29 de octubre. Argentina, sin "Pecera" y con nueva Presidenta.
Cristina Fernández, recién elegida Presidenta, junto a su marido, Néstor Kirchner, quien traspasará el poder a su consorte.
El nombre de la ESMA ha terminado por desaparecer, pero no los recuerdos macabros en donde se practicó la dictadura. Se trata del lugar en donde funcionara uno de los centros clandestinos de detención más emblemáticos, el campo de concetración más duro y brutal de la Marina argentina, dirigido por la Junta Militar. En tres años desaparecen en la ESMA casi cinco mil detenidos y unos ochenta colaboracionistas son perdonados por almirante Emilio Eduardo Massera, miembro de la Junta Militar, quien piensa que es bueno dejar a un núcleo de sobrevivientes.
Este reducido grupo de detenidos, la mayoría de ellos, torturados, pasan a trabajar para el Almirante Cero en unas oficinas kafkianas conocidas por “La Pecera”, traicionando a sus compañeros a cambio de salvar la vida. Massera prefiere dejar vivir a esta élite de montoneros marcados por él, que eligen otro país para continuar operando para el Jefe. Es el precio por salvarles la vida. De los 420 campos de concentración existentes en toda la Argentina, sólo en el de La Marina se habrían asesinado a más personas que las eliminadas por toda la dictadura de Pinochet. Pero Massera se dedica a formar cuadros militares en las academias argentinas, como Pinochet lo hace en las chilenas y, con la formación que reciben de la CÍA, selecciona a un grupo de montoneros que sirvan para sus objetivos.
El ideólogo del golpe militar se da cuenta de que los cuadros teóricos de la izquierda son mucho mejores que los de la derecha. Entonces decide pactar con parte de la cúpula de los montoneros y los deja vivos a cambio de un trabajo en la ESMA. Éstos no sólo entregan a sus compañeros sino que montan en los coches con los militares argentinos para señalarlos y permitir su detención. Es el precio exigido por Massera a cambio del perdón por sus vidas. Recién terminada la dictadura argentina, una cincuentena de ellos, algunos con el carnet de periodistas, son mandados a España y a Europa.
Una vez acabada la dictadura argentina, muchos agentes de Inteligencia, así como colectivos chilenos, argentinos y sudamericanos de extrema derecha, se filtran en toda Europa, especialmente en España y en Francia. Adolfo Scilingo, oficial de Marina durante la dictadura militar, es uno de los primeros militares del Proceso que admite públicamente el terrorismo de estado. Llega a España y confiesa, ante el juez Baltazar Garzón, haber participado en dos vuelos de la muerte mediante los cuales se arrojaba al mar a muchos de los prisioneros con la intención de hacerlos desaparecer. Su testimonio contribuye a implicar a los altos jefes de la Armada. Scilingo explica el funcionamiento de la ESMA. Describe minuciosamente los vuelos de la muerte con los prisioneros narcotizados a bordo, a los cuales se desnudaba y arrojaba vivos al mar. En abril del 2005, es enjuiciado y condenado a la pena de 640 años de prisión, tras haberse probado su responsabilidad en la muerte de treinta personas y una detención ilegal seguida de torturas. Condena que es elevada, en julio pasado, a 1.084 años por el Tribunal Supremo español, al comprobar su complicidad en otras 255 detenciones ilegales.
Recién finalizada la dictadura argentina, algunos ex montoneros perdonados por Massera teminaron trabajando con el Ministerio del Interior español. Se legitiman como refugiados y, en el juicio de la Junta Militar argentina, sólo algunos de la “Pecera” declaran en contra de Jorge Acosta, el segundo de la ESMA, apodado El Tigre, y contra Massera. Los militares que les perdonaron la vida no entienden cómo éstos hacen el doble juego, declarando contra ellos. Y aseguran que se trata de agentes dobles , asesinos que han matado a cientos de compañeros. Al final, con las leyes de Punto Final y de la Obediencia Debida y con los indultos, se cancela toda posibilidad de investigar qué fue lo que ocurrió con las víctimas. “Yo veo muy negras las consecuencias futuras de esta decadencia de la Justicia –resume Julio César Strassera, ex juez y ex fiscal a cargo del juicio contra las juntas militares que gobernaron Argentina entre 1976 y 1982–. Creo que se ha dañado al Poder Judicial por cincuenta años como mínimo. Lo estamos viendo todos los días: jueces que ignoran el derecho, jueces que quieren controlar abogados para que les hagan las sentencias, fiscales que no son abogados... Frente a tanta incompetencia, yo no soy partidario de la solución de 1949, poner a todos los jueces en comisión. Esto es muy peligroso. Y tendremos que aguantarlos hasta que se jubilen”.
