro si el paro aumenta el número de sus muertos o si dichas empresas de pompas fúnebres ubicadas en este pueblo trabajan para otras regiones y provincias españolas.

Sin embargo, hay otra forma de despedirse de un “trabajo”, sobre todo cuando quien lo deja es un político, catapultado de su anterior puesto de poder a la cima del mundo empresarial, a modo de gratitud por lo hecho. El ejemplo más evidente es el de José María Aznar, quien, tras ocho años al frente del ejecutivo, ha sido nombrado miembro del Consejo de Administración de News Internacional, de Rupert Murdoch, el autraliano-americano magnate de los medios de comunicación y director general de News Corporation. Al contrario de los millones de parados que jamás vuelven a encontrar un trabajo, el ex presidente Aznar hoy es, además, asesor de inversiones Centaurus Capital y consejero asesor latinoamericano de la firma estadounidense J. E Robert.

Y, al igual que él, la lista de ex altos cargos políticos del PP dedicados a otros menesteres es larga. Pío Cabanillas pasó de ministro portavoz del Gobierno a director general adjunto en la presidencia de Acciona; Jaume Matas, de presidente del Gobierno Autónomo Balear a director del Grupo Barceló en norteamérica; Isabel Tocino, de ministra de Medio Ambiente a consejera del Banco Santander; Anna Birulés, de ministra de Ciencia y Tecnología a vicepresidente de Renta Corporación; Rafael Arias-Salgado, de ministro del Fomento a presidente de Carrefour España; Josep Piqué, de ministro de Asuntos Exteriores a presidente de Vueling y de la inmobiliaria Mixta África; Francisco Álvarez Cascos, de ministro del Fomento a presidente de Spineq y, el último, por ahora, Rodrigo Rato, de ministro de Economía y vicepresidente del Gobierno a director gerente del Fondo Monetario Internacional, del que acaba de dimitir para saltar de director general de Lazard y asesor del Banco de Santander, por lo que ganará 200.000 euros anuales y, en unas semanas, podría formar parte de uno o dos consejos más. En el mismo Banco Santander está el ex ministro de Exteriores, Abel Matutes, y el pasado año abandonaron su puesto en el mismo banco el ex presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, y el ex ministro de Hacienda y ex vicepresidente, Antonio Barrera de Irimo.

Son las dos caras del paro. Una, anónima, que conduce al olvido y bajo nivel de vida, cuando no a la miseria; la otra, de altos vuelos, máximo premio de cómo vivir sin pegar golpe. Todo depende de a quién y cómo hayamos servido el resto de nuestras vidas.