Las elecciones del nuevo/a presidente/a y las de nuevos diputados y senadores nacionales celebradas el domingo, 28 de octubre, en la Argentina dieron el resultado deseado por Néstor Kirchner y por su esposa, Cristina Fernandez. Las precedentes se realizaban en abril de 2003, cuando el país aún intentaba emerger de la crisis económica de finales del 2001. El 20 de diciembre de ese año, una multitud exigió la renuncia del Gobierno argentino frente al caos económico vivido y, en la plaza de Mayo, se registraban cinco muertes tras dos sangrientas jornadas. Todo comenzó cuando Fernando De la Rúa, el entonces presidente, decretó el estado de sitio, al agolparse miles de personas en las puertas de los bancos, exigiendo que se les devolvieran sus ahorros, paralizados con el “corralito”, con lo que el Estado se apropiaba de los depósitos de la gente. La medida fue bautizada por el “Washington Post” como "el mayor atraco bancario de la historia". Ese mismo día, en un helicóptero que aterrizaba en la azotea de la Casa Rosada, el presidente De la Rúa, abandonaba su sede. Y, seis años más tarde, el pasado 23 de octubre, el juez federal, Claudio Bonadío, ordenaba su procesamiento por cinco homicidios con dolo y otros 150 casos de lesiones.
En las elecciones de abril del 2003, las fórmulas más votadas fueron las de Carlos Menem y la del posterior presidente, Néstor Kirchner, que obtuvieron 24,45 % y 22,24 %, respectivamente. Pero, días antes de realizarse la segunda vuelta, el ex presidente Menem decidió no participar del balotaje, porque las encuestas pronosticaban una derrota abrumadora. Por ello, Kirchner quedó automáticamente elegido, convirtiéndose en el presidente argentino electo con menos porcentaje de votos.
Hoy, cuatro años más tarde, con una crisis superada y con un auge económico a su favor, Cristina Fernández, la mujer del ex presidente Kirchner, acaba de ganar las elecciones, si se confirman todos los datos recibidos. También en 1974, María Estela Martínez de Perón llegó a la presidencia al fallecer su marido, pero Cristina es la primera mujer elegida presidenta por voluntad popular y la primera vez que un presidente en actividad traspasa el poder a su consorte, lo que alarma en una república con democracia representativa frente a una posible dinastía.
Dotada de una ingeniería de poder, obsesionada por su propia imgen y con un equipo desconocido hasta el momento, la nueva presidenta evita cualquier semejanza con Evita Perón y es, según el ex presidente Alfonsín, una mujer iracunda. Personifica un nuevo peronismo y recibe el apoyo de las Madres de Mayo con quienes ha manifestado su apoyo y simpatía. “Cuando tenía 18 años no podía votar –dijo la primera dama, recordando la dictadura militar–. Formé parte de una generación en la que nadie podía decir nada”. Más de una vez ha manifestado su oposición a las dictaduras que trajeron lugares tan emblemáticos como la ESMA (Escuela Mecánica de la Armada) y “La Pecera”. Hace un mes que la Marina argentina entregó simbólicamente al Gobierno Nacional las llaves de ese predio. El lugar se ha convertido en el Instituto Espacio para la Memoria, un museo donde participarán representantes de los organismos de derechos humanos, encargados de la recuperación de los centros clandestinos de la ciudad de Buenos Aires.
En las elecciones de abril del 2003, las fórmulas más votadas fueron las de Carlos Menem y la del posterior presidente, Néstor Kirchner, que obtuvieron 24,45 % y 22,24 %, respectivamente. Pero, días antes de realizarse la segunda vuelta, el ex presidente Menem decidió no participar del balotaje, porque las encuestas pronosticaban una derrota abrumadora. Por ello, Kirchner quedó automáticamente elegido, convirtiéndose en el presidente argentino electo con menos porcentaje de votos.
Hoy, cuatro años más tarde, con una crisis superada y con un auge económico a su favor, Cristina Fernández, la mujer del ex presidente Kirchner, acaba de ganar las elecciones, si se confirman todos los datos recibidos. También en 1974, María Estela Martínez de Perón llegó a la presidencia al fallecer su marido, pero Cristina es la primera mujer elegida presidenta por voluntad popular y la primera vez que un presidente en actividad traspasa el poder a su consorte, lo que alarma en una república con democracia representativa frente a una posible dinastía.
Dotada de una ingeniería de poder, obsesionada por su propia imgen y con un equipo desconocido hasta el momento, la nueva presidenta evita cualquier semejanza con Evita Perón y es, según el ex presidente Alfonsín, una mujer iracunda. Personifica un nuevo peronismo y recibe el apoyo de las Madres de Mayo con quienes ha manifestado su apoyo y simpatía. “Cuando tenía 18 años no podía votar –dijo la primera dama, recordando la dictadura militar–. Formé parte de una generación en la que nadie podía decir nada”. Más de una vez ha manifestado su oposición a las dictaduras que trajeron lugares tan emblemáticos como la ESMA (Escuela Mecánica de la Armada) y “La Pecera”. Hace un mes que la Marina argentina entregó simbólicamente al Gobierno Nacional las llaves de ese predio. El lugar se ha convertido en el Instituto Espacio para la Memoria, un museo donde participarán representantes de los organismos de derechos humanos, encargados de la recuperación de los centros clandestinos de la ciudad de Buenos Aires.
El nombre de la ESMA ha terminado por desaparecer, pero no los recuerdos macabros en donde se practicó la dictadura. Se trata del lugar en donde funcionara uno de los centros clandestinos de detención más emblemáticos, el campo de concetración más duro y brutal de la Marina argentina, dirigido por la Junta Militar. En tres años desaparecen en la ESMA casi cinco mil detenidos y unos ochenta colaboracionistas son perdonados por almirante Emilio Eduardo Massera, miembro de la Junta Militar, quien piensa que es bueno dejar a un núcleo de sobrevivientes.
Este reducido grupo de detenidos, la mayoría de ellos, torturados, pasan a trabajar para el Almirante Cero en unas oficinas kafkianas conocidas por “La Pecera”, traicionando a sus compañeros a cambio de salvar la vida. Massera prefiere dejar vivir a esta élite de montoneros marcados por él, que eligen otro país para continuar operando para el Jefe. Es el precio por salvarles la vida. De los 420 campos de concentración existentes en toda la Argentina, sólo en el de La Marina se habrían asesinado a más personas que las eliminadas por toda la dictadura de Pinochet. Pero Massera se dedica a formar cuadros militares en las academias argentinas, como Pinochet lo hace en las chilenas y, con la formación que reciben de la CÍA, selecciona a un grupo de montoneros que sirvan para sus objetivos.
El ideólogo del golpe militar se da cuenta de que los cuadros teóricos de la izquierda son mucho mejores que los de la derecha. Entonces decide pactar con parte de la cúpula de los montoneros y los deja vivos a cambio de un trabajo en la ESMA. Éstos no sólo entregan a sus compañeros sino que montan en los coches con los militares argentinos para señalarlos y permitir su detención. Es el precio exigido por Massera a cambio del perdón por sus vidas. Recién terminada la dictadura argentina, una cincuentena de ellos, algunos con el carnet de periodistas, son mandados a España y a Europa.
Una vez acabada la dictadura argentina, muchos agentes de Inteligencia, así como colectivos chilenos, argentinos y sudamericanos de extrema derecha, se filtran en toda Europa, especialmente en España y en Francia. Adolfo Scilingo, oficial de Marina durante la dictadura militar, es uno de los primeros militares del Proceso que admite públicamente el terrorismo de estado. Llega a España y confiesa, ante el juez Baltazar Garzón, haber participado en dos vuelos de la muerte mediante los cuales se arrojaba al mar a muchos de los prisioneros con la intención de hacerlos desaparecer. Su testimonio contribuye a implicar a los altos jefes de la Armada. Scilingo explica el funcionamiento de la ESMA. Describe minuciosamente los vuelos de la muerte con los prisioneros narcotizados a bordo, a los cuales se desnudaba y arrojaba vivos al mar. En abril del 2005, es enjuiciado y condenado a la pena de 640 años de prisión, tras haberse probado su responsabilidad en la muerte de treinta personas y una detención ilegal seguida de torturas. Condena que es elevada, en julio pasado, a 1.084 años por el Tribunal Supremo español, al comprobar su complicidad en otras 255 detenciones ilegales.
Recién finalizada la dictadura argentina, algunos ex montoneros perdonados por Massera teminaron trabajando con el Ministerio del Interior español. Se legitiman como refugiados y, en el juicio de la Junta Militar argentina, sólo algunos de la “Pecera” declaran en contra de Jorge Acosta, el segundo de la ESMA, apodado El Tigre, y contra Massera. Los militares que les perdonaron la vida no entienden cómo éstos hacen el doble juego, declarando contra ellos. Y aseguran que se trata de agentes dobles , asesinos que han matado a cientos de compañeros. Al final, con las leyes de Punto Final y de la Obediencia Debida y con los indultos, se cancela toda posibilidad de investigar qué fue lo que ocurrió con las víctimas. “Yo veo muy negras las consecuencias futuras de esta decadencia de la Justicia –resume Julio César Strassera, ex juez y ex fiscal a cargo del juicio contra las juntas militares que gobernaron Argentina entre 1976 y 1982–. Creo que se ha dañado al Poder Judicial por cincuenta años como mínimo. Lo estamos viendo todos los días: jueces que ignoran el derecho, jueces que quieren controlar abogados para que les hagan las sentencias, fiscales que no son abogados... Frente a tanta incompetencia, yo no soy partidario de la solución de 1949, poner a todos los jueces en comisión. Esto es muy peligroso. Y tendremos que aguantarlos hasta que se jubilen”.
La “guerra sucia” del terrorismo de Estado dejó en Argentina un saldo 'negro' de 30.000 desaparecidos. El dato positivo es que se ha celebrado la sexta elección presidencial desde que, en 1983, se recuperara la democracia. Aunque el paro siga siendo alto, la pobreza alcance el 30 por ciento de la población, la inflación esté en un 20 por ciento, y el aumento del narcotráfico y de otros problemas, como la adicción en general y el “Paco” en particular, sean considerados como males más terribles aún que la misma dictadura.
1 comentario:
Triste panorama
asesórarse en la cama.
Este... se me ocurre que cuando pase un tiempecito -cinco años no más,- la iglesia argentina encontrará algún cura mártir que se le fuera de las manos a los subversivos, y así organizan otra beatifición como la recién de los españoles. Y venga (h)ostias.
